La Imagen del Señor Hallado venerada en el templo parroquial
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- Una reliquia local
Los antecedentes sobre la fundación del pueblo de Empedrado serían incompletos(1) si no nos refiriéramos a la Imagen del “Señor Hallado”, venerada en el templo parroquial, y cuyos orígenes se remotan a los primeros días del vecindario rural que dio pie al núcleo urbano.
(1) Artículo cedido por su autor, el doctor Hernán Félix Gómez, en la fiesta del centenario de la fundación de Empedrado. // Citado en “Centenario de la Fundación del Pueblo de Empedrado (1926)”, Corrientes.
Consiste la reliquia popular en un Cristo crucificado, de más o menos treinta centímetros de alto, tallado en madera en forma realmente perfecta.
Un espíritu selecto de la sociabilidad de Empedrado, que desinteresadamente cooperara en nuestra tarea de reunir las leyendas y tradiciones populares de la provincia, nos brindó los antecedentes de esta Imagen, que el fervor del pueblo custodia y pasa de generación en generación.
“Con respecto a esta Imagen -nos dice- hacen los más antiguos habitantes de este pueblo, por haberlo, a su vez, oido a sus mayores, interesantes relatos tendientes a dar informaciones de su origen. Oigamos a uno de ellos:
“Más o menos a mediados del siglo XIX, un viajero peregrino que iba a Itatí, pasó por estos lugares, como lo hacia a menudo durante su largo viaje, sentóse a reposar a la sombra de un añoso quebracho cuando, de improviso, el canto de un ave lo sacó de su abstracción; dirigiendo arriba la mirada, descubrió entre las ramas del árbol -bajo el cual se hallaba- la Imagen de un Cristo crucificado.
“Con la consiguiente sorpresa al par que alegre con su hallazgo, lo bajó lleno de cuidado, prosiguiendo con él su viaje, para depositarlo después en su casa como una verdadera reliquia.
“Informados los habitantes del Empedrado del hallazgo, y juzgándose con legítimo derecho a la Imagen, por haber sido encontrada en jurisdicción del partido o departamento, hicieron la necesaria reclamación y, valiéndose de promesas, apoderáronse del Cristo, que fue transportado a la iglesia local, tomando ésta -desde entonces- el nombre de Capilla del Señor Hallado.
“Dicen que el primitivo dueño, aquel peregrino que hallara la Imagen, un señor O. Felipe Olivera, maldijo al pueblo y a aquéllos que así lo despojaban de su preciada joya, y que el mensajero que condujo la Imagen hasta el Empedrado murió ciego a consecuencia de tal maldición.
“El sitio que la tradición fija como aquél en que fuera hallada la Imagen, es el lugar denominado ‘Sombrero’, primera sección del departamento.
“En donde varía la tradición es en lo referente al motivo que hiciera notar al viajero la existencia del Cristo. Unos dicen fue el canto de un ave; otros, un viento fuerte que sopló en el lugar donde se hallaba el Cristo, cortándose la cuerda que lo sostenía, al impulso del movimiento de la rama y, cayendo la Imagen al lado del viajero; otros, que un ruido extraño, no precisado, atrajo su atención; etc.”.
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Hasta aquí nuestro amable informante. Lo indudable es la existencia de la tradición popular como testimonio de la antigüedad de la Imagen y casi prueba de su origen.
En efecto; nadie ignora que a raiz de la fundación de la Ciudad de Corrientes, el 3 de Abril de 1588, su expansión colonizadora llevó al establecimiento de núcleos rurales de españoles y de indios. Hacia el sur, es decir, en dirección al Empedrado, se fundaron los pueblos de españoles de Saladas y San Roque, y los pueblos de indios de Santiago Sánchez y Ohoma.
Fuese su establecirhiento próximo a la rivera del río Paraná, como quien dice en las fronteras del abipon del Chaco, bravío y no vencido hasta 1830, estos dos pueblos de indios, organizados en comunidad, fueron dos veces destruidos por el indigena invasor.
En ambas oportunidades, el fuego terminó con las casas del vecindario y los templos erigidos, coincidiendo el primer emplazamiento del primero de estos poblados con el paraje en que la Imagen del “Señor Hallado” fue encontrada, la circunstancia puede explicar el origen de la reliquia popular, en esta forma relacionada con la historia de los primeros núcleos civilizados que se fundaron y desaparecieron durante la conquista española.
En otro orden de antecedentes encontrados en el Archivo General de la Provincia(2), la Imagen del Señor Hallado habría pertenecido al cura párroco de Empedrado, Francisco de Paula Mercier quien, en la época de las luchas contra Juan Manuel de Rosas habría abandonado su ministerio para enrolarse como capellán del Ejército Libertador de Corrientes.
(2) Sección “Correspondencia Oficial”. Año 1844. “Los publicamos íntegramente”, dice Hernán Gómez. // Citado en “Centenario de la Fundación del Pueblo de Empedrado (1926)”, Corrientes.
Terminada la campaña de 1842, con la derrota de Arroyo Grande, el Padre Mercier habría pasado a Montevideo y, llamado de nuevo a la vida regular, de la que saliera para actuar como presbítero, reingresó a la comunidad de la Orden capuchina en Junio de 1843.
Como los reglamentos severos de la Orden, le prohiben tener bienes, fray Francisco de Paula de Cádiz -nombre que adoptó el nuevo converso- hace donación de su patrimonio a la Iglesia y a los pobres de Empedrado, incluso los emolumentos de capellán del Ejército. Entre los bienes que dona, fray Francisco de Paula cita la Imagen del Señor Hallado, disponiendo sea colocada “en el Altar Mayor como alhaja de mucha estima”, desde que, según sus palabras, la “deja a favor de esa iglesia”.
Publicamos estos documentos que en cierto modo vienen a confirmar la tradición local. Dicen así:
"Señores Cura, Comandante, Juez y Mayordomo de fábrica de la Capilla del Señor Hallado.
Montevideo, 4 de Junio de 1843
"Mis respetados señores:
"El ex Cura Vicario de esa feligresía, que suscribe a Vds. y a todos sus amados feligreses en Jesús-Cristo, expone, y hace saber, cómo llamándole la Divina Providencia por un favor especial de su gracia, al seno de sus hermanos religiosos, para seguir su instituto en la Orden Seráfica de P. P. Capuchinos, determinando ir a Roma para ponerse bajo la obediencia del R. P. General de su Orden, y siéndole un obstáculo, y directamente contraria al espíritu de su regla Seráfica toda propiedad, o apego a las cosas de la tierra, dispone:
"1.- Todos los intereses que a mi me han pertenecido, tanto de campo, que existen en poder de don Eugenio González, en Saladas, como los muebles, ropas, libros, relojes y demás que quedaron en poder de don Antonio Ocanto, sacando de ello veinticuatro pesos que serán entregados al presbítero don José Colombo, por otras tantas Misas que le mandé aplicar, y el Santo Cristo que será colocado en el Altar Mayor, como alhaja de mucha estima, y que dejo a favor de esa iglesia, que debe ser recibida y entregada por inventario, se distribuirán entre la Iglesia que tuve el honor de servir y los feligreses pobres.
"2.- Todos los dichos intereses serán recibidos por dichos señores a quienes me dirijo y, echas dos partes iguales, la una será entregada al señor Cura y Mayordomo de fábrica y, la otra, a los pobres de esa feligresía como verdaderos herederos del Cura; advirtiendo que si hubiera alguna cosa que no fuere fácil su repartición por no haber quién la compre, como algunos libros, pueden darle a algún sacerdote pobre por Misas en sufragio de los feligreses difuntos y, de ese modo la Iglesia, los pobres y los difuntos no me olvidarán en sus oraciones que tanto necesito.
"3.- Dichos señores a quienes me dirijo, y los que sus veces hagan, tendrán facultad para recordar al Exmo. Gobierno de ésa, mis servicios en calidad de Capellán en el Ejército Libertador para que, cuando las circunstancias varíen, mis herederos, esto es, la Iglesia y los pobres, no sean defraudados de lo que se les adeude de justicia, pues además de ser trabajo material, ha sido también expuesta mi existencia más de una vez.
"4.- Los que eran deudores de algún dinero, de cualquier modo contraida que fuese dicha deuda, quedan desobligados de ella pues se las perdono.
"He concluido ya por lo que mira a los intereses terrenos; tratemos de los eternos; mi conciencia me impele, debo hacerlo, lo hago.
"Vuestro antiguo Cura no os verá más en este mundo; en el otro sí, nos hemos de ver precisamente y ya que no me es posible despedirme de vosotros, estrecharos entre mis brazos y daros el último adiós, quiero tener el consuelo de suplicaros oigáis mis últimas producciones.
"He sido vuestro Cura, he vivido entre vosotros, me conocéis, habéis observado mis más mínimos pasos, no puedo negar mi conducta, he sido criminal, he faltado a mi Dios, he ofendido a un Dios amoroso pero terrible al mismo tiempo, y que sabrá tomar venganza del pecador si no se arrepiente y llora su pecado, si no pide perdón en esta vida y trata de enmendar sus yerros y repararlos del modo posible; en el día terrible de la cuenta, en el día del juicio final, lo llenará de confusión, y lo arrojará de su presencia: amenaza terrible, pero verdadera; en el que no hiciese penitencia perecerá.
"¿Y que otro camino le resta a aquél que ha pecado, y ha escandalizado a su prójimo? Llorar su culpa ante Dios, y pedir perdón del escándalo a los hombres, decir, con David, si he seguido al que pecó, imito al que se arrepintió; esto os digo yo, mis amados, en estas cortas líneas, perdonadme y, por motivo de mi pecado, habéis pecado vosotros; movidos de mis penitencias, haced penitencia; vosotros, en estos momentos en que oís éstas mis reflexiones, darías algo por mirarme expuesto a los peligros de una dilatada navegación, cubierto con un tosco sayal, dirigiéndome a Roma para sujetarme a la obediencia de mi prelado y dispuesto a todo lo que Dios disponga de mí, pronto a sufrir todos los trabajos de esta vida con tal de que Dios me perdone.
"Si me fuera posible hablaros cara a cara, en la posición más humilde, os pediría, por aquella sangre que derramó nuestro adorable Redentor en su Pasión Santísima y los dolores de María Santísima nuestra Madre y Señora, que me perdonaseis el escándalo que os he dado, que me perdonaseis si alguna ofensa os he hecho; pero no lo puedo hacer personalmente, lo hago por escrito; esta mano que en breve será comida de gusanos, y vuelta a su primitivo ser, lo escribe y lo firma, y protesta con toda veras del corazón que le dicta, que perdono a todos los que de cualquier modo me hubieren ofendido, para que Dios me perdone el día estrecho de la cuenta, y pido al mismo tiempo perdón de cualquier palabra u obra que haya podido ofenderos; a todos los amo con todas las veras de mi corazón, en Dios y por Dios, todos somos hermanos, hijos de Dios, criaturas suyas, hechas a su Imagen y semejanza, redimidos con la sangre de Jesús-Cristo, participantes de unos mismos sacramentos, convidados a una misma mesa, y participantes de aquel mismo pan que nos mantiene y conforta en el desierto de este mundo; todos esperamos morar juntos en aquellas mansiones eternales, y disfrutar de aquellos goces eternos.
"Encomendadme mucho a Dios, y amaos mutuamente que es el vínculo que nos une con Dios; caridad nombre grande y que en ella está encerrada toda la Ley, pues practicando exactamenente sus dos actos, que son amor de Dios y del prójimo, hemos cumplido con toda la Ley, pues en ellos están encerrados, según las divinas letras, toda la Ley y los profetas.
"¡Cuántas veces os he inculcado esta doctrina! Pero, ¡ha!, perdonadme los pocos años, las pasiones de la juventud ... perdonadme, y rogad por mi, para que el Señor perfeccione su obra, pues no contento con haberme sacado de una multitud de peligros y apartándome su mano protectora de la muerte, me da su gracia, me comunica copiosos auxilios, me da fortaleza, me llama de un modo fuerte y suave y, en un momento, muda mi corazón, me inclina a amar lo que antes aborrecía y aborrecer lo que antes amaba; ¡oh ! dicha ¡ho! felicidad la mía; ya soy todo de Dios, ya el mundo no tiene derecho a mí, ya soy todo de mi creador, ya estoy todo ocupado en su servicio y, a estas horas, que vosotros leeis estas líneas, ya estaré cerca de la Capital del mundo cristiano pronto y dispuesto a emprender una campaña gloriosa bajo las banderas de mi Seráfico Padre, y quién sabe si me tendrá reservado algún lugar en los puntos donde se están extendiendo hoy día las misiones capuchinas.
"¿Quién sabe si me tendrá reservada su Divina Providencia algunas almas para que yo las introduzca en el redil de su Iglesia?
"Dad gracias conmigo al Todo Poderoso, por tan grandes beneficios como ha obrado en mi; vosotros en otros tiempos me habéis apreciado. Dadme ahora las mayores pruebas de vuestro afecto, tomando mis consejos y dando gracias al Dios de la Misericordia, por lo que ha obrado en mi; esperad con confianza sus gracias y misericordias, que él os las dará; pero sed dóciles, no os opongáis a sus justas determinaciones, pues nos ama como a la pupila de su ojo; dejaos regir y gobernar de su providencia y sereis eternamente felices.
"A Dios mis amados y antiguos feligreses; a Dios os dice el que os ama en Jesús-Cristo; a Dios, hasta la eternidad; rogad por mi ante esa devota Imagen del Señor Hallado, que no ha permitido que yo me pierda; orad por el más indigno de los sacerdotes, por el más inútil de los hijos del llegado San Francisco de Asís, mi padre, y orad por vosotros mismos que os dé su gracia, os conserve en ella, hasta la muerte corporal, y haciéndoos participantes de aquella vida eterna, todos reunidos, mediante la infinita Misericordia con que nos ha mirado, y mirará, cantaremos aquel cantar nuevo por los siglos de los siglos, amén.
"Estos son mis votos, estos mis deseos, estas mis esperanzas, no os olvidéis de mis consejos, llorad y haced penitencia, mientras ruega por todos vosotros (vuestro antiguo Padre) al Todo Poderoso, para que os colme de gracias y bendiciones en esta vida y en la otra.
"Vuestro afectísimo Capellán Q. B. V. V. M. Francisco de Paula Mercier, hoy Fray Francisco de Paula de Cadis".
P. D.
Las dos adjuntas tendrán los señores a quienes me dirijo la bondad de entregarlas a sus títulos, y exigir de uno y otro una carta cerrada que yo les dejé, al tiempo de partir por si moría; las dos cartas cerradas serán quemadas a presencia de todos los señores
= Valete.
Montevideo, 31 de Diciembre de 1844
"Señor Provisor Eclesiástico en la Ciudad de Corrientes
"Señor:
"En ésta doy cumplimiento a un encargo que el señor presbítero, don Francisco de Paula Mercier me hizo hace un año y medio. Tuve el consuelo, señor Provisor, de dar unos ejercicios a este sacerdote.
"El oyó la voz de Dios, y no quiso endurecer sus oidos; la mudanza de su vida fue verdaderamente de la diestra del Excelso.
"El 24 de Junio del 43, vistió el sacerdote hábito de su propia Orden capuchina y enseguida dio una misión en este mismo pueblo la que fue muy fructuosa; después emprendió su viaje a Italia, para ponerse a la obediencia de los Superiores de su Orden; las últimas noticias que tengo de él, son que residía en un Convento de Espoletos.
"Con motivo de salir de ésta para el Paraguay unos mis hermanos religiosos de la Compañía de Jesús, me ha parecido oportuna ocasión para enviar estas cartas; y yo, para más seguridad, las dirijo a Vd, esperando de su celo y caridad que les dará sus propios destinos.
"Sólo falta para concluir esta carta suplicar a Vd. que me dispense la confianza que con Vd. me he tomado y manifestarle el deseo que tengo de que a Vd. se le ofrezca ocasión en que éste, su servidor, pueda serle útil en alguna cosa, oportunidad que apreciará muchísimo éste su afectísimo servidor y capellán.
Francisco Ramón Cabré - Soc. Jes.
"Exmo. Señor Gobernador de la Provincia de Corrientes
"El ex Cura Vicario de la Capilla del Señor Hallado y ex Capellán del Ejército Libertador, ante V. E. con el debido respeto expone, que habiendo determinado partir para Roma a trabajar en su Ministerio, sujeto inmediatamente a las órdenes de sus prelados y habiendo hecho donación de todos sus intereses a favor de la Iglesia y pobres de su antigua feligresía, y creyéndose con derecho a los emolumentos que le petenecen como Capellán del referido Ejército.
"Suplica a Vd. encarecidamente tenga en vista sus servicios, y los remunere a sus herederos, que son la Iglesia y pobres de su antigua feligresía, pues tanto aquélla como éstos tienen urgente necesidad, y si hoy no lo puede verificar, en mejores circunstancias lo hará el Exmo. Gobierno, en lo que recibirá gracias.
Montevideo, 24 de Junio de 1843
Francisco de Paula Mercier
Ex Capellán del Ejército Libertador