El contenido de esta página requiere una versión más reciente de Adobe Flash Player.

Obtener Adobe Flash Player

CONFLICTOS EXTERIORES Y SEDICION OPOSITORA

Las luchas políticas de Corrientes, si bien habían cedido paso en el amplio territorio a la acción constructiva de gobierno y habitantes, seguían latentes en las fronteras por la presencia de expatriados en las costas del Uruguay y por las flagrantes violaciones de la línea demarcatoria -tanto de brasileños como paraguayos- que realizaban continuas incursiones perjudicando los intereses de los pobladores de la región.

Juan Benjamín Virasoro, al asumir el Gobierno, colocó a José Antonio en un punto geopolíticamente estratégico como era Restauración, desde donde podría controlar el foco insurgente que significaba Uruguayana, asilo de los emigrados adictos a los Madariaga y de las fuerzas orientales de Fructuoso Rivera después de India Muerta.

La tarea de José Antonio se extendió al control de la débil frontera del río Uruguay, reiteradamente invadida por los brasileños, que robaban toda clase de ganado, especialmente caballar.

Miguel, quien reemplazaba al gobernador cuando éste debía dejar la capital -por sus antecedentes militares y su probada valentía- también fue investido de autoridad en la frontera correntina para evitar problemas provocados por los grupos disolventes establecidos en la misma.

“Es probable que en el ejercicio de estas funciones se hayan cometido errores, que no se aplicara la ley de cuya vigencia se vanagloriaba el Gobierno; ello es innegable. No pretendemos ocultar esos errores ni buscarles justificativos; la explicación, si cabe, debemos encontrarla en el clima que vivía toda la Nación.
“Si eran sanguinarios y violentos es porque consideraban que era el único camino para lograr la reparación de tanto odio, de tanta división y retroceso y detener, a su vez, la invasión extranjera.
“Era un principismo político bárbaro en momentos en que la civilización y la barbarie sarmientinas se enfrentaban en forma inmutable, definiendo la personalidad de los protagonistas de esa hora crucial.
“Quizá el error de Benjamín -el más atemperado- fue no poner freno a las extralimitaciones de sus hermanos”(1).

(1) Citado por Roberto Gustavo Pisarello Virasoro y Emilia Edda Menotti. “Los Virasoro en la Organización Nacional” (Septiembre de 1997). Ed. Talleres Gráficos Gráfica Integral, Buenos Aires.

Ramón Contreras realiza un minucioso estudio sobre el Gobierno de Benjamín Virasoro y sus principales ejecutores y llega a la conclusión de que

“... para la crítica de los hechos ante el tribunal de los principios, a Virasoro no se le puede tachar de tirano ... El gobernador Virasoro no fue sanguinario, como alguno ha querido decirlo.
“Si alguna sangre se derramó en los Cuarteles fue en nombre de la disciplina militar, previo un consejo o juicio militar para tener tropas contra Rosas”(2).

(2) Ramón Contreras. “El Teniente General Don Benjamín Virasoro (Apuntes Biográficos)” (1925), p. 110. Imprenta La Tipográfica, Rosario (Santa Fe). // Citado por Roberto Gustavo Pisarello Virasoro y Emilia Edda Menotti. “Los Virasoro en la Organización Nacional” (Septiembre de 1997). Ed. Talleres Gráficos Gráfica Integral, Buenos Aires.

Las disposiciones que dictó Virasoro en plena campaña contra la penetración extranjera o cuando preparaba sus efectivos para lanzar su proclama reivindicatoria de las libertades argentinas que culminaría con Caseros, respondían a la necesidad de reforzar su mando en la provincia.

- Relaciones con el Paraguay

Al quedar integrada la provincia de Corrientes a la Confederación tras Vences, cumpliéndose lo que se había establecido en el Tratado de Alcaraz y aunque la rúbrica de Virasoro reemplazaba a la de Madariaga, la política de Rosas cambió con respecto al Paraguay.

El gobernador de Buenos Aires -que había prohibido el tráfico con el Paraguay cuando gobernaban los unitarios en Corrientes- llegó a un acuerdo con Virasoro en el que se establecía que

“... si él (el gobernador del Paraguay) se dirigiera al gobernador de Corrientes sobre asuntos que tuvieran conexión con las relaciones enunciadas, debía el de Corrientes anunciarle solamente recibo de las comunicaciones, dándole el título de Exmo. Sr. Gobernador y Capitán General de la provincia del Paraguay...
“En cuanto a las comerciales, este Gobierno, consecuente con su política irrevocable en sostener los derechos de la República en la cuestión de principios y de abundar en testimonios pacíficos en el hecho, disponía por ahora -interinamente- hasta nueva orden, fuesen abiertos los puertos de la Confederación a los buques argentinos, cargados o vacíos, que bajasen o subiesen de dichos puertos.
“El denominarse buques argentinos incluía también a los paraguayos, porque son argentinos”(3).

(3) Mensaje a la Legislatura de Buenos Aires, 1848, en Vicente Sierra. “Historia de la Argentina (1840-1852)” (1980), tomo IX, p. 392. Ed. Científica Argentina, Buenos Aires. // Citado por Roberto Gustavo Pisarello Virasoro y Emilia Edda Menotti. “Los Virasoro en la Organización Nacional” (Septiembre de 1997). Ed. Talleres Gráficos Gráfica Integral, Buenos Aires.

Se hacía hincapié en el título de Gobernador y Capitán General de la provincia del Paraguay con respecto a Carlos Antonio López, pues Miguel Virasoro, al reclamarle la devolución de lanchones que habían sido robados por los unitarios para pasar a su territorio, lo hizo con el tratamiento de presidente, lo que involucraba el reconocimiento tácito de la independencia del Paraguay.

Esta situación pudo generar un conflicto con el Gobierno de Buenos Aires sobre el que recaían las RR. EE. que no había reconocido al Paraguay como Estado soberano sino como provincia integrante de la Confederación.

Todo fue salvado por Benjamín Virasoro quien, en correspondencia con Rosas, reconoce que Miguel admitió su error, producto de su inexperiencia como gobernador provisorio.

- Incidentes abren la puerta a la guerra

Abierto el comercio, un nuevo incidente ensombreció las relaciones. Carlos A. López no admitió las guías expedidas por aduanas argentinas que establecían el término “Provincia del Paraguay”; a su vez, la Confederación rechazó guías paraguayas si no testaban la leyenda “República del Paraguay”.

Virasoro trató de superar esa controversia fomentando el intercambio comercial, pero un incidente acaecido a mediados de 1848 reabrió los problemas fronterizos.

Según se desprende de su correspondencia, el gobernador estaba al tanto de los movimientos de tropas paraguayas las que, aprovechando el conflicto internacional de la Confederación con Francia e Inglaterra, invadieron el territorio correntino “con actos de calificado vandalismo, sólo dignos de la barbarie que le ciega y precipita”.

- Paraguay ataca. Toma de la Isla de Apipé

Con la presencia de su fuerza armada, los paraguayos obligaron a desalojar la Isla de Apipé a un considerable número de pacíficos habitantes que se ocupaban del corte de maderas. Incendiaron el lugar “causando un quebranto considerable a los infelices” que fueron conminados a retirarse en el término de tres días.

Virasoro destinó de inmediato a las fuerzas de línea y milicia a los centros confictivos y, la ciudadanía y la milicia pasiva, fueron convocadas para el caso de que fueran requeridos sus servicios.

Solicitó Virasoro auxilios al Gobierno de Entre Ríos. El general Urquiza ordenó se organizase una fuerte división de las tres Armas, al mando del general Eugenio Garzón, para operar contra los paraguayos en el Alto Uruguay. El Gobierno de Santa Fe ofreció armamento y municiones.

En su Mensaje del 24 de Enero de 1849, informaba Virasoro sobre el caso:

“Los actos del gobernante de la provincia del Paraguay en nada corresponden a la conducta pacífica, que el infrascrito, de conformidad con el Gobierno General de la Confederación, le ha manifestado desde el primer día de su advenimiento al mando de esta provincia.
“Recientemente ha obligado con fuerza armada a desalojar la Isla de Apipé, de nuestra pertenencia, a un considerable número de nuestros compatriotas pacíficos que allí se ocupaban del corte de maderas; incendiando las ya beneficiadas y causando un quebranto considerable a los infelices que se ocupaban en aquellas labores, sin que por parte del Gobierno hubiese precedido un motivo que pudiera provocar tales actos.
“Este procedimiento hostil lo ha tolerado el Gobierno pacientemente, circunscribiéndose al deber de dar cuenta de él al Excmo. Gobierno Encargado de los Negocios Generales de la Confederación Argentina”.

Como se desprende de este Informe, el gobernador de Corrientes se limitó a comunicar el hecho a Rosas por la representatividad que ostentaba, pero se preocupó por reorganizar las tropas en su territorio.

Antonio Zinny, en su “Historia de los Gobernadores...”, se ocupa de este incidente resaltando que en ningún momento el Gobierno correntino dio motivos que pudieran ser generadores de esa invasión(4).

(4) Antonio Zinny. “Historia de los Gobernadores de las Provincias Argentinas” (1920), volumen 11, p. 580. Ed. La Cultura Argentina. // Citado por Roberto Gustavo Pisarello Virasoro y Emilia Edda Menotti. “Los Virasoro en la Organización Nacional” (Septiembre de 1997). Ed. Talleres Gráficos Gráfica Integral, Buenos Aires.

Benjamín Virasoro, en carta a Justo J. de Urquiza, del 23 de Julio de 1848, especificaba:

“Los paraguayos parece que quieren venirse a las buenas porque recién estos días han empezado a acercarse a estas costas a conversar con los vecinos y decirles que ellos lo que quieren es la paz con todos; veremos si entregan las maderas que tomaron en Apipé y si desocupan la isla según se corre, y que si esto llegase a tener efecto ya han de entrar por todos”.

Esta invasión (paraguaya) formaba parte de un movimiento convergente que debía avanzar sobre las costas del Uruguay y las despobladas regiones de las misiones y que contaba con el apoyo brasileño de San Borja, donde el diputado caramurú Fernández Chávez proveería de un convoy de armas a la autoridad paraguaya.

El plan había sido ideado por un instructor militar húngaro al servicio de Carlos A. López, Franz Wisner de Morgenstein, en conexión con el representante de Brasil, coronel Pedro Alcántara de Bellegarde, el coronel brasileño Manduca Loureiro -de Río Grande- y los exiliados Valdés y Juan Madariaga.

López, instado por los riograndenses, dispuso la invasión y en los fundamentos del correspondiente decreto señalaba “que el Paraguay mantenía un numeroso ejército a la espera de invasión que estaba en vísperas de efectuar el gobernador de Buenos Aires quien había ocupado la provincia de Corrientes y bloqueado el Paraguay por el Paraná y el Uruguay”.

Decía que el derecho paraguayo al territorio de las misiones -comprendido entre el Paraná y el Uruguay- era incuestionable y que el Congreso Nacional lo había facultado para “tomar la ofensiva” en mérito a las abundantes razones militares que aconsejaban la ocupación definitiva de dicho territorio”(5).

(5) Vicente Sierra. “Historia de la Argentina (1840-1852)” (1980), tomo IX, p. 481. Ed. Científica Argentina, Buenos Aires. // Citado por Roberto Gustavo Pisarello Virasoro y Emilia Edda Menotti. “Los Virasoro en la Organización Nacional” (Septiembre de 1997). Ed. Talleres Gráficos Gráfica Integral, Buenos Aires.

- Antecedentes de la hostilidad paraguaya

Las hostilidades del Gobierno del Paraguay contra la provincia de Corrientes se apoyaban en una cuestión de límites. Aquella República pretendió siempre todo el territorio de las antiguas misiones jesuíticas; de allí su intento constante de extender sus fronteras, comprendiéndolas dentro de su jurisdicción(6).

(6) Citado en la obra de Manuel Florencio Mantilla. “Crónica Histórica de la provincia de Corrientes” (1928), tomo II, capítulo XIII: “Guerra contra la Tiranía de Rosas. 1846-1850”, parágrafo 218. Notas biográficas por Angel Acuña, Buenos Aires. Ed. Juan Ramón y Rafael Mantilla (Nota del Editor).

En diversas oportunidades, tropas regulares del Ejército paraguayo se posesionaron -con carácter permanente o temporal- de zonas de territorio correntino; desde la época de José Gaspar Rodríguez de Francia se apoderaron de la Tranquera de San José (Itapuá) y de Candelaria, estableciendo fuertes guarniciones y atrincheramientos.

Ya en las postrimerías del Gobierno de Pedro Ferré (segundo mandato) habíale declarado la guerra, sostenida por dignidad por el entonces gobernador Rafael de Atienza (1833) y siempre por los derechos que el Paraguay creía tener sobre el territorio misionero.

La actitud hostil del Paraguay hacia Corrientes se debió a sus pretensiones sobre las antiguas misiones jesuíticas consideradas como un desmembramiento de su nación, usurpada la región por esta provincia. De ahí, entonces que continuamente ocurrieran estos hechos que tenían fundamento en cuestiones limítrofes.

Si las periódicas invasiones eran consideradas agresivas y lesivas a la soberanía provincial, el vecino país entendía por legítimo este medio para reconquistar el patrimonio territorial perdido, afirmando sus derechos jurisdiccionales y por esta vía tener expedita la actividad comercial con Brasil.

- El ataque paraguayo de 1849

El 27 de Junio de 1849 una columna paraguaya de 6.000 hombres cruzó el Paraná frente a Itapúa, ocupando la Tranquera de Loreto; 3.000 hombres fueron destinados a Santo Tomé, al mismo tiempo que otra columna se apoderaba de la Isla de Apipé, en Paso de la Patria.

En carta de José Antonio Virasoro, Comandante General de la Frontera del Uruguay, a Benjamín, del 13 de Julio de 1849 desde Paso de los Libres, ciudad que por decreto del 2 de Enero de 1848 pasó a denominarse Restauración, leemos su Informe sobre la presencia de tropas paraguayas en el territorio:

“El infrascrito comunica a V. E. que en este momento que son las 7 de la noche, recibí parte del Comandante Militar del Departamento de Santo Tomé, sargento mayor, don Juan Saturnino Miño, que el día dos del corriente mes pasó el Aguapey -en el Paso de San Carlos- una columna paraguaya calculada en número de mil hombres, de las armas de infantería y caballería, llevando dos carretas y un número considerable de caballos, con dirección al Paso de Garruchos del Uruguay, arrebatando estos en su tránsito al ciudadano don Blas Márquez que permanecía en su establecimiento de campo en la margen del citado arroyo Aguapey.
“Por personas de respetabilidad del pueblo de San Borja, sé con certidumbre que la columna paraguaya trae por objeto conducir un armamento del territorio del Brasil, siendo público este acontecimiento en aquel pueblo, como en toda la frontera del Uruguay de aquel país.
“Con oportunidad participaré a V. E. de las ocurrencias que esta columna ocasionase.
“José Antonio Virasoro”.

En otra carta de José Antonio a Benjamín Virasoro, del 18 de Julio de 1849, desde Cuahy Grande se detalla el movimiento realizado por sus tropas:

“Tengo el honor de comunicar a V. E. que desde el 6 del corriente tomé la ofensiva sobre la columna paraguaya que con tanta osadía invade nuestro territorio, teniendo siempre por resultado todos los encuentros el triunfo por nuestra parte.
“En la noche del citado día 6 se desprendió de la columna una fuerza compuesta de cuatrocientos infantes e igual número de caballería en dirección a este punto; dí lugar a que pasasen este arroyo de Cuahy Grande y enseguida los circulé con tiradores, escopeteándolos a un tiempo en todas direcciones.
“Esta sola simple operación bastó para envolverlos y ponerlos en una precipitada retirada hasta el pueblo de Santo Tomé, donde hoy permanece encerrada toda la columna. No pude cortar la reincorporación de esta fuerza, por no tener más que cuarenta tiradores y cien lanceros.
“Tuvo por resultado este choque cinco paraguayos muertos y probablemente muchos heridos: anoche marché de este punto y amanecí a las inmediaciones de Santo Tomé, marché hasta dentro del bañado, llevando sólo 200 hombres; me hicieron fuego sus infanterías y caballerías, pero fue suficiente una presencia y uno que otro tiro de carabina para estrecharlos con todas sus caballadas en el reducido local que ocupa el pueblo.
“Esta operación dio algunos muertos, un prisionero paraguayo, tomándoles 300 caballos y todo el ganado que allí tenían; hasta la fecha no hemos tenido por nuestra parte un solo muerto ni herido.
“Con la incorporación del resto de la división de esta frontera y la del coronel Cáceres, que lo espero en breve, serán hostilizados con sucesos de mayor importancia, de lo que participaré a V. E. con actividad”.

El 10 de Julio de 1849, Miguel Virasoro partió de Caá Cati con 160 hombres armados de tercerolas y lanzas en dirección a San Miguel, pues en Tranquera de Loreto se hallaban aproximadamente 300 invasores.

Benjamín Virasoro tuvo al tanto de todos estos movimientos a Justo José de Urquiza, a quien solicitó refuerzos para detener la invasión. Desde Corrientes, el 25 de Julio de 1849 le informaba que

“por los últimos avisos que el infrascrito ha tenido del Comandante General de la Frontera del Uruguay, coronel Dn. José Antonio Virasoro, se sabe afirmativamente que la columna paraguaya que se halla en posesión del pueblo de Santo Tomé, tiene por objeto permanecer en aquel punto y posesionarse de todo el territorio correspondiente a dicho Departamento, hasta la Tranquera de Loreto.
“El mismo Comandante General se ha insinuado al infrascrito acerca de la necesidad de una fuerza de infantería, para poder hacer desalojar a los que están apoderados de aquel punto, pues de otro modo sería expuesto el éxito de un ataque que se emprendiera sobre ellos.
“En esta virtud y siendo diminuto el número de infantes de que puede el infrascrito disponer, tanto para la defensa de esta capital cuanto para los demás puntos adyacentes, que es absoluta necesidad atender, es muy conveniente y necesario que V. E. quiera facilitar el envío al menos de doscientos infantes, que deberán dirigirse por la costa del Uruguay ha incorporarse con la fuerza al mando del Comandante General de aquella frontera”.

El 14 de Julio de 1848, el coronel Miguel Virasoro había denunciado -desde la Tranquera de Loreto- que

“... un Cuerpo de 25 tiradores desprendidos a las órdenes del teniente coronel Félix Ramón Alvarenga, infligió una derrota a una fuerza paraguaya que se hallaba frente a la Trinchera, matándoles seis hombres y apoderándose de algunas tercerolas, monturas, lanzas y sables”.

Urquiza correspondió a la solicitud de Virasoro, disponiendo la marcha de 1.000 hombres de las tres Armas al mando del general Eugenio Garzón, porque “... es necesario asegurar el golpe del que pende el honor de las Armas de la Confederación y el desaliento de nuestros enemigos”.

Y en carta del 31 de Julio de 1849 a Domingo Duarte Moncores -vecino de Concordia- que le expresaba la necesidad de contener el avance paraguayo, mencionaba Urquiza la “imbecilidad del Gobierno paraguayo” y aseguraba que “serían pulverizados”.

Planteaba luego que

“... no son los paraguayos los más criminales en esta empresa. Los brasileños, mi amigo, que son los principales autores de tantas tentativas sobre nuestra República, son más culpables todavía...
“Tantas veces va el cántaro a la fuente que al fin se quiebra. Puede que nos rompamos los cascos si no se enmienda la plana, y en este caso la guerra será con el furor que nos inspiran los hechos; la venganza tan terrible como impulsada sin consideraciones y con demasiada perversidad”(7).

(7) José María Rosa. “Historia Argentina” (1974), tomo V: “La Confederación (1841-1852)”, p. 426. Ed. Oriente, Buenos Aires. // Citado por Roberto Gustavo Pisarello Virasoro y Emilia Edda Menotti. “Los Virasoro en la Organización Nacional” (Septiembre de 1997). Ed. Talleres Gráficos Gráfica Integral, Buenos Aires.

Los paraguayos fueron dueños de Santo Tomé hasta que una fuerte columna de las tres Armas -al mando del general Garzón, enviado por Urquiza, cuyo auxilio fue solicitado por el gobernador Virasoro- los hizo retirarse a la llamada Tranquera de San Miguel.

- Movimientos sediciosos de Juan Madariaga en suelo brasileño

La consolidación del Gobierno de Virasoro no se produjo sin intentonas formales de subvertir el orden. Desde el Brasil, los emigrados unitarios procuraban organizarse y reeditar -pero sin las condiciones de popularidad- la empresa de 1843.

Es que los emigrados después de Vences intentaron reorganizarse bajo la dirección de Juan Madariaga para realizar una segunda versión de la cruzada de 1843, pero una severa vigilancia sobre el río Uruguay no permitió que pudieran llevar a cabo su propósito, aunque en 1850 seguía preparándose, según un Informe del general Manuel Oribe publicado en “La Gaceta Mercantil”.

Este periódico publicó, en ese entonces, en Buenos Aires, los documentos relativos a las complacencias de las autoridades brasileñas de Río Grande, tolerando y protegiendo la reunión de hombres y armamentos de emigrados argentinos acaudillados por el general Juan Madariaga, para invadir la provincia de Corrientes(8).

(8) En Octubre de 1848; Antonio Abraham Zinny. “La Gaceta Mercantil de Buenos Aires. 1823-1852”, tomo III, p. 253. // Citado por Hernán Félix Gómez. “Vida Pública del Dr. Juan Pujol (Historia de la provincia de Corrientes de Marzo 1843 a Diciembre 1859)” (1920). Ed. por J. Lajouane & Cia.

Una activa vigilancia pudo conjurar el peligro, pero el propósito invasor continuó. La misma “Gaceta” publica después(9), el Informe del brigadier Manuel Oribe, sobre la fuerza que reunía el general Juan Madariaga en San Gabriel, provincia del Brasil, limítrofe a la República Oriental.

(9) En Diciembre de 1850; Antonio Abraham Zinny. “La Gaceta Mercantil de Buenos Aires. 1823-1852”, tomo III, p. 351. // Citado por Hernán Félix Gómez. “Vida Pública del Dr. Juan Pujol (Historia de la provincia de Corrientes de Marzo 1843 a Diciembre 1859)” (1920). Ed. por J. Lajouane & Cia.

“Era de cien hombres. El teniente Basilio Pérez -que declara- expone que fue enviado a la reunión por las autoridades brasileñas. Agrega que cuando huyó, oyó decir que estaban convidando ‘para una nueva California’. Tales eran los abusos en que incurrían vencedores y vencidos”(10), señala el historiador Hernán F. Gómez.

(10) Citado por Hernán Félix Gómez. “Vida Pública del Dr. Juan Pujol (Historia de la provincia de Corrientes de Marzo 1843 a Diciembre 1859)” (1920). Ed. por J. Lajouane & Cia.

Mantilla, en su crítica a la gestión de los Virasoro dice que “no se modificó la situación política en el curso del año 1849 ni el pueblo cosechó progresos materiales importantes de la acción gubernativa. Ninguna relativa suavidad tuvo la opresión, no obstante la quietud general; cuando el rigor exagerado e innecesario originó dos estallidos parciales de protesta armada, en sangre fueron ahogados los alzamientos”, y agrega el citado historiador correntino, relacionando el peligro de la sedición unitaria con la mano férrea de los Virasoro:

“El temor de una formal invasión de los emigrados que tenían asilo en la provincia brasileña de Río Grande era una causal siempre a la mano para conservar activa la arbitrariedad de la fuerza”.

- Virasoro declara el Estado de Sitio

Ante esta situación incumbía la adopción de medidas necesarias para la defensa de la provincia. El 17 de Agosto de 1849, Benjamín Virasoro decretó el estado de sitio, ordenando el acuartelamiento de la Guardia Nacional:

“Art. 1.- La capital se pone en estado de defensa a la que deben concurrir todos los habitantes de ella, sin excepción de clase, a cuyo efecto el domingo 19 a las ocho de la mañana se presentarán a la Comandancia General de Armas para ser destinados convenientemente.
“Art. 2.- Toda arma de chispa y blanca, sea de la clase que fuere, será presentada en dicho día al Comandante General para el uso a que él quiera destinarla.
“Art. 3.- El individuo que no asistiese y que haga ocultación de algún arma, será castigado con la severidad que las circunstancias lo exigen”.

Virasoro impartió Instrucciones a los Comandantes Departamentales y Jefes de Frontera y en Octubre 30 de 1849 ordenó la reducción de los sueldos de los empleados civiles, “mientras durase la guerra con el Paraguay”.

Ese mismo día, respetuoso de la autoridad del gobernador de Buenos Aires en la esfera de las Relaciones Exteriores, escribió a Felipe Arana informándole detalladamente los pasos dados por los invasores y denunciando la relación existente entre los paraguayos y los intereses del Brasil:

“El infrascrito tiene el honor de dirigirse al Sr. Ministro de Relaciones Exteriores del Exmo. Gobierno, Encargado de los Negocios Generales de la Confederación Argentina, con el importante objeto de poner a su conocimiento, para que se sirva elevarlo al Superior de S. E., las noticias que, por conducto fidedigno, acaba de obtener del otro lado del Uruguay relativamente a la conducta pérfida y desleal que las autoridades subalternas del Imperio del Brasil están practicando actualmente en perjuicio de los derechos de la Confederación Argentina, desde que las tropas paraguayas han ocupado el punto de Santo Tomé.
“El coronel imperial Manduca Loreiro ha contratado con el Jefe de la fuerza paraguaya quinientos novillos para el abasto de ella.
“El Comandante de San Borja facilita a dicho jefe paraguayo todas las embarcaciones menores de que necesita para surcar aquel río, con el objeto de hostilizarnos.
“Los chasques despachados por el Jefe paraguayo a su Gobierno transitan por el territorio brasileño hasta cierta distancia, Uruguay arriba, para evadirse de la persecución de nuestras partidas.
“El comercio de San Borja ha vendido pólvora al mencionado jefe paraguayo y, últimamente, las dichas autoridades brasileñas han consentido que en su territorio se hiciesen reuniones de los correntinos emigrados que vagaban en toda aquella frontera”.

Rosas tomará providencias de importancia: indicará al Gobierno de Corrientes la línea de conducta que debía observar y remitirá para el Ejército correntino armamento, municiones y correaje.

“La Gaceta Mercantil” se ocupó de las pretensiones paraguayas impugnando(11) el Manifiesto de aquel Gobierno, pretendiendo legitimar su agresión a Corrientes y en el que confesaba que en 1803 (17 de Mayo), el Gobierno español había organizado las misiones en Gobierno independiente del Paraguay.

(11) Nro. 7.796, Noviembre de 1849. // Todo citado por Hernán Félix Gómez. “Vida Pública del Dr. Juan Pujol (Historia de la provincia de Corrientes de Marzo 1843 a Diciembre 1859)” (1920). Ed. por J. Lajouane & Cia.

- Interpretación y datos del doctor Hernán f. Gómez

No está demás citar unos párrafos escritos por el doctor Gómez, que hacen referencia a esta etapa de la guerra contra Paraguay:

"El gobernador Virasoro, que no podía mirar impasible la agresión del Paraguay decreta, el 17 de Agosto de 1849, el estado de sitio en la capital de la provincia, declarándola en estado de defensa, así como la obligación de sus habitantes -sin excepción- de concurrir a la Comandancia de Armas para ser destinados.
"Se ordena poner a disposición de ella todas las armas, tanto de chispa como blancas. Reuniendo luego las fuerzas, avanza, y el Ejército paraguayo desocupa Misiones antes de su llegada.
"Ello no impide que el Paraguay continúe en sus manejos(12) y que formule con el Brasil un Tratado de Alianza Ofensiva-Defensiva contra Rosas. El tirano ordena secretamente a Urquiza y Virasoro se preparen para una guerra(13) pero éstos -en solemne entrevista- resuelven llevar a cabo el pensamiento lanzado en Alcaraz y salvar a sus provincias y a la República toda de semejante sacrificio".

(12) El número 8.272 (Junio de 1850) de “La Gaceta Mercantil”, contiene la carta del general Virasoro, instruyendo al general Oribe de los “procedimientos del gobernante rebelde de la provincia argentina del Paraguay”.
(13) Ramón Contreras; Lisandro Segovia; Juan Valenzuela; y José Alsina. “Colección de Datos y Documentos referentes a Misiones, como parte integrante del Territorio de la Provincia de Corrientes. Hecha por una Comisión nombrada por el Gobierno de ella” (1877), p. 85, (tres volúmenes), Corrientes.

La correspondencia de los hermanos Virasoro sigue siendo el obligado marco de referencia para clarificar los hechos y circunstancias que rodearon una invasión que se proponía, en detrimento de los intereses y aspiraciones de la provincia, el derrocamiento de las legítimas autoridades y el desconocimiento de las más elementales normas de convivencia.

- Solano López interviene en el avance paraguayo

Reforzadas las tropas paraguayas y destituido Legueisa del mando por las combinaciones hechas con los emigrados correntinos radicados en el Brasil, asumió su mando el general Francisco Solano López(14).

(14) Citado en la obra de Manuel Florencio Mantilla. “Crónica Histórica de la provincia de Corrientes” (1928), tomo II, capítulo XIII: “Guerra contra la Tiranía de Rosas. 1846-1850”, parágrafo 218. Notas biográficas por Angel Acuña, Buenos Aires. Ed. Juan Ramón y Rafael Mantilla (Nota del Editor).

Para escarmentar y ahuyentar a las milicias correntinas, quebrar la guerra de recursos que desarrollaban y recuperar los arreos de ganado vacuno y yeguarizo hechos por aquéllas, emprendió López un movimiento de avance hacia el sur llegando hasta las proximidades de la barra del Aguapey, en el Uruguay; de allí desprendió una columna al mando de Estigarribia, que llegó hasta el pueblo de La Cruz, siendo rechazada por el comandante Miño.

El 23 de Agosto de 1849, José Antonio Virasoro -desde Restauración- confirmó que Francisco Solano López con cuatro mil hombres, desde Santo Tomé, se aproximaba al arroyo Aguapey y que su vanguardia estaba comandada “por el traidor José Domingo Abalos”:

“... Por noticias positivas que he adquirido -agrega- sé que la fuerza paraguaya, en el tiempo que ha permanecido en Santo Tomé, ha sido constantemente auxiliada -del pueblo brasileño de San Borja- con carne para su mantención, habiéndoles proporcionado a más doscientos caballos y diez cajones de armamentos...”(15).

(15) Carta de José Antonio Virasoro a Benjamín Virasoro, 23 de Agosto de 1849. // Citado por Roberto Gustavo Pisarello Virasoro y Emilia Edda Menotti. “Los Virasoro en la Organización Nacional” (Septiembre de 1997). Ed. Talleres Gráficos Gráfica Integral, Buenos Aires.

Benjamín -con esa documentación en sus manos- mantuvo informado a Justo J. de Urquiza. Desde San Roque escribió el 4 de Septiembre y el 6 de Octubre de 1849, notificando -según informes dados por el teniente coronel Zenón Pérez, jefe de la fuerza del Departamento de Ensenadas-

“... que en la noche del 4 del corriente pasó el río Paraná y ocupó el pueblo abandonado de Itatí, sobre la misma costa, una horda de cinco mil salvajes unitarios paraguayos y que -según declaración de algunos vecinos que fueron tomados y pudieron después escaparse- el objeto que se proponen es marchar sobre la capital, de la que distan quince leguas; y considerando el infrascrito efectiva esta operación, que la practicarán simultáneamente por el río con las embarcaciones de guerra que tienen, ha dispuesto reunir a la mayor brevedad todas las fuerzas de la provincia -que no están en observación- sobre los otros puntos de ella, que V. E. sabe tienen ocupados los mismos salvajes unitarios, para con éstas dirigirse sobre la capital a batir el Cuerpo que pasó en Itatí...”(16).

(16) Benjamín Virasoro a Justo José de Urquiza, San Roque, 6 de Octubre de 1849. // Citado por Roberto Gustavo Pisarello Virasoro y Emilia Edda Menotti. “Los Virasoro en la Organización Nacional” (Septiembre de 1997). Ed. Talleres Gráficos Gráfica Integral, Buenos Aires.

- Movimiento de Itatí

El 4 de Octubre de 1849, el teniente Manuel Antonio Vallejos, apodado “el Pájaro”, encabezó un movimiento en Itatí en comunión con los emigrados en Paraguay y con las tropas destinadas en Caá Catí.

Derrocaron a las autoridades federales, deteniendo al Comandante Militar Inocencio Corrales, a su hermano Francisco, al teniente Vicente Miño y al sargento Chiingo. Contaban con el apoyo de una compañía de 50 hombres del escuadrón de Itatí, a cuyo frente estaba el coronel Timoteo Villanueva.

Al tener noticias del levantamiento “de los rebeldes salvajes unitarios y los indios de Itatí”, el gobernador delegado Miguel Virasoro ordenó el avance de fuerzas veteranas de la ciudad y de una escuadrilla compuesta por los buques “Adelaida” y “María Manuela”, al mando de su hermano Cayetano Virasoro.

Manuel Vallejos, pidió protección al comandante José Hilario Escobar, Jefe de la Guardia paraguaya del Cerrito. Este envió tropa a Itatí para protegerlo y facilitar el pasaje del río de los sediciosos vencidos y de 400 emigrados; durante la operación, lucharon con las tropas de Corrientes.

Insurrectos y emigrados llevaron consigo la Imagen de la Virgen de Itatí y los prisioneros tomados durante la sublevación fueron alojados en la Guardia del Cerrito; se les proveyó de subsistencia y socorros.

Por exigencia del gobernador delegado de Corrientes, coronel Miguel Virasoro, el jefe paraguayo entregó -pocos días después- al Comandante Militar de Itatí, Zenón Pérez, a los prisioneros llevados por los sublevados: Inocencio Corrales, jefe militar de Itatí; Francisco Corrales, Vicente Miño e Inocencio Delgado.

El número de los complotados era pequeño en comparación con los efectivos destinados a repelerlos, pero Miguel Virasoro temía el apoyo pleno de los paraguayos -como lo expresara el día 6 de Octubre- Benjamín Virasoro en carta a Urquiza.

Manuel A. Ocampos, gran soldado de caballería que comandaba las fuerzas federales, no encontró la resistencia pensada, ya que los itatienses habían preferido abandonar el lugar hacia la costa paraguaya, llevando en peregrinación la Imagen de la Virgen, en un éxodo similar a los que se encuentra en la historia de América ante peligros imposibles de superar.

El Destacamento paraguayo de Itá Corá -enterado de los acontecimientos- prestó ayuda a los aterrados pobladores, llevándolos al Paraguay.

Si bien el hecho no alcanzó la magnitud que le atribuyó el Gobierno de Corrientes, Miguel Virasoro exageró su importancia, como se desprende del contenido de su carta a Benjamín, del 8 de Octubre de 1849:

“... Los traidores cobardes itatianos han sido completamente destruidos y arrojados al otro lado del Paraná protegidos por los viles esclavos del imbécil paraguayo López, según instruye el Parte original que se incluye para el superior conocimiento de V. E.
“Este golpe, Exmo. Señor, será una lección de desengaño para todos los cobardes que ocultamente hayan tenido parte con la maldad de aquellos desnaturalizados.
“Por tan próspero desenlace felicito a V. E. muy cordialmente recomendando al mismo tiempo al Jefe de nuestras fuerzas, coronel Manuel Antonio Ocampos, y a todos sus valientes compañeros.
“Dios guarde a V. E.”.

El gobernador propietario -a su vez- desde San Roque al día siguiente, 9 de Octubre de 1849, delimitó con dureza al movimiento:

“El infrascrito ha recibido con satisfacción la Nota de V. E. de ayer ocho por la que queda instruido que los infames traidores itatianos fueron ejemplarmente castigados por los leales valientes soldados de San Luis y Ensenadas a las órdenes del acreditado coronel, don Manuel Antonio Ocampos, según lo demuestra en su Parte que acompaña.
“El infrascrito ve por el mismo Parte que su cálculo no fue equivocado -según lo previno a V. E.- de que era un suceso aislado, de los perversos itatianos, cuando le ordenó adoptar las medidas que le indicó, en su Nota oficial del 7; y, por lo mismo, no estar conforme en que hayan habido instigadores para este movimiento que, en sí, sólo ha demostrado únicamente obró la maldad y perfidia de los indios de Itatí, escoria del pueblo correntino”.

Urquiza -desde San José- felicitó a Benjamín Virasoro por la rapidez en sofocar la rebelión.

Como medida preventiva se dispuso establecer un Destacamento Militar en San Isidro, Departamento de Itatí, a cargo del coronel Zenón Pérez, quien se destacó por su corrección y eficiente accionar hasta 1851, año en que murió en el mismo paraje.

Las medidas punitivas superaron la gravedad del alzamiento que no tuvo consecuencias en el resto de la provincia, que siguió disfrutando “de completa tranquilidad”, según expresiones del mismo Benjamín Virasoro.

- Derrotas paraguayas en la costa del Uruguay

Reforzadas las tropas correntinas con las fuerzas movilizadas -los coroneles Simón Payba (de Goya), Nicanor Cáceres (Curuzú Cuatiá y Paiubre)- López se replegó sobre los Quayces y de allí sobre El Hormiguero, retirándose finalmente a las gargantas de Loreto y San Miguel.

Los combates librados el 14 de Julio, el 4 de Agosto y el 28 de Septiembre de 1849 fueron contrarios a los paraguayos. Los destacamentos avanzados del acantonamiento de Loreto fueron sorprendidos y derrotados; López hizo formar causa a los jefes vencidos, Francisco Meza y Juan de Dios Acosta, y los hizo fusilar.

Independientemente de la marcha y operaciones de las citadas divisiones, fuerzas paraguayas se apoderaron de la Isla de Apipé, donde expulsaron a sus pacíficos habitantes que se ocupaban del corte de maderas e incendiaron sus poblaciones y las maderas ya beneficiadas.

- En 1850 se repiten las agresiones

En 1850 se repitieron las invasiones. El 19 de Mayo de 1850, desde su Campamento de San Roque, Virasoro avisó a Rosas que los paraguayos ocupantes de la Tranquera de San Miguel, en fecha 25 de Abril, desprendieron una columna de mil hombres en dos Cuerpos, descendiendo, uno, la margen izquierda del Aguapey a San Queró; y marchando, otro, a El Hormiguero (Santo Tomé)(17).

(17) Citado en la obra de Manuel Florencio Mantilla. “Crónica Histórica de la provincia de Corrientes” (1928), tomo II, capítulo XIII: “Guerra contra la Tiranía de Rosas. 1846-1850”, parágrafo 218. Notas biográficas por Angel Acuña, Buenos Aires. Ed. Juan Ramón y Rafael Mantilla 8Nota del Editor).

El primer Cuerpo -fuerte de quinientos hombres- pasó por San Queró y llegó hasta la barra del Aguapey, en el Uruguay; de allí se retiró a la Tranquera de San Miguel, el 30 de Abril de 1850.

El segundo Cuerpo, fuerte también de quinientos hombres, al mando del coronel Ojeda, llegó hasta El Hormiguero, sorprendió a la guarnición “cuyo jefe escapó por agua después de algunos tiros”; allí estableció su campamento, intimando a los pocos vecinos que quedaron “a abandonar el territorio dentro de ocho días, transcurridos los cuales los que fuesen hallados serían lanceados sin distinción alguna”; igual intimación se hizo a “todo estante o habitante desde el arroyo Aguapey arriba”; incendiaron las poblaciones de la campaña; talaron los campos; y el 30 de Abril de 1850 regresaron a su acantonamiento de San Miguel, llevándose de arreo todo el ganado vacuno y yeguarizo que pudieron reunir en su marcha.

- En busca de un cambio alternativo

El presidente Carlos Antonio López había tratado de dar pública explicación de la expedición militar en territorio de las misiones y Corrientes y en una Proclama “a las fuerzas nacionales en operaciones sobre el Uruguay y la Tranquera de Loreto”, señalaba que la necesidad de defender puntos importantes del territorio nacional exigía esa incursión:

“No vais a llevar la guerra a ningún Estado vecino -decía-; vais a sostener el buen derecho de vuestra patria”.

En realidad, lo que quería era franquear un camino para el libre paso de armamentos adquiridos en el Brasil, como observa con precisión Manuel Herrera y Obes en carta del 22 de Agosto de 1849 a Andrés Lamas. Con esa política -que selló con su particular personalidad años de la historia del Paraguay- planteaba la acción directa como única forma para recuperar territorios que, según su tesitura, pertenecían legítimamente a su Estado.

Despertaba un patriotismo exacerbado que le permitía proseguir con su metodología de un poder absorbente.

Su hijo, Francisco Solano López, que estaba al frente de las tropas, entre el sentimiento y la idea, consideró inoportuno el momento de la invasión, discrepando con actitudes asumidas por los exiliados unitarios que se apresuraron a designar un “gobernador” y con la personalidad de Morgenstein, gestor de la compra de material bélico a Fernández Chávez. Su postura se endureció más cuando se informó de las protestas de Rosas ante Brasil y el aprovisionamiento al Ejército de Observación de Urquiza.

Benjamín Virasoro, en carta a José Miguel Galán, gobernador delegado de Entre Ríos, del 20 de Octubre de 1849, daba a conocer -desde su Campamento en San Roque- el desconcierto reinante entre la tropa paraguaya y el giro favorable para Corrientes de la situación. Se alegraba muchísimo por “los aprestos que se hacen por el Señor General Rosas en Buenos Aires para la expedición”, y pasaba a informar que

“... la columna paraguaya que ocupaba la costa del Uruguay por Santo Tomé ha contramarchado hasta la del Paraná dejando totalmente abandonado el terreno que ocupaba.
“Hace tres días que me fue presentado un pasado perteneciente a la fuerza paraguaya que se halla en la Tranquera de Loreto; este individuo dice que la columna retirada de Santo Tomé ha sido dividida en dos Cuerpos: el uno, más considerable, ha venido a la Tranquera de refuerzo; y, el otro, ha sido destinado a Itapúa.
“Agrega también que el desaliento de toda esa tropa es grande; de aquí deducirá Ud. fácilmente el estado violento y precario de don Carlos...”.

En el mes de Septiembre llegó a Goya el cargamento enviado por Rosas, bajo la custodia del teniente de marina Mariano Cordero; se destinó a San Roque una partida y el resto a la capital.

Ante esta realidad, Carlos A. López, para lograr un equilibrio en la política seguida con la Confederación y con Brasil, propuso a Rosas un entendimiento previo para coordinar en el futuro el reconocimiento de la independencia del Paraguay, la renovación del Tratado de Federación del 12 de Octubre de 1811 y la formalización de una alianza militar.

Benjamín Virasoro, en carta a Urquiza del 21 de Octubre, daba cuenta de esa gestión de López para buscar la eliminación de los antagonismos existentes :

“Tengo la satisfacción de comunicarle ... haber recibido participación del Exmo. Señor Gobernador Delegado de la llegada el día de ayer a la capital, de un oficial enviado por el Gobierno de la provincia del Paraguay, conduciendo comunicación oficial para el Exmo. de la de Buenos Aires, Encargado de Relaciones Exteriores y de los Asuntos de Paz y Guerra de la Confederación, la cual ha sido despachada por un expreso, por la vía del río Paraná, a fin de evitar toda demora.
“La antedicha comunicación oficial fue dirigida al infrascrito con la Nota... El aspecto próspero que presenta la apertura de esta nueva negociación, en la cual el infrascrito toma toda aquella parte que le corresponde, lo impulsa a anticipar a V. E. sus más cordiales felicitaciones”.

Pero la incongruencia de las propuestas conciliadoras de López no fueron consideradas como un sincero y riguroso instrumento para superar la situación. Rosas se limitó a una cortés pero escueta respuesta, acusando recibo de la Nota, y el “Comercio del Plata”, al comentar la iniciativa, la calificó como producto de la ingenuidad de López.

En efecto, la permanencia de tropas paraguayas en Tranquera de Loreto y en la isla Apipé restaban sinceridad a las palabras de López, por lo que la Legislatura de Buenos Aires -el 19 de Marzo de 1850- autorizó al gobernador de Buenos Aires “para disponer sin limitación alguna de todos los bienes ... hasta tanto se haga efectiva la reincorporación de la provincia del Paraguay a la Confederación Argentina”.

En 1851, en carta de Marzo 15, Virasoro dá estos datos a Oribe:

“Se calcula en 3.000 hombres la fuerza paraguaya situada entre las tranqueras de Loreto y San José. Permanece estacionada de un modo que no llama nuestra atención. Pequeños destacamentos colocados en observación sobre ella, forman la única defensa.
“Las tentativas que han hecho sobre el territorio no les han dado resultado, pues no han conseguido recursos. En Mayo de 1850 hicieron correrías por los campos de Santo Tomé, pero sólo consiguieron destruir su caballada”(18).

(18) El comercio brasileño vendía fuertes partidas de armamento al Gobierno del Paraguay, con la complacencia de las autoridades del Imperio. Era introducido por Río Grande del Sur y entregado en las costas del río Alto Uruguay. (Nota del Editor). // Citado por Manuel Florencio Mantilla. “Crónica Histórica de la provincia de Corrientes” (1928), tomo II, capítulo XIII: “Guerra contra la Tiranía de Rosas. 1846-1850”, parágrafo 218. Notas biográficas por Angel Acuña, Buenos Aires. Ed. Juan Ramón y Rafael Mantilla.

Additional information