LA ORGANIZACION INSTITUCIONAL DESPUES DE CASEROS
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El 3 de Febrero de 1852 una coalición integrada por las provincias de Entre Ríos, Corrientes, el Estado Oriental y el Imperio del Brasil derrocó al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas.
La coalición estuvo liderada por el gobernador de la provincia de Entre Ríos, a la que estaba subordinada, desde 1847, la élite gobernante en Corrientes.
Tiempo después, a través de distintos tipos de negociaciones y acuerdos, Justo José de Urquiza procuró avanzar en un Pacto entre las provincias, que posibilitase la conformación de una nueva estructura institucional. Estas negociaciones culminaron en el llamado Acuerdo de San Nicolás que permitió a la vez la reunión de una Asamblea Constituyente que dictó la Carta Magna de 1853.
Un año más tarde y bajo la hegemonía de Urquiza, comenzó a estructurarse la llamada Confederación Argentina que incluyó a 13 de las 14 provincias rioplatenses.
A pesar de la denominación de “Confederación” con que se conoce a esta estructura política en la mayor parte de la literatura historiográfica, la Constitución por la que regía su funcionamiento era netamente federal y sentó las bases jurídicas para la construcción del Estado Nacional Argentino.
Buenos Aires, mientras tanto, se mantuvo al margen de este ensayo de conformar un nuevo Estado a raíz de la insurrección de Septiembre de 1852, permaneciendo separado del resto de las provincias hasta 1859. La sede del Gobierno Nacional debió entonces instalarse en la ciudad entrerriana de Paraná.
La naturaleza del Estado y el grado de institucionalización alcanzado por los Organismos suprarregionales durante el período comprendido entre los años 1853 y 1861 constituye aún una cuestión a analizar.
Haydée Gorostegui de Torres, en su trabajo “La Organización Nacional”, sostuvo que durante el Gobierno de Urquiza no se había avanzado en la construcción de un verdadero andamiaje institucional nacional y que las relaciones entre las provincias habían estado mediadas por los líderes locales, manteniéndose así el llamado “sistema de caudillos” que regía antes de Caseros(1).
(1) Haydée Gorostegui de Torres. “La Organización Nacional” (1984). Ed. Paidós, Buenos Aires. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
Otros autores han insistido en la incapacidad del Gobierno de Paraná para asegurar la viabilidad de su Estado a partir del fracaso de los intentos por construir un sistema recaudador eficiente y de la insuficiencia de los recursos provenientes de la provincia de Entre Ríos, federalizada durante la mayor parte del período(2). Del mismo modo, se ha subrayado el peso de las tensiones regionales que, explotadas hábilmente por Buenos Aires, habrían favorecido su caída(3).
(2) Señala al respecto Roberto Cortés Conde: “El sostenimiento del Gobierno quedó condicionado por la estrechez de sus recursos financieros provenientes de los impuestos al comercio interno y a la producción, los que no le permitieron afrontar exitosamente el conflicto con Buenos Aires. Así terminó con un colapso económico que explica, más que los dudosos resultados del combate, la decisión tomada por Urquiza de abandonar el campo de batalla en Pavón en 1862”. Roberto Cortés Conde. “La Economía Argentina en el Largo Plazo” (1997), pp. 100-101. Editorial Sudamericana, Buenos Aires.
(3) En esta perspectiva, véase María del Carmen Angueira. “El Proyecto Confederal y la Formación del Estado Nacional” (1986). Centro Editor de América Latina, Buenos Aires. // Todo citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
Sin embargo, ni dichos conflictos interprovinciales ni la incidencia del nuevo Estado en formación sobre ellos han sido analizados todavía en profundidad.
De todos modos y en relación al problema del grado de institucionalización del nuevo Estado Nacional, es posible advertir que ese Gobierno procuró avanzar considerablemente en cuatro o cinco direcciones: en la conformación de un sistema de comunicaciones a nivel nacional a través de la constitución de una red de mensajerías y correos; en la imposición de una Justicia Federal; en la creación de un Ejército y un sistema de Hacienda Nacional(4).
(4) Entre otros aspectos, puede leerse un análisis de los intentos de organizar un Poder Judicial Nacional en Beatriz Bosch. “El Poder Judicial (1854-1861)”, en Beatriz Bosch. “En la Confederación Argentina” (1998), pp. 75-92. Ed. Eudeba, Buenos Aires. // Citado por Pablo Buchbinder. “Caudillos de Pluma y Hombres de Acción (Estado y Política en Corrientes en Tiempos de la Organización Nacional)” (2004), Ed. Prometeo Libros, Buenos Aires.
Se puede observar así que, sobre la red de contactos personales que conformó Urquiza, fue construyéndose una verdadera estructura institucional. Esta estaba a la vez respaldada desde el punto de vista legal en la Constitución sancionada en 1853, que otorgaba poderes relativamente fuertes al Poder Ejecutivo.
La nueva estructura institucional comenzó a canalizar la relación entre las autoridades nacionales y las élites provinciales.
De los aspectos mencionados anteriormente, hay tres que resultan particularmente importantes a raíz del carácter de provincia fluvial, de frontera y fuertemente militarizada que presentaba por ese entonces Corrientes:
* se trata de la política de conformación y reorganización de fuerzas militares;
* de la estructuración del sistema aduanero y de navegación;
* y de las estrategias internacionales llevadas a cabo por los sectores dirigentes de la nueva organización política.
Fue fundamentalmente a partir de estos ejes que se articuló el vínculo entre el Estado Nacional y la Provincia de Corrientes.
Por otra parte, la elección de los dos aspectos mencionados en primer término para analizar la forma en la que se organizó el vínculo entre el Estado Nacional y la Provincia obedece también a su relevancia en el marco de los procesos de construcción estatal.
En este contexto, es imposible no atender al hecho de que el Estado Nacional moderno se construyó precisamente a partir de su capacidad para -por un lado- monopolizar la violencia considerada legítima y, por otro, para centralizar la percepción tributaria.
En el caso argentino es preciso recordar también que los procesos que llevaron a esta situación fueron muy lentos. De hecho, las provincias conservaron fuerzas militares hasta los últimos años del siglo XIX y, además, quedaron en posesión -por lapsos prolongados, sobre todo las provincias fronterizas- de sus recursos aduaneros otorgados a menudo en carácter de subsidio por las autoridades nacionales.