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Traslado a las ruinas jesuíticas

A fines del año 1860 -el 2 de Noviembre- un grupo formado por noventa y dos vecinos, entre los que se contaban no pocos de los que dos años atrás habían clamado al coronel Silva para que el pueblo fuese trasladado al paraje denominado Tapera de Ponce, se dirigió al gobernador Rolón pidiendo que el pueblo quede en El Hormiguero:

Hoy -decían- desgraciadamente, por contemplación, varias personas que no tienen una estaca clavada en esta comarca ni pretenden clavarla, son las que más influyen que se mude el pueblo en el antiguo pueblo de Santo Tomé, sin atender las desventajas que manifiesta ese lugar y sin atender el gran perjuicio que va a sufrir el pobre vecino, porque toda vez que se cierre el puerto de El Hormiguero y se mude la autoridad local, quedarán ciertamente nuestras casas reducidas a meras chacras, como si nosotros nos hubiéramos poblado en este jugar por capricho o a nuestro antojo.
Todas estas circunstancias dan una idea muy clara que tal proyecto de mudanza es contra todas las disposiciones de la ley. Nosotros no podemos ni nos proponemos a privar a nadie que pueble o no pueble las ruinas de Santo Tomé; nosotros queremos que el pueblo sea aquí, a donde ya está delineado y con varias casas sobre las trazas, así como la autoridad local y el puerto de El Hormiguero habilitado para el debido desarrollo de nuestro comercio(1).

(1) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial. Año 1860. Legajo Nro. 106. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

El Gobierno no tomó resolución alguna, pero varios vecinos -conocedores de esta petición- dirigidos por el comandante Alvarenga, que era hombre de no ceder un palmo de sus atribuciones y el receptor de Rentas Nacionales, don Juan Ventura Montaña, decidieron trasladarse al viejo Santo Tomé. No se conserva en el Archivo Provincial el documento que refiera los pormenores del traslado y que sin duda alguna debió dirigir el comandante Alvarenga al Gobierno en cumplimiento de sus deberes como funcionario(2).

(2) Monitor Quiroga, en un opúsculo publicado en 1913, con motivo del cincuentenario de Santo Tomé, dice que la iniciativa de trasladar el pueblo correspondió a los vecinos Juan Ventura Montaña y Cesáreo Augusto Centeno y que “los dos vecinos nombrados, perseverando en su noble iniciativa, se dirigieron al Gobierno solicitando el restablecimiento oficial del pueblo de Santo Tomé y, con objeto de activar la resolución, uno de ellos fue especialmente para eso a Corrientes”.
En el Archivo General de la Provincia no hemos podido hallar la Nota citada por Quiroga, que dirigieron -al parecer- conjuntamente, ni tampoco obtuvimos información sobre el viaje de uno de ellos a la Ciudad de Corrientes. Conviene señalar que Quiroga escribió la parte histórica de su monografía sin ningún fondo documental, sino solamente en base a tradiciones familiares recogidas en forma oral, en las que, con frecuencia, el informante pone en pose histórica a sus ascendientes.
La ejecución del traslado debió operarse con el consentimiento y colaboración del comandante Alvarenga, quien resumía en su persona -aparte de la autoridad militar- las funciones de Juez de Paz. Después del gobernador, era la más alta autoridad departamental. Montaña era solamente Receptor de Rentas Nacionales, equivalente hoy a Encargado de la Aduana.
La traslación de Santo Tomé desde San Juan de El Hormiguero a la vieja reducción jesuítica, más que la obra de una o dos personas, fue la consecuencia de un anhelo largamente sentido. “Hay bastante disposición para poblar este distrito”, apuntó el ilustre viajero francés Martín de Moussy, en sus notas de “Viaje...”, escritas en 1855. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

Se sabe por tradición que un buen día de fines de 1860 un considerable grupo de vecinos efectuó un paseo hasta las ruinas del pueblo jesuítico y que, en esa oportunidad, el cura de La Cruz, fray Cándido Barbieri, llevado ex profeso, ofició entre las ruinas del antiguo templo, desbrozado por los marineros del resguardo. Allí se había improvisado un altar que fue techado con cueros.

En oportunidad de esa ceremonia, el citado sacerdote impartió entre numerosos fieles los sacramentos del bautismo y el matrimonio, a cuyo término un baile -organizado en un sector de la plaza- puso la nota alegre entre los excursionistas que regresaron a El Hormiguero con el ánimo de establecerse definitivamente entre las ruinas jesuíticas.

Cuenta asimismo la tradición oral recogida por “La Opinión” de Santo Tomé, del 27 de Agosto de 1913, que muy poco tiempo después, en día imprecisable, comenzó a operarse la repoblación del viejo Santo Tomé. El primero en regresar fue el receptor Montaña quien, echando mano a las piedras que se hallaban por doquier, mandó levantar su vivienda aprovechando dos altas paredes de piedra que aún se conservaban, a media cuadra de la plaza hacia el Este, estableciendo allí su oficina y residencia particular.

Lo siguió don Cesáreo Centeno, quien se ubicó frente a la plaza, sobre la calle denominada actualmente Bartolomé Mitre, aprovechando las paredes laterales de otro edificio jesuítico y los pilares que sostenían el corredor del frente. Allí se instaló su hijo Paulino, con un pequeño negocio, mientras se demolía la casa que tenía en El Hormiguero y se llevaba los materiales con los que levantó -poco después- la primera casa nueva, en la esquina de la plaza formada por las calles denominadas hoy con los nombres de Bartolomé Mitre y Angel S. Blanco.

Luego vino don Filisberto Caldeira de Fontoura, brasileño establecido en el departamento desde el año 1856, quien mandó construir un rancho a una cuadra de la plaza, hacia el oeste, en la esquina N. E. de las calles San Martín y Patricio Bertrán.

Tras ellos se mudó el comandante Alvarenga, levantando un rancho para la Comandancia, a dos cuadras al oeste de la plaza, sobre la calle denominada actualmente Brasil. Su vivienda edificó en la esquina formada por las calles actualmente denominadas San Martín y Patricio Bertrán, donde está la confitería “Ideal”.

Les sucedió el médico del pueblo, doctor Antero del Rivero, quien hizo construir un rancho en el solar donde hoy se levanta la casa de la familia Sarasúa, en la calle Patricio Bertrán.

Ateniéndonos al testimonio de don Pedro Benjamín Serrano, el núcleo de familias repobladoras no fue muy numeroso, “puesto que apenas eran quince, según así lo aseguran personas que pertenecen a ellas y existen aquí(3).

(3) Pedro Benjamín Serrano. “Guía General de la Provincia de Corrientes” (1901), Corrientes. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

Después fue operándose en forma sostenida el traslado de casi todo El Hormiguero, quedando allí muy pocos vecinos, en su mayoría boteros o pescadores, cuando no contrabandistas.

Es curioso advertir cómo muy pocos de los primeros repobladores del viejo Santo Tomé eligieron los terrenos lindantes con la plaza. Procedieron así porque la plaza y sus calles lindantes habíase convertido en un verdadero bosque de naranjos, que el doctor Del Rivera, al mensurar el pueblo, hizo talar muchos de ellos, dejando en pie alrededor de la misma más de cien árboles de esa especie que ponían una nota de agreste belleza.

Apenas comenzado el año 1861 -fue el 1ro. de Enero- un grupo de vecinos, encabezado por Alvarenga, Montaña, los hermanos Juan León y Ceferino Belásquez, don Cesáreo Centeno y don Luciano Enrique, “ansiosos de realizar el bello programa de unión y de concordia que el ilustre capitán, general Urquiza, propone en sus respetables cartas a los jefes de esta provincia... reconociendo en el periódico ‘La Libertad’ -que se publica hace algunos meses en la provincia- el órgano de las extraviadas ideas y principios funestos de los demagogos, persuadidos de que ese papel incendiario ha sido lanzado entre nosotros para indisponernos contra la autoridad legítima provincial, para anarquizarnos y despedazarnos después en provecho de ruines ambiciones... hemos resuelto pedir, como pedimos, en nombre de la felicidad a que todos tenemos derecho a aspirar, que nuestro digno gobernador haga cesar inmediatamente la publicación del periódico ‘Libertad’(4).

(4) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial. Año 1861. Legajo Nro. 107. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

Análogos pedidos -que entrañaban una burda farsa- llegaron desde los pueblos del Interior hasta el gobernador, canónigo Rolón quien, el 10 de Enero de dicho año, dispuso la clausura de “La Libertad”, periódico opositor a su Gobierno, fundado y redactado por el doctor Juan Eusebio Torrent.

A partir de entonces, la crónica de Santo Tomé comienza a contarse desde el antiguo escenario jesuítico. El afluir constante de pobladores, algunos nuevos y los más llegados de El Hormiguero, prontamente dio fisonomía vital y laboriosa al pueblo, cuyos vecinos -por iniciativa de don Cesáreo Centeno- se dieron a la tarea de celebrar, modesta pero dignamente, el aniversario de la revolución de Mayo.

El 25 de Mayo de 1861 se reunió el vecindario en la vieja plaza -donde siglos atrás los jesuitas y sus catecúmenos habían realizado festivales de danzas y representaciones teatrales- para honrar a la patria entonando el Himno Nacional, cuyas estrofas aladas y eternas resonarían acaso por primera vez en ese raro escenario formado por ennegrecidas ruinas y por un monte que asomaba sus verdes frondas al río milenario, para espejarlas en sus aguas.

Era como si ese modesto orfeón expresase con bronca voz una honda vocación de libertad y de trabajo. Era como si rubricasen con azul y blanco el acta bautismal de un pueblo que renacía.

- La mensura

El gobernador, presbítero José María Rolón conminó -a mediados de 1860- al agrimensor, doctor Del Rivero, a realizar los trabajos de mensura de Santo Tomé, tarea que le había encomendado su antecesor, el doctor Juan Gregorio Pujol, el 30 de Junio del año anterior.

No tuvo resultado entonces, renovándole el 9 de Septiembre de 1861 la orden respectiva. Más, ante los hechos consumados, este agrimensor decidió efectuar su trabajo no ya en la Tapera de Ponce, sino en el pueblo viejo. Dio comienzo a sus tareas el 7 de Octubre de ese año, reuniendo en la plaza a “todos los vecinos del pueblo”, a quienes leyó en alta voz la orden gubernativa, nombrándose a los vecinos Ceferino Velásquez, Luciano Enrique, Ramón F. Alvarenga, Juan León Belásquez, Tomás Bayala, Luciano Benítez, Antonio Hilario, Sebastián García, Juan Francisco de Mello, Fortunato Moretton, Abelardo Escalada, José Mariano Vega, J. M. Leal y Aurelio Viilalonga, para suscribir el acta, juntamente con el agrimensor y el comandante Alvarenga:

Así combinados -dice el Acta- inauguramos el trabajo, enarbolando en el centro de la plaza el estandarte correntino. Alocuciones, vivas, cohetes y regocijo general animaron el acto, dejándose para la conclusión del trabajo librar y firmar esta Acta.
A continuación -agrega el documento- se empezó la mensura, cuadrando la plaza que tenía una forma cuadrilonga, de donde se tomó punto de arranque para la mensura del pueblo y chacras, para lo cual, previamente el señor doctor había recorrido cuidadosamente todo el terreno, mensurándolo en circunvalación, el cual es comprendido entre los límites río Uruguay y arroyo Itacuá y Piray, los cuales toman o siguen al oeste y, pasando el uno por el norte y el otro por el sur, limitan el terreno.
La mensura se ha ejecutado con prolijidad, rozando en brechas el espeso monte que cubre estas ruinas y amojonando las manzanas y chacras con piedras y trozos de madera de ley(5).

(5) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Expedientes de Tierras Legajo Santo Tomé. Expediente Nro. 3624. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

Al término de su labor, que duró desde el 7 de Octubre de 1861 hasta el 20 de Enero de 1862, el agrimensor entregó al comandante Alvarenga dos mapas -inhallables en la actualidad- trazados “en punto mayor, iluminados, los cuales son de un solo tenor”, para remitir uno con el Acta referida y otro ser guardado en la Comandancia, “con un libro de registro en el cual constan los nombres de las personas poseedoras de chacras pobladas, al costado de los números que los determinan en el mapa para, de ese medio, tener exacto conocimiento de ellas, así como las que se soliciten en el futuro”.

El doctor Del Rivero mensuró ciento noventa y seis manzanas, de ciento cincuenta varas por lado, divididas en seis solares, separadas entre sí por calles de veinte varas y cuatrocientos ocho chacras, dejando entre éstas y el pueblo, hacia el oeste, una lonja separatoria de más de trescientos metros de ancho.

Comerciantes y vecinos ayudaron a sobrellevar los gastos de mantenimiento de los trabajadores. Participaron de esas tareas, los peones José Antonio de los Santos, Pedro Jara, Guillermo Ramírez, Juan Alvarez, Manuel Castillo, bajo la inmediata dirección de don Tomás Bayala, a quienes se abonó $ 14 y 6 reales. Se consumieron 83 arrobas de carne, pagándose por ese concepto $ 51 plata y 7 reales y se gastó en hachas $ 7 plata y 2 reales.

Esta mensura dio fisonomía orgánica al pueblo. Sin embargo, provocó protestas de algunos vecinos que, establecidos inmediatamente después de la mudanza de El Hormiguero, habían levantado sus viviendas sin obedecer a delineamiento alguno, sino a los señalamientos realizados verbalmente por el comandante Alvarenga, basándose en el desdibujado trazo jesuítico.

La casa del propio agrimensor quedó fuera de línea, siendo el de los primeros en rectificar el error. De esa situación da testimonio el oficio que, con fecha 3 de Septiembre de 1863, pasó al Gobierno el Juez de Paz, don Pascual de Isasa:

Luego que el agrimensor, doctor Antero Del Rivero, practicó la nueva delineación, resultaron quedar algunos ranchos en calles y otros adentro de los sitios, siendo estos pertenecientes a don José María Estrella y don Fortunato Moretton.
Los que han quedado fuera de las líneas de las calles, ranchos hoy de poco valor, son pertenecientes a don Juan León Belásquez, que quedó cinco cuartas a la calle; a don Tomás Bayala, siete cuartas, también fuera de la calle; y de don Juan Beraldo, cinco cuartas a la calle.
Los que han quedado en medio de la calle pertenecen a don Antero Del Rivero y don Eugenio Miño. Después de practicada la nueva mensura, se han edificado y están en linea catorce casas, la que menos vale 350 pesos y pertenecen a los señores siguientes: Dn. Juan Ventura Montaña, Dn. Francisco Lezcano, Dn. José Mariano Vega. Dn. Emilio Pereyra de Escobar, Dn. Ramón A. Saráchaga, Dn. Cesáreo Centeno, Dn. José de los Santos Ferreyra, Dn. Abelardo Escalada, Dn. Eugenio Ramírez y Dn. Manuel Paniagua(6).

(6) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial. Año 1863. Legajo Nro. 114. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

- Luchas políticas

Producida la revuelta de Diciembre de 1861, cuya inmediata consecuencia fue la caída del gobernador, presbítero doctor José María Rolón, las nuevas autoridades confirmaron provisoriamente a Alvarenga. Pero, a mediados de Febrero del año siguiente, se regularizó la situación del departamento, designándose al capitán don Tomás Araujo para el cargo de Comandante Militar y Juez de Paz.

En los días inmediatos al movimiento insurgente, don Juan Ventura Montaña, “por el ánimo de descarada oposición al espíritu unánime de libertad de todo el país” -¡cuándo había cambiado Alvarenga!- fue remitido preso hasta Paso de los Libres, donde estaba el coronel Isidoro F. Reguera, jefe de las fuerzas insurrectas de ese departamento y de las de La Cruz y Santo Tomé.

Previa reconvención de Reguera, Montaña fue puesto en libertad, dirigiéndose a Uruguayana, para conferenciar con don Víctor Silvero, conspicuo personaje del Gobierno caído. A su regreso a Santo Tomé, fue ofreciendo dinero para operar un movimiento armado que restituiría el Gobierno al doctor Rolón, llevando sus tentativas hasta el coronel Juan León Belásquez, con resultado negativo.

Consecuencia de esto fue que Alvarenga remitió nuevamente a Montaña ante el coronel Reguera, “para que le dé ocupación útil al país”. Montaña fue entonces relevado del cargo, nombrándose reemplazante a don Juan Savall.

Araujo tomó posesión del cargo el 11 de Marzo de 1862. Seis días después escribía al gobernador José Manuel Pampín:

Los utensilios del Juzgado no deberían ser mencionados, pues al tomar la mesa que allí figura, se deshizo y, la silla se compone del armazón sin asiento...
En este departamento, Exmo. Señor, hace ya notable falta una escuela de primeras letras que guíe a los niños al camino del estudio y la virtud. Aquéllos son ya numerosos y desheredados(7).

(7) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial. Oficio del 17 de Marzo de 1862. Legajo Nro. 111. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

Y el 11 de Abril proseguía en su afan constructivo:

A consecuencia de ser muy extensa la delineación de este pueblo y estar marcados en ella tres solares por cuadra, de 150 varas, la población se aumenta inclinada hacia afuera, alejándose de la costa y aislando también la plaza, creándose así una dificultad que, más tarde, perjudicará en algo su prepio comercio(8).

(8) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial. Oficio del 17 de Marzo de 1862. Legajo Nro. 111. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

Proponía, como solución, dividir las cuadras en cuatro solares, para favorecer la edificación.

Comprendió asimismo Araujo, el problema que representaba la ausencia de personal judicial en una zona tan amplia y sugirió al Gobierno el establecimiento de dos pedanías, “para poner tregua a la vez a los robos y desórdenes en que está este departamento(9). El Gobierno designó para esos cargos a Arístide Stephani (h) y Augusto Barvié. Poco después, Araujo nombró a Felipe Tamareu, Juez Pedáneo de San Javier.

(9) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial. Oficio del 17 de Marzo de 1862. Legajo Nro. 111. Oficio del 18 de Marzo de 1862. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

Llevados del ardiente deseo de que el departamento, hoy día uno de los más poblados de la provincia, sea también representado en el H. Congreso Legislativo de ella por un diputado; que siendo elegido en él, sea el representante nato de una subdivisión territorial vasta y población competente”, ochenta y cinco vecinos -presididos por el comandante Araujo- solicitaron, en Octubre de 1862, al gobernador José M. Pampín, gestione ante la Legislatura la obtención de un diputado, justo deseo que, recién en el año 1867, iba a concretarse.

Fue preocupación de Araujo dotar al pueblo de una escuela. Angustiado por la imposibilidad de conseguirla, el 27 de Febrero de 1863 escribía al Gobierno:

Presentemente no existe en este Departamento escuela alguna de enseñanza pública. No hay local dónde establecer dichas escuelas, faltan preceptores y hay que crearlo todo porque nada hay(10).

(10) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial. Año 1863. Legajo Nro. 112. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

Miserable era el local de la Comandancia y Juzgado. Un pequeño cuarto, con muebles destartalados, servía para tal fin. No había local para el cuerpo de guardia ni para la cárcel, “de donde se sigue -decía Araujo- que el desgraciado que tiene que sufrir la prisión, está expuesto a la intemperie, soportando a la vez dos castigos: el que le aplican las leyes y el que tiene que sufrir en una cárcel que es verdadero martirio(11).

(11) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial. Año 1863. Legajo Nro. 111. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

El Gobierno aceptó, en Marzo de 1863, la renuncia de Araujo, designando a don Hilario Cardozo para sucederlo. Era éste un antiguo y pudiente vecino, a la sazón muy achacoso y de escasas luces, circunstancia esta última, que él mismo, con ponderable sensatez, hizo notar al Gobierno al enviar su renuncia al cargo:

Santo Tomé -según expresiones de Araujo- tenía que luchar con grandes dificultades, originadas en su posición geográfica y por ser receptáculo de muchos hombres que, del Brasil y Paraguay, se trasladan a este punto, con más o menos delitos.
La esclavatura misma, que continuamente pasa del Brasil y, por fin, la extensión de esta frontera ,exige cuándo menos un juez apto, enérgico y, si es posible, militar, para que imponga el respeto debido a la autoridad que desempeñe este puesto(12).

(12) El 26 de Marzo, el gobernador Manuel Ignacio Lagraña designó al comandante Saturnino Miño, Jefe Político de las Misiones. La renuncia que hizo a ese cargo revela el estado de descomposición imperante en la campiña. “El Jefe Político o Comandante -expresaba- sea cuál fuere la persona, no goza de ningún respeto por sí solo en aquel lugar sin el apoyo de una Policía del Estado, pues aquel lugar, del que tengo buen conocimiento, es el asilo de algunos bandidos de la provincia y los del Brasil. Son lugares donde se han allanado todos los fueros de las autoridades correntinas y los habitantes particulares, por fuerza armada del otro lado del río Uruguay...
“Los habitantes de aquel lugar todos viven armados en sus casas, en sus paseos o visitas, en las diversiones y en sus trabajos, de pistola y sable o espada; algunos vecinos pacíficos tienen que hacerlo por precisión y así andan todos en actitud de guerra, que difícilmente podría distinguirse el bueno del malo”. Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial. Año 1863. Legajo Nro. 112. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

El gobernador Lagraña atendió las razones expuestas por Araujo y designó a don Pascual de Isasa, vecino afincado, ex Juez de Paz de Santa Ana en 1841, hombre de gran equilibrio espiritual y no escaso entendimiento. En esos días -el 13 de Abril- el presidente Mitre nombró a don Víctor Navajas para desempeñar el cargo de Receptor de Rentas Nacionales.

- La ley del 26 de Agosto de 1863

Ante el reclamo que hizo el doctor Del Rivera de sus honorarios, el Gobierno nombró, el 8 de Mayo de 1863, una comisión integrada per los agrimensores Carlos Lencisa y Juan Manuel Villar, para que dictamine sobre el trabajo realizado. El Poder Ejecutivo pasó todos los antecedentes a la Legislatura con fecha 5 de Junio de 1863:

El Gobierno -decía- ha creído conveniente dar cuenta de ello a V. H., a fin de que, si lo tiene a bien, se sirva aprobarla para subsanar la omisión que ha tenido lugar y para que en este caso se digne autorizarlo para hacer pago de los gastos que ella ha ocasionado”. Como se advierte, la preocupación del gobernador Lagraña radicaba en regularizar la situación del Poder Ejecutivo que había realizado gastos sin la correspondiente autorización legislativa. En ningún período del mensaje se halla noticia alguna sobre el restablecimiento del pueblo.

Este asunto movió a los diputados don José María Aguilar y don Angel J. Montiel a presentar el día 2 de Agosto, un proyecto de ley, cuyo texto expresa:

Art. 1.- Restablécese el extinguido pueblo de Santo Tomé con la denominación de General Paz.
Art. 2.- Facúltase al P. E. para hacer las erogaciones que demande la mensura y delineación del pueblo y sus ejidos(13).

(13) Archivo de la Honorable Legislatura de la Provincia de Corrientes. Año 1863. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

Obsérvese que, mediante este proyecto desaparecía la denominación histórica impuesta por los jesuitas, para honrar -en cambio- la memoria del ilustre vencedor de Caá Guazú.

El cambio proyectado no prosperó, dictando la Legislatura la ley cuyo texto expresa:

Los RR. de la Provincia, reunidos en Congreso General, sancionan con fuerza de Ley:
Art. 1.- Apruébase el establecimiento del extinguido pueblo de Santo Tomé.
Art. 2.- Facúltase al P. E. para hacer las erogaciones que demande la delineación del expresado pueblo a sus efectos.
Art. 3.- Comuníquese al P. E., Sala de Sesiones, Agosto 26 de 1863”.

Al día siguiente, el gobernador Manuel Ignacio Lagraña y su ministro, el doctor Juan José Camelino, suscribían la promulgación de la ley(14).

(14) Registro Oficial de la Provincia de Corrientes del año 1863. Corrientes. Imprenta de “La Fusión”, 1875. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

Este Departamento de Santo Tomé -había dicho “El Progreso” tres días antes, con voz de augur- se pone hoy en la perspectiva de merecer ya seriamente la atención del Gobierno por las riquezas que él posee y por la fertilidad de sus tierras”.

Inmediatamente tomó el pueblo un ritmo de progreso pausado, tan solo mientras duró la ocupación paraguaya. Durante los años 1864 y 1866 a 1868, muchos fueron los nuevos vecinos que, deseosos de arraigar, solicitaron al Poder Ejecutivo tierras para levantar sus viviendas, como así también los que habiendo edificado y cercado solares elegidos por sí, gestionaron la obtención de títulos que acrediten sus derechos.

Los trámites se realizaban en Corrientes, la mayoría de las veces por medio de apoderados, en razón de que no existía en el pueblo una Comisión Vecinal. Creada en 1864 la Comisión Inspectora Departamental encargada de la enseñanza pública y de la venta de solares, comenzó a funcionar recién en 1869. Este Organismo estuvo integrado, desde Mayo de 1868, por los señores Abelardo Escalada y Pablo Vessini, los que sin haber actuado, fueron sustituidos en Febrero de 1869 per los señores Pascual de Isasa y Arístides Stephani (h) y tuvo un valioso auxilio en los agrimensores Francisco A. Lezcano y Aurelio López de Bertodano pues, mediante sus conocimientos técnicos, la venta de la tierra pública no trajo aquí como en otros pueblos, problemas de ardua y enojosa solución.

A principios de 1865 se operó el primer ensanche del pueblo, cuyo desarrollo se orientaba hacia el oeste. Ante una solicitud de tierras formulada al Gobierno por don José Mariano Vega, el entonces Juez de Paz, don Pascual de Isasa, asociado al agrimensor Lezcano, mensuró la lonja de terreno que había dejado el Dr. Del Rivero hacia el oeste, entre el pueblo y la sección chacras; dividiéndola en manzanas, incorporó al trazado urbano el sector comprendido actualmente entre la calle Sarmiento y las chacras.

El pueblo prontamente fue recuperando y dilatando la fisonomía progresista que le habían impreso los jesuitas un siglo atrás. En 1866 ya habían levantado sus viviendas en torno a la plaza don Juan Ventura Montaña, el comandante Alvarenga, don Pascual de Isasa, don Saturnino Miño, don Abelardo Escalada, cuyo límite sur era el antiguo corralón de los Padres de la Compañía de Jesús; don Pascual Pucheta, doña Máxima Godoy, doña Miquelina Pain y, lindero a ésta, don Víctor Navajas. Allí también estaba la Comandancia y ahí se levantaría la iglesia. Entonces el pueblo comenzó a extenderse hacia el oeste, a lo largo de la calle Patria de Alvear.

- La nomenclatura urbana

El tantas veces recordado doctor Del Rivero, vinculado a la crónica del pueblo que renacía por su acción como médico y por sus tareas de agrimensor en el pueblo y en la zona rural aledaña, fue quien -hacia el año 1864- dio nomenclatura a las calles santotomeñas.

De sur a norte, las calles fueron nominadas Córdoba (hoy Rivadavia), Santa Fe (hoy Hipólito Yrigoyen), Patria de Alvear (hoy San Martín), Entre Ríos (hoy Bartolomé Mitre), Corrientes, Buenos Aires y Constitución (hoy Moreno).

De este a oeste fueron designados con los nombres de Montevideo (después San Martín, hoy Chaco), Jujuy, La Rioja (hoy Roque Saenz Peña), San Luis (hoy José Evaristo Uriburu), Santiagodel Estero (después Julio A. Roca, hoy Angel S. Blanco), Tucumán (hoy Dr. Patricio Bertrán), Salta (hoy Avenida Brasil), Mendoza (hoy Paulino y Miguel Centeno), San Juan (hoy Julio A. Roca), San Javier (hoy Independencia) y Uruguay.

La prudente y eficaz actuación de las autoridades asentó al pueblo sobre carriles de progreso. El comandante don Tomás Araujo (1863 y 1872), don Pascual de Isasa (1863 y 1865), los comandantes Saturnino Miño (1864), Félix Ramón Alvarenga (1866), Daniel Vargas (1867), el mayor José Joaquín Sosa (1869), don Angel Acuña (1870), don Juan Savall (1870 - 1871) y don Víctor Navajas (1873), vincularon sus nombres a la crónica de los primeros diez años de vida orgánica del pueblo.

- Escuela e Iglesia

La suma del esfuerzo privado y la firme voluntad de los funcionarios trajo como consecuencia el ordenamiento urbano y el logro de dos puntos básicos -la escuela y la iglesia- sustentados por el comandante Belásquez, en 1857, y por sus sucesores.

Fue don Pablo Argilaga(15) el continuador de Zárate y Rolón, como maestro de la Escuela de Varones del pueblo incipiente y, doña Josefa Fernández dos Santos de Ferreyra, fue quien reabrió la Escuela de Niñas atendida tres años atrás por la señora de Leal(16).

(15) El 5 de Noviembre de 1863 fue aceptada la renuncia de Argilaga, designándose en su reemplazo a don Pedro Morllo, llegado de Alvear. Argilaga nació en España, en tierras tarraconenses, en el año 1820 y, falleció en Santo Tomé, el 14 de Julio de 1894. Fue una figura de ponderación y relieve que se destacó siempre en los diversos e importantes cargos desempeñados en Santo Tomé.
(16) La designación de esta maestra y de Argilaga, la efectuó el gobernador Lagraña muy pocos días antes de promulgar la ley de la repoblación.
// Todo citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

Argilaga había hecho funcionar la escuela a su cargo en su casa particular. La inauguración oficial de la primera escuela santotomeña abierta en local adecuado después del traslado del pueblo, permitió a los vecinos demostrar su afán progresista:

Después de luchar con infinidad de dificultades -decía Isasa, el 10 de Diciembre de 1863- inherentes a una población naciente y donde ha sido necesario crearlo todo, desde bancos, mesas y demás cuanto ha sido preciso, por medio de una suscripción levantada entre el vecindario, acaba de instalarse al fin, la escuela de varones, con doce alumnos, a cargo del Preceptor Dn. Pedro Morcillo, con fecha 4 del corrientes mes.
Puede decirse que la instalación de tan útil establecimiento ha sido un acontecimiento para este pueblo(17).

(17) Oficio publicado en “El Progreso”, de Corrientes, del 27 de Diciembre de 1863. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

Por la casa donde comenzó a funcionar la escuela, el Estado pagaba un alquiler mensual de ocho pesos. A mediados del año siguiente, en razón de haber Morcillo pasado a ejercer en Monte Caseros, se hizo cargo de la escuela -asistían 34 alumnos- don Pataleón Candia. La escuela de niñas, con 25 alumnas, estuvo atendida entonces por doña Justa M. Ortiz.

Por resolución del delegado eclesiástico, presbítero José Vicente Fernández, dictada a fines de 1864, fue dividido en dos el amplio curato de La Cruz, creándose de tal suerte el curato de Santo Tomé, del que se hizo cargo fray Cándido de Barbieri, quien prontamente se dio a la tarea de iniciar las obras del templo(18).

(18) En razón de la división dispuesta, el Delegado Eclesiástico dio al Padre Barbieri a elegir el curato que deseare. Este aceptó el curato de Santo Tomé y, en oficio del 24 de Diciembre de 1864, ofreció en venta al Gobierno la casa que poseía en La Cruz para sede de la escuela. La operación se concretó por la suma de $ 555 moneda metálica.
“Fray Cándido”, como gustaba firmar, estuvo hasta 1867 en Santo Tomé, secularizándose después. Era nativo del pueblo italiano de Nonántola, cerca de Módena, en cuya ciudad realizó estudios religiosos. Desde 1868 a 1873 fue párroco de Paso de los Libres, pasando luego a servir en el curato de Uruguayana (Brasil). // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

Fue padrino de la nueva iglesia, don Roberto G. Billinghurst, vecino de Corrientes y hacendado del departamento. Diversas circunstancias impidieron el inmediato comienzo de las obras del templo. El 16 de Junio de 1870 un grupo de vecinos se reunió en el Juzgado de Paz, “con el objeto de promover la creación de un templo”, resolviendo designar una comisión encargada de recaudar fondos y llevar a efecto la obra, la que estuvo presidida por el presbítero Tomás Montesano y Marsilli e integrada por don Víctor Navajas, como tesorero; don Aurelio López de Bertodano, como secretario; los señores Sebastián Aguerreberri y Pablo Argilaga, como vocales; y don Juan León Belásquez y Eugenio Miño, como suplentes.

Esta comisión dio comienzo a la obra del templo. “El edificio que se está levantando es de piedra -decía el 8 de Mayo de 1871- tiene de luz ocho varas de ancho por veinticuatro de largo y dos pies de espesor las paredes, que ya están a cinco varas de elevación, existiendo también la mayor parte de las maderas necesarias para el techo(19).

(19) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial. Año 1871. Legajo Nro. 144. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

Por su parte, el gobernador Baibiene decía en su mensaje de 1871: “En Santo Tomé está para terminarse el templo que comenzó a levantarse el año pasado, habiendo el P. E. mandado entregar los 2.500 pesos que V. H. votó para esa obra(20).

(20) Mensaje del gobernador Santiago Baibiene a la Honorable Legislatura, Corrientes. 1871. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

Según un Inventario de la ruinosa iglesia santotomeña, firmado el 31 de Diciembre de 1871 por el Padre Montesano y el síndico apostólico don Pablo Argilaga, es posible conocer la pobreza de entonces, pues solamente poseía un Ritual Romano bien encuadernado, una estatua de la Inmaculada Concepción, una campanilla y muy pocos manteles.

El nuevo templo, construido con piedras de la vieja iglesia jesuítica, fue inaugurado a fines de 1872, contando para ese entonces con lujosos ornamentos y vestiduras sacerdotales “como para cuatro iglesias”, según la expresión del P. Montesano, donadas por las damas santotomeñas:

Gracias a Dios, a la Virgen Sma. y al Apóstol Sto. Tomás, en el día veintiuno de este mismo mes, se inauguró la iglesia de este pueblo y precisamente en el día destinado por nuestra Sta. Madre Iglesia de festejar las memorias de dicho Apóstol, antiguo patrón de ese pueblo según la tradición”, escribía exultante el Padre Montesano al obispo de Paraná, el 29 de Diciembre de 1872(21).

(21) Esta documentación se guarda en el Archivo del Arzobispado de Corrientes, Carpeta correspondiente al Departamento La Cruz. En la madrugada del 11 de Enero de 1901 se produjo un incendio en la Iglesia, quemándose totalmente el Altar Mayor y varias imágenes.
La piedra fundamental del nuevo templo fue colocada el 26 de Enero de 1902. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.

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