Intento de traslado del pueblo
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Vimos cómo en 1842 alcanzó Santo Tomé jerarquía de departamento, aunque confusamente, considerado poco después por las autoridades empeñadas en la prosecución de la lucha contra la tiranía. Veamos ahora cómo ganó formas definitivas a partir del año 1856.
La actitud firme del comandante Martínez frente a la designación de Juez Pedáneo, recaída en don Pedro Jordal, trajo a la superficie el problema olvidado por los hombres de gobierno. Aclaremos que no se discutía la persona de Jordal, español avecindado desde 1830 en la provincia y de corto tiempo atrás en el pueblo, a quien sus contemporáneos le juzgaban como “sujeto reconocido por sus virtudes, buenos sentimientos hacia el país, hombre liberal y atractivo por naturaleza”(1).
(1) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial. Oficio del Juez de Paz de La Cruz, Waldo B. Zárate, del 6 de Abril de 1856. Legajo Nro. 98. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
Era una cuestión administrativa que, sin quererlo, le tocaba protagonizar a este buen vecino. El 3 de Abril de 1856 escribía Martínez al doctor Wenceslao Díaz Colodrero:
“Cuando el Gobierno pidió las propuestas para Juez de Paz y Pedáneos al de La Cruz, no sé en lo que habrá estado pensando para elegir a don Pedro Jordal, Juez Pedáneo del distrito Santo Tomé como departamento de La Cruz, cuando este departamento ha sido departamento separado como los demás y aquí existía un Juez de Paz departamental, que sus límites antiguos y reconocidos son desde el Cuay Chico hasta San Javier”.
Más adelante, cortaba el cordón umbilical con La Cruz: “Sólo me quiero entender con el Gobierno; quiero que todas las disposiciones emanen de la fuente principal, porque de este modo todas las disposiciones gubernativas marcharon por la debida senda y jamás habrá tropiezos ni equivocaciones en la marcha de este Juzgado”(2).
(2) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial. Oficio del Comandante Militar y Juez de Paz de Santo Tomé, Lino Antonio Martínez, al ministro Wenceslao Díaz Colodrero. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
Ninguna disposición gubernativa determinó entonces los límites departamentales, sin embargo que, para la intercomunicación oficial fue aceptada la proposición del comandante Martínez, concluyendo de tal suerte la relación de dependencia existente entre las autoridades de La Cruz y la pedanfía de Santo Tomé. Desde entonces comenzó a tener vida autónoma definitiva el Departamento de Santo Tomé, de cuyo amplio territorio se formaron, en 1870, el departamento de Candelaria y, en 1877, el de San Javier, hoy pertenecientes a la provincia de Misiones.
El mismo comandante Martínez, a poco de posesionarse del cargo, produjo un informe dirigido al Gobierno, mediante el cual es posible saber que la riqueza pecuaria del departamento estaba representada por 4.194 cabezas de ganado vacuno, 787 de caballar, 6.857 de yeguarizo y 880 de lanar y que en el pueblo había 11 casas de comercio(3).
(3) No fue dable al autor encontrar el original de este informe. Tenemos noticia de él a través del comentario publicado en “El Comercio”, de Corrientes, en su edición del 22 de Junio de 1856. La cifra consignada por Martínez, sobre el número de casas, no coincide con la establecida en el censo de 1854. Martínez dijo haber 115 casas y, según el referido censo, las casas alcanzaban a 144. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
- Intento de traslado del pueblo
Refiere un distinguido historiador correntino(4) que la repoblación de la vieja planta urbana de Santo Tomé data del año 1860 y que fue don Juan Ventura Montaña el hombre a cuyo esfuerzo y acción se debe tal acontecimiento histórico.
(4) Hernán Félix Gómez. “La Ciudad de Santo Tomé” (1942). // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
Más he aquí que un documento hallado en el Archivo General de la Provincia de Corrientes, evidentemente desconocido por el fecundo historiador, viene a evidenciar que la iniciativa de retirar la población de San Juan del Hormiguero y llevarlo al viejo cuadro jesuítico, correspondió al Comandante Militar don Juan León Belásquez, secundado por el incipiente vecindario.
A raíz de la muerte del comandante Martínez, el gobernador, doctor Juan Gregorio Pujol, designó a Belásquez para sucederle en el cargo. Bien pronto este funcionario cayó en la cuenta de que convenía proceder urgentemente a dar forma y planteo orgánico a ese conglomerado humano que, buscando fácil comunicación con el Brasil, habíase establecido en El Hormiguero, bajío insalubre y anegadizo.
La extensa Nota que el 13 de Julio de 1857 dirigieron un grupo de funcionarios y vecinos al doctor Pujol tiene un gran valor documental y es la expresión de un verdadero esfuerzo civilizador:
“Conociendo los que firman -decían- vecinos del Departamento de Santo Tomé que la prosperidad y engrandecimiento de él depende de dos puntos cardinales -poseer una iglesia con su respectivo cura y tener un pueblo situado en una localidad favorable al aumento correspondiente al progreso de su comercio y población- tomaron la resolución de cotizarse y juntaron una cantidad suficiente para edificar una capilla, siendo éste el primer impulso dado para efectuar y obtener uno de los puntos cardinales arriba referidos, ciertos de obtener lo demás, de la benevolencia paternal y la alta protección de V. E.
“Nosotros, Exmo. Señor, lo que esperamos y pedimos al Gobierno es que nos auxilie con los ornamentos y vestes para la iglesia y que nos mande un sacerdote morigerado e instruido y, al mismo tiempo, una orden terminante para que sea mudada esta población para el local del antiguo pueblo de Santo Tomé, siendo éste el segundo punto de nuestra futura prosperidad, pues que en todo este departamento no se encuentra una situación más linda, más rica y más peculiar que la de ese extinto pueblo.
“En este paso donde se va formando la población que se denomina Hormiguero, nunca podrá ser un pueblo formal por los obstáculos que hay en hacerse edificios sólidos, por estar circunscripto entre bañados pestilenciales y por las crecientes que todos los años lo anega, destruyendo todo lo edificado y causando gravísimos perjuicios a sus habitantes.
“Entretanto que en Santo Tomé no se dan semejantes obstáculos y acrece más por tener todas las comodidades para su progreso; posee inmenso material para hacerse buenas casas y el templo; lindos y grandes árboles frutales; maderas y buenas aguadas; una localidad saludable, por ser alta y libre de bañados; y, finalmente, un puerto muy superior al de este punto.
“En cuanto, Exmo. Señor, no poseamos un templo y un sacerdote, no podremos conservar nuestros hijos intactos de la inmoralidad y embrutecimiento que semejante falta siempre acarrea y muy principalmente no poseyendo nosotros una escuela de instrucción primaria, en donde la juventud pudiese al menos aprender los principios de moral imprescindibles a la felicidad y engrandecimiento de los pueblos y adquirir la instrucción suficiente para saber adquirir ese sentimiento conservador de su unión y riqueza.
“Venimos con toda confianza a los pies de V. E., a suplicar por la orden para la erección del pueblo de Santo Tomé y la licencia para edificarnos nuestra iglesia, el nombramiento de un cura y más tarde los ornamentos y demás para el dicho templo. ¡La falta de éste y del cura es más que todo sensible y perjudicial a este bello y rico departamento!.
“Sí, Exmo. Señor, es lastimoso que tengamos precisión de remitir nuestros hijos a un país extranjero, para allí recibir los Santos Oleos y si somos pobres no lo podemos efectuar por los grandes gastos. ¿Y qué se sigue de esto? Quedarán nuestros hijos sin bautismo y nuestras hijas sin maridos y, por tanto, amenazados de un futuro tristísimo, como suele suceder en este departamento en donde los casamientos son rarísimos y la inmoralidad trivial”(5).
(5) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial. Año 1857. Legajo Nro. 100. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
Firmaron este valioso documento, el comandante Belásquez; Filisberto Caldeira de Fontuora interventor de la Receptoría -¿era deudo de Filisberto de Caldeira Brant Pontes, marqués de Barcena?-, Saturnino Miño, Receptor; José Joaquín de Souza Chimango; por el capitán Ceferino Belásquez lo hizo Joaquín Díaz Leal; Pedro J. de Rosas, comerciante; Manuel Borges da Rocha; Cipriano Vallejos; José María Estrella, comerciante; Pedro Pablo Hernández, hacendado; Pedro de Almeida Mella; Juan Belásquez; Cirilo Balbuena; Juan Veraldo Verne; Juan Francisco Verne; José Ignacio da Cruz, hacendado; Hilario Cardozo, hacendado; Eleuterio Gonzálvez, hacendado; Eugenio Miño; y Pedro Nolasco Pucheta.
Como se advierte, a través de la lectura de esta pieza que en su casi totalidad transcribimos, documento que importa un verdadero panorama social de la población en ciernes, el comandante Belásquez y los vecinos firmantes tuvieron una concepción orgánica para proceder al planteo del pueblo, pues habían elegido buen lugar -nunca los jesuitas se establecieron en zonas ingratas- y querían, a la vez, levantar la iglesia y contar con una escuela, factores que constituían entonces el núcleo polarizador de los elementos vitales suficientes para formar un pueblo.
De una manifestación de bienes, realizada en 1857, a requerimíento de la Colecturía General de la provincia, surge que los capitales más fuertes del distrito eran los siguientes:
José Ignacio de la Cruz
$ 2.034
Hilario Cardozo
$ 1.836
Bernabé Ifrán
$ 1.646
Filisberto A. Ferreyra
$ 1. 100
Felipe Da Rocha
$ 1.045
César Augusto Centeno
$ 1.022
Filisberto Caldeira de Fontoura
$ 1.000
Según el censo levantado en ese año, Santo Tomé fue considerado como distrito de campaña, arrojando un total de 864 habitantes.
Mal andaba el pueblo a principios del año 1858 en materia de edificios públicos. El 7 de Marzo fue abandonado el local de la Comandancia Militar y Juzgado de Paz “por haber caído enteramente en ruinas”, mudando las oficinas a la casa propiedad de “la ciudadana Ignacia Aguirre”, a quien se pagó un alquiler de cinco pesos mensuales.
El 13 de Septiembre de 1858 llegó a Santo Tomé el coronel de la Nación, don Antonio Ezequiel Silva, investido por el gobernador Pujol con amplísimas facultades para entender en asuntos militares y administrativos en los pueblos del Interior. Iba para estudiar sobre el terreno el pedido formulado el año anterior por el comandante Belásquez y un grupo de vecinos sobre el traslado del pueblo a la planta en ruinas de la vieja reducción.
Consultados los hombres más calificados, halló disparidad de opiniones, pues mientras unos querían el retorno a lo tradicional, otros deseaban establecer el pueblo en la cuchilla conocida con el nombre de Tapera de Ponce, como a doce cuadras del río Uruguay. Eran coincidentes ambos bandos en hacer abandono de San Juan del Hormiguero.
Reunidos los vecinos ante una convocatoria del coronel Silva, triunfó la voluntad del sector que deseaba establecerse en la cuchilla citada, concretando sus aspiraciones en un memorial dirigido al gobernador Pujol.
Exhortó también Silva al vecindario a levantar prontamente un templo, formando a ese fin una comisión de vecinos, “mostrándose los habitantes de esta pequeña población -según e1 comandante Chamorro- deferentes, patrióticos y generosos al objeto religioso indicado”.
No había llegado aún el memorial referido a manos del doctor Pujol -el coronel Silva era su portador- cuando nuevas desinteligencias surgidas entre el vecindario complicaron en tal forma el problema, que el citado militar, erigiéndose en árbitro, decidió elegir el lugar para el traslado.
Poniendo punto final, eligió el paraje denominado Tapera de Ponce. El gobernador Pujol aprobó lo actuado por el coronel Silva y por resolución del 30 de Junio de 1859, sin la correspondiente autorización legislativa, encomendó al doctor Del Rivero -el mismo que el año anterior embalsamara el cadáver del sabio Bonpland en Paso de los Libres- la tarea de mensurar el terreno para la nueva planta urbana de Santo Tomé. El citado agrimensor, en esa oportunidad, no inició ningún trabajo.
Antes de retirarse del pueblo, el 16 de Octubre de 1858, dispuso remover a Belásquez, designando en su reemplazo al Sargento Mayor Juan Chamorro, viejo soldado de la lucha contra la tiranía de Rosas, que había formado gallardamente entre los 108 libertadores de Madariaga en el pasaje histórico de 1843(6).
(6) El comandante Chamorro era hijo de don Laureano Chamorro y doña Saturnina Payba. Se inició en la carrera militar en 1830, destacándose por su valor e ideas de orden. Estuvo en Pago Largo y Caá Guazú y formó entre los 108 libertadores dirigidos en 1843 por Joaquín Madariaga. En 1845 se casó en Mercedes con doña Dolores Almirón y Canteros. Tuvo actuación en los departamentos de Paso de los Libres y La Cruz, siendo en este último Comandante Militar en 1854. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
Días después, el gobernador Pujol aprobó esa medida. Bajo prolijo inventario se hizo cargo el día 20. Mediante el mismo se puede apreciar la supina pobreza en que desenvolvía sus actividades el Comandante Militar y Juez de Paz del pueblo, pues apenas si poseía una mesa y una silla. El armamento consistía en 5 tercerolas, 9 espadas -de las cuales seis estaban distribuidas entre los fiscales de Garruchos, San Mateo y los Cuay-, 2 fusiles, 5 canamas, 3 pistolas y 4 lanzas. Tenía además un estandarte y un grillete.
- Nuevo ataque paraguayo
Los pobladores de Santo Tomé estuvieron -desde el año 1832- sujetos a la constante amenaza que importaba la presencia de los paraguayos en la Tranquera de Loreto y en la Trinchera de San José, lugar éste que excitaba la codicia del invasor por la riqueza de los yerbales cercanos y de los brasileños apremiados por recuperar a sus esclavos fugitivos.
Era frecuenle la internación en territorio argentino de partidas de brasileños armados, ansiosos de rescatar a sus sirvientes. El ataque más vigoroso y cruento fue el efectuado el 10 de Diciembre de 1857, con el objeto de recuperar unos esclavos del hacendado Joaquín Ferreyra. El saldo de esa jornada fue la muerte del carpintero Ezequiel Leiva, correntino. Su socio, el herrero alemán Gustavo Overbach, quedó gravemente herido.
La renovada presencia de los paraguayos en aquella zona puso en desazón a los pobladores.
“Todos los vecinos -decía “La Opinión”, a principios de 1858- se hallan en la mayor consternación por la inseguridad de invasiones paraguayas (sic).
“Hace como un mes y medio se esparció la noticia que estaba pasando el Paraná una fuerza de 800 paraguayos a llevar los intereses que hubieren en aquel territorio, es decir, del Aguapey al norte; se alarmaron tanto, los vecinos hacendados, que los más inmediatos al Uruguay pasaron sus intereses de pastoreo no sin grande pérdida por la reciente parición; familias pasaron tantas que, en dos días del Paso de los Garruchos para arriba, todo quedó desierto, hasta los carreteros abandonaron las cargas de yerba; en fin, un desasosiego general que mucho ha perjudicado a la prosperidad de este departamento.
“Toda la desconfianza la fundan en los acontecimientos pasados; como es sabido, hay familias que no volvieron a establecerse por estos lugares...”(7).
(7) Periódico “La Opinión”, (Corrientes”, del 10 de Enero de 1858. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
En lo que respecta a los paraguayos, el ataque más recio y sangriento lo llevaron a cabo en la mañana del 9 de Abril de 1859, del que salieron maltrechas las fuerzas correntinas, pues encontrándose los vecinos dedicados a sus tareas en los yerbales, fueron atacados sorpresivamente por un grupo de paraguayos armados de buenas lanzas.
El Jefe Militar de las misiones pidió urgentemente auxilio a Santo Tomé y el comandante Chamorro, sin pérdida de tiempo, con el escaso armamento disponible, armó a un grupo de vecinos que fueron enviados para ayudar a los agredidos. Pero los paraguayos, realizado el ataque, se habían retirado a su territorio, dejando un saldo de varios muertos y heridos.
- Tierras y esclavos
La adjudicación de tierras fiscales constituyó un serio problema, agudizado por la generosidad del Gobierno que, en el afán de atraer pobladores, no siempre analizaba las posibilidades económicas de los solicitantes y su voluntad de trabajo. Esa gran extensión inhabitada despertó la codicia de nuestros vecinos, los brasileños, quienes se dieron a la tarea de solicitar tierras, hasta al comandante de Encarnación, quien las concedió sobre la margen occidental del Aguapey.
Fue el comandante Chamorro quien comenzó a imponerles cortapisas. Así hizo saber al gobernador Pujol, en oficio del 6 de Mayo de 1859:
“Formo este juicio -decía- porque he conocido realmente en los brasileños una ambición sin límite sobre los campos de este departamento”.
Y agregaba:
“Algunos poseen títulos despachados por S. E., sin tener más de diez o doce cabezas, incluso las especies y ocupan un vasto campo en el que se encerrarían millares de haciendas...
“A estos no los considero acreedores a títulos de campos a su favor, porque ni para la subsistencia de sus vidas y familias no tienen y se proveen con la caza que hacen de ciervos, gamas y jabalíes en los campos y montes”(8).
(8) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial. Año 1859. Legajo Nro. 103. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
Esta apetencia por las tierras rurales de Santo Tomé siguió manifestándose durante varios años. Una solicitud interesante es la que formuló -en Marzo de 1861- don Antonio Angelo Christino Fioravante, Doctor en Leyes, avecinado en San Borja, quien solicitó el Rincón de Angico, ignorante de su extensión y conociendo muy vagamente sus linderos.
Propietarios hubieron que no conocían su predio. Algunos residían en San Borja, otros en Paso de los Libres o Montevideo. El 23 de Enero de 1863, el Juez de Paz de Santo Tomé ofició al de igual clase de Paso de los Libres, para que haga efectivo el cobro del canon a varios propietarios de inmuebles rurales residentes en dicho pueblo:
“Sobre el campo a que se refiere, de don Manuel Vidal -le decía-, es un comerciante de Montevideo, así es que Ud. puede preguntar quién es el apoderado de ese señor para que satisfaga dicho abono”(9).
(9) Archivo del autor. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
En Octubre de 1859, el comandante Chamorro enfermó gravemente, delegando el mando en el receptor de Rentas Nacionales, don Saturnino Miño. Trasladóse inmediatamente a San Borja en procura de mejoría, más, muy corto fue el alivio obtenido, pues sin haber retomado el mando del pueblo, falleció en el atardecer del 9 de Febrero de 1860.
Durante el breve tiempo que Miño ejerció el cargo, levantó una sumaria información sobre entrega de esclavos a las autoridades brasileñas. Hasta entonces, los esclavos que fugaban del Brasil e internábanse en territorio argentino, eran devueltos a sus amos, quienes retribuían generosamente a sus aprehensores.
Había en todo esto un negocio infame, ejercido por una banda de delincuentes, dirijida por el capitán Ceferino Belásquez, cuyos laureles conquistados en la lucha contra la tiranía da Rosas estaban por ese entonces bastante ajados. Muy dado al juego, protector de haraganes y él, a su vez, por esos años, sin ocupación conocida, se hizo entregador de esclavos ayudado por sujetos de la peor ralea.
Una vez que los capturaban -a veces la captura se convertía en cacería- los entregaban en La Tabalinga, sobre la costa brasileña, donde recibían la paga convenida. Miño se propuso terminar con ese comercio infame y se negó a la devolución de los esclavos, prestándoles en cambio protección y manumitiéndolos por el hecho de pisar tierra argentina. Esto le granjeó gran antipatía entre el sector favorecido por esas operaciones y ya se verá más adelante las consecuencias que le reportó.
Para suceder a Chamorro, el Gobierno designó al teniente coronel Félix Ramón Alvarenga, nativo de Caá Catí, ex Comandante Militar interino de su pueblo natal en 1839 y de San Miguel, durante el Gobierno rosista del general Benjamín Virasoro, quien, en 1848, le premió con quinientos pesos “por los importantes servicios que ha prestado a la causa nacional de la Confederación Argentina”.
“Sus sentimientos de orden y justicia -decía “La Unión Argentina”- garanten las prosperidad futura del departamento a su cargo”(10). Alvarenga no era un extraño en el departamento pues, desde el año 1844, junto con sus hermanos, explotaba un campo sobre el arroyo Caá Caraí.
(10) “La Unión Argentina”, (Corrientes), 16 de Febrero de 1860. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
En oficio del 16 de Marzo, tres días después de tomar posesión del cargo, decía al gobernador José María Rolón:
“Me parece necesario poner en conocimiento de V. E. que ningún otro departamento precisa más la protección del Gobierno que el que yo actualmente mando, por la distancia y por carecer de toda clase de recursos, hasta de hombres que tengan luces”(11).
(11) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial. Año 1860. Legajo Nro. 105. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
En otro oficio -de igual fecha- hizo llegar Alvarenga al Gobierno las inquietudes del vecindario en torno a la construcción de un templo:
“No pudiendo ser indiferente -expresaba- a las instancias de los vecinos de este pueblo, tengo a bien poner a conocimiento de V. E. que de lo primero que me hablaron el día que me recibí del mando fue que precisaban un templo y que estaban prontos a una suscripción voluntaria y que recabase a V. E. su aprobación”(12).
(12) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial. Año 1860. Legajo Nro. 105. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
- La Escuela de Niñas
A principios de 1860, tuvo Santo Tomé su primera Escuela de Niñas, atendida por doña Estanislada Ferreyra de Leal, cuya clausura se operó a fines de ese mismo año por falta de pago de sua haberes, pese a que en el Presupuesto de dicho año estaba incluida la partida de $ 17 mensuales para atender el sueldo de la maestra de niñas y $ 20 para el del maestro de varones, cargo éste que no se llenó. La señora de Leal retornó en 1866 a la enseñanza.
Durante el primer semestre de ese año, la vida del pueblo transcurrió bajo el signo de frecuentes y copiosas lluvias y una creciente excepcional, por prolongada y caudalosa del río Uruguay. En un oficio pasado el 23 de Julio por el comandante Alvarenga al ministro de Gobierno, doctor Luciano Torrent, quedó pintado un cuadro realmente desolador:
“Hoy señor, estoy escribiendo debajo de una carreta y lloviendo, motivo porque no cito la fecha de su respetable oficio y el hallarse todo el Archivo encajonado, pues el Uruguay ha venido con tanto exceso, que cuasi las casas del Hormiguero aparecen, de manera es que algunas familias pasaron al Brasil y yo y mi familia y algunos del pueblo, estamos amontonados como hormigas, moviéndonos de día y de noche”(13).
(13) Archivo General de la Provincia de Corrientes. Correspondencia Oficial. Año 1860. Legajo Nro. 105. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
El comandante Alvarenga se señaló durante el ejercicio de sus funciones por su diligencia y celo a veces excesivo. Así lo demostró cuando, por asuntos personales derivados hacia el ejercicio de la función pública -cobra presencia el asunto de los esclavos brasileños-, puso preso al receptor de Rentas Nacionales, don Saturnino Miño, como el veterano de Caá Guazú, después de un espectacular procedimiento(14).
(14) El conflicto se originó en una denuncia que, contra Miño, interpuso don Filiberto Caldeira da Fontoura. El 21 de Junio, diez hombres armados, en horas de la siesta, tomaron preso a Miño en su domicilio. De la documentación compulsada, surge que Alvarenga había dado orden a sus hombres de arrastrarlo vivo o muerto y, en este caso, cortarle la cabeza y llevársela a su presencia. Miño fugó de la prisión de Santo Tomé en la noche del 10 de Julio pasando a San Borja. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
Miño logró escapar, pasando al Brasil, para entrar al país por Paso de los Libres y dirigirse a Corrientes en procura de justicia. No hemos podido obtener información si se atendió o no su justo reclamo, más lo cierto es que no volvió a ejercer el cargo, designándose para reemplazarlo a don Juan Ventura Montaña(15).
(15) Tuvo larga actuación en Santo Tomé y Paso de los Libres, donde desempeñó cargos importantes. Nació hacia el año 1838. Peleó en Caseros. Partidario del general Justo José de Urquiza en 1861, formó nueve años después en las filas jordanistas, complicándose en la muerte de los coroneles Justo y Carmelo de Urquiza, hijos del General. Actuó en los sucesos de 1878 en el ejército de Derqui. Estuvo casado en primeras nupcias con doña Cenobia Chamorro y, en segundas, con doña Josefa Fernández dos Santos. Falleció repentinamente en 1889, en un barco que navegaba el Uruguay, cerca de Paso de los Libres, donde fue sepultado. // Citado por Federico Palma. “Santo Tomé (Crónica de su Restablecimiento)” (1969), en: “Revista de la Junta de Historia de Corrientes”, Nro. 4. Ed. Imprenta del Estado, Corrientes.
Como la señora de Leal abandonó la enseñanza, Alvarenga reiteró -durante el año de 1861- sus pedidos al Gobierno en favor de una escuela, ofreciendo los servicios del vecino don Ramón Duarte para maestro de primeras letras y la colaboración del carpintero Pedro Careaga para levantar una casa destinada a escuela, con bancos y mesas, por la suma de treinta y ocho onzas de oro(16). Al Gobierno le pareció excesiva tan interesante oferta y la rechazó.