Versiones contradictorias sobre los orígenes de Itatí
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Dentro del propósito de no llegar al debate específico de los escritores que han hecho confusión al exponer los orígenes y la crónica de las primeras décadas de la Reducción de Itatí, corresponde ocuparnos de las causas generales de esa anarquía, con cuyo procedimiento, implícitamente, damos mayor fundamento a nuestra versión de los sucesos.
Es también un homenaje a los primeros cronistas porque, en realidad, tal confusión no resulta únicamente de la no especificación de las fuentes consultadas, de las citas de segunda mano, sin contralor, y de los errores tipográficos en fechas y denominaciones geográficas parecidas.
Es también el olvido habitual y general de la geografía, de los caminos que el hombre transitó desde el siglo XVI y la confusión resultante de no distinguir los escenarios y mezclar los acontecimientos que en unos u otros se produjeron.
No damos al hecho mayor importancia, por cuanto esto también ocurre en nuestros días. En los índices geográficos de las publicaciones del Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras, se confunde, por ejemplo, Itatí con itatines.
Itatí es en Corrientes, el emplazamiento de la reducción que estudiamos; itatines es zona del norte de Asunción del Paraguay, donde redujeron a los indios los Padres de la Compañía de Jesús. Se confunde, en el índice, o no se determina, a ambas regiones y, naturalmente, el lego cree que los Padres jesuitas doctrinaron el Itatí correntino.
Desde hace más de sesenta años, prácticamente desde las crónicas y noticias de la prensa correntina de 1890, se está hilando en torno de esta confusión de escenarios y de actores. Roque González de Santa Cruz está allá y aquí, y fray Luis de Bolaños acciona en ambas partes, y las huellas se cruzan. De ahí la necesidad de advertir, a los que nos sigan en el tiempo, tal diferencia de escenarios geográficos. En los itatines actuó la Compañía de Jesús; en Itatí, nunca.
- La Provincia de Paraná -entregada a los jesuitas- no comprendía el Noroeste correntino
Otra fuente de confusión fue la llamada Provincia del Paraná. Ella no comprendía las costas del Paraná Inferior, o sea, de la boca del río Paraguay al sur. La Provincia del Paraná era, específicamente, la zona oriental del territorio paraguayo, que limita con el Alto Paraná y la mitad Norte (a contar del divorcio de las aguas) del actual Territorio Nacional de Misiones. Al oriente del Alto Paraná, en términos generales, venía el Guairá y, después de la línea de aguas de Misiones argentina, el Tapé.
El único gráfico que conocemos de estas divisiones es el que el doctor E. S. Zeballos presentó con el “Alegato Argentino en el Pleito de Misiones con el Brasil”, muy ilustrativo.
Cuando la crónica dice que los P. P. jesuitas fueron a la Provincia del Paraná, refiere a la zona que determino y que empezaba después del Estero del Ñeembucú, al Este; en Corrientes, desde el norte del Iberá, al Este. Pero jamás las autoridades reales dieron a los evangelizadores jesuitas el derecho a marchar al occidente de esa línea; hubo sólo la usurpación -en el siglo XVIII- de la zona del Iberá al Estero del Santa Lucía, para las estancias de las reducciones de Loreto y San Miguel.
Sitúese la crónica histórica a través de estas aclaraciones geográficas y se verá cuán fácil es entenderla y cómo no se enciman las huellas de los doctrineros.
- La obra jesuita a través de las Cartas Annuas. La Reducción de Itatí fue siempre franciscana
Las decenas de mapas o cartas geográficas conocidas de los P. P. de la Compañía de Jesús documentan esta aclaración. También lo documentan las cartas anuales conocidas, publicadas con notas, por el Instituto de Investigaciones Históricas, ninguna de las cuales refiere al Itatí de Corrientes.
Estas cartas eran los Informes anuales de los establecimientos jesuitas a la central de la Orden y se libraban por duplicado, en dos oportunidades, para que los naufragios no entorpecieran la información; de ahí que, habitualmente, se encuentren dos ejemplares, ambos originales, en los archivos.
Estas cartas han confirmado la crónica expuesta por uno de los historiadores de la Compañía de Jesús, al que no se daba, en realidad, mayor fe documental. Aludimos al Padre Nicolás del Techo(1).
(1) Pedro Nicolás del Techo. “Historia de la Provincia del Paraguay de la Compañía de Jesús” (1897). tomo II, p. 317. Ed. Madrid. // Citado por Hernán Félix Gómez. “Nuestra Señora de Itatí (Historia Abreviada de la Reducción de la Pura y Limpia Concepción de Itatí y de su Imagen Milagrosa)” (1996). Ed. por Gabriel Enrique del Valle, Corrientes.
Ocupándose del heroico misionero Roque González de Santa Cruz, a quien se envió a la Provincia del Paraná y quien, de San Ignacio Guazú marcha hasta el río Alto Paraná, echando las bases de Encarnación de Itapúa (frente a la actual Ciudad de Posadas), dice:
“Viajó por un terreno escabroso y casi intransitable hasta que se embarcó en una canoa, para ir a la laguna de Apupé(2), denominada Santa Ana por los conquistadores del Paraguay.
“Cerca de ella vivían numerosos gentiles a quienes convirtió, de tal manera que solicitaron les designase dónde habían de fundar un pueblo(3).
“Pero, como antes les habían predicado los franciscanos, deseoso de evitar cuestiones, se dirigió a la ciudad española situada entre el Paraná y el Paraguay (o sea Corrientes).
“Allí convino con el Guardián del Convento de San Francisco que, si dentro de seis meses no enviaba misionero el Provincial de éste, la Compañía de Jesús estaba autorizada para reducir a los ribereños del lago Apupé (a veces escriben Apupén; era el Iberá), y edificar un templo.
“Dicho lago era considerado, por el Padre González de Santa Cruz, como la llave del Paraná(4) y, en caso de que no fueran bien las cosas, pensaba hacer del nuevo pueblo su refugio”.
(2) Se llamaba Apupe (otros escriben Apupen) a la laguna Iberá, porque prácticamente nace -esta última- en la costa correntina, frente a las islas de Apipé, islas que antes llevaban el nombre de Apupe. Como estas islas son las más notables del Alto Paraná, fueron la referencia geográfica predilecta y nada de extrañar que al Iberá se dijese “laguna que nace frente a Apupe”. En el siglo XVIII, los jesuitas cavaron zanjas entre el Alto Paraná y la laguna Iberá, zanjas que han podido servir para dividir las estancias o, como líneas, o, trincheras de defensa, por cuanto tales zanjas no presentaban sino pocos metros, que no llegaba a cien, donde era posible transitar o cruzarlas. Eran verdaderas tranqueras o portones de una línea intransitable. De frente a la isla de Apipé Chico, nace y va al Iberá, la conocida Tranquera de Loreto. Para aquellos cronistas, el Iberá, era “la laguna de Apupe o Santa Ana”.
(3) Los indígenas de isla Apupe y, lógicamente, los de la costa de Corrientes donde hoy se levanta el Municipio de Ituzaingó, debieron ser guaraníes agricultores, de alguna cultura. En el libro del doctor Hernán Félix Gómez “Monumentos y Lugares Históricos de la Provincia de Corrientes” (1940), se ocupó del cementerio indígena encontrado en Apipé y cuyas piezas de alfarería han ido al Museo de Corrientes. “He pasado una de ellas, cedido por el vecino de Ituzaingó, don Ramón L. Galarza, a la arqueóloga, señora B. de Stern, quien está estudiando, como especializada, ese material, y el horizonte de Apipé”, señala el citado autor.
(4) Fue la teoría de los jesuitas sobre la conformación geográfica de la zona. De ahí las grandes zanjas que después construyeron. // Todo citado por Hernán Félix Gómez. “Nuestra Señora de Itatí (Historia Abreviada de la Reducción de la Pura y Limpia Concepción de Itatí y de su Imagen Milagrosa)” (1996). Ed. por Gabriel Enrique del Valle, Corrientes.
Luego refiere cómo, ya de vuelta, el Padre González de Santa Cruz, embarcándose en Puerto San Juan de Vera de los Siete Corrientes, navegó y exploró el Paraná, a pesar de la advertencia de los peligros a que se exponía.
Encontró a pueblos -dice- cansados de continuas guerras y abrumados por calamidades y, luego de un recorrido de cuarenta leguas (es decir, pasó de largo por el paraje Itatí), fue atacado en un estrechamiento del río por los indígenas. Logró aquietarlos, los incorporó a su comitiva y notó que la barca iba más de prisa que nunca.
Continuó visitando aldeas, hasta llegar al paraje de Itapúa (frente a la actual Ciudad de Posadas), donde cuatro caciques prometieron fundar pueblo. Pasó entonces al Paraguay (o sea Asunción, por tierra, vía San Ignacio), a entrevistarse con el gobernador y el Padre Marcial de Lorenzana, rector del Colegio de los jesuitas.
Recibió la misión de fundar cuatro pueblos, uno de ellos el de Itapúa. Pasó luego a la laguna Apupé (Iberá), siguió sus orillas, habitadas por hombres feroces, hasta llegar a la región de los apupeños, donde levantó la iglesia(5).
(5) Esta reducción pudo ser en Apipé, donde estaba la tribu agricultora referida, o en Yatebú, en la lomada actual de Loreto, no lejos del Iberá, al occidente. // Citado por Hernán Félix Gómez. “Nuestra Señora de Itatí (Historia Abreviada de la Reducción de la Pura y Limpia Concepción de Itatí y de su Imagen Milagrosa)” (1996). Ed. por Gabriel Enrique del Valle, Corrientes.
Vuelve a Asunción, donde Hernando Arias de Saavedra se interesa de la zona del Paraná, y resuelve visitarla. Va con cincuenta hombres, por tierra, hasta Itapúa (hoy Encarnación del Paraguay) y por agua, hasta el poblado de los apupen.
Días después, llegan frailes franciscanos, quienes, “apoyados por Hernando Arias de Saavedra solicitaron que los habitantes ribereños de Apupe estuvieran bajo su dirección, pues años antes les predicaron el Evangelio; añadían que los establecidos en la nueva población serían trasladados a cierta aldea que cerca tenían (Itatí) y que apenas contaba moradores”.
El Padre González de Santa Cruz accedió, agregando Del Techo lo hizo porque los jesuitas ya se hallaban establecidos en el Medio Paraná. El mismo Padre Del Techo consigna que el único establecimiento jesuítico, al occidente de Itapúa, fue Yaguapuá, a cuatro leguas, sobre el río y en la margen derecha del Alto Paraná, es decir, en territorio paraguayo.
Sintetizando esta larga crónica dice, por su parte, el Padre Lozano(6) al aludir a Itatí:
“Compúsose al principio este pueblo de algunos guaraníes reducidos por el celo incansable del venerable Padre, fray Luis de Bolaños, franciscano, a quien se agregaron como 600 personas que nuestro venerable Padre Roque González convirtió y redujo a población en la laguna de Apupén o Santa Ana, por habérselo suplicado los reverendos Padres de San Francisco”.
Y agrega:
“Venérase en su iglesia a una milagrosa Imagen de Nuestra Señora de la Concepción, que es célebre en estas provincias por sus maravillas, etcétera”.
(6) Padre Pedro Lozano S. J. “Historia de la Conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán” (1874), Buenos Aires. Este libro fue escrito en 1730. // Citado por Hernán Félix Gómez. “Nuestra Señora de Itatí (Historia Abreviada de la Reducción de la Pura y Limpia Concepción de Itatí y de su Imagen Milagrosa)” (1996). Ed. por Gabriel Enrique del Valle, Corrientes.
En base a esta síntesis, sin advertir que la población del Padre González de Santa Cruz fue en Apipé o Apupe (o en Yatebú) y en que interviene en el drama el gobernador Hernandarias, de los fundadores de Corrientes, y naturalmente defensor de su territorio (que pertenecía al distrito de Buenos Aires), se abre la confusión, a que contribuye Azara.
Dice este ilustre cronista, refiriéndose a los días iniciales de la Reducción de Itatí:
Su pueblo “echó entonces a los franciscanos, que la cuidaban, para llamar a los jesuitas, que empezaban a dar extensión a sus misiones. Estos cambiaron el nombre de la colonia, dándole el de Santa Ana pero, en consecuencia de las reclamaciones de los franciscanos, la dirección de Itatí les fue devuelta en 1615”(7).
(7) Aisladamente, esta afirmación confunde. Pero si la situamos dentro de la crónica amplia del Padre Del Techo, vemos es un resumen y no la contraria. // Citado por Hernán Félix Gómez. “Nuestra Señora de Itatí (Historia Abreviada de la Reducción de la Pura y Limpia Concepción de Itatí y de su Imagen Milagrosa)” (1996). Ed. por Gabriel Enrique del Valle, Corrientes.
Otros explican (citando al Padre Córdoba y Salinas, en su “Crónica Franciscana de las Provincias del Perú”, Libro III, p. 270), que los operarios franciscanos llamaron en su auxilio a los P. P. jesuitas y les entregaron parte de las misiones, con lo que aumenta la confusión(8).
(8) Esta “explicación” que creen necesaria para hacer luz en esa mentada e inexistente beligerancia de las Ordenes franciscana y jesuítica, alude a los sucesos del Guairá. Allí evangelizaron los franciscanos -incluso Bolaños- y después de la real cédula de 1608 esas iglesias pasaron a los jesuitas, para la realización del plan de “colonización misionera”. // Citado por Hernán Félix Gómez. “Nuestra Señora de Itatí (Historia Abreviada de la Reducción de la Pura y Limpia Concepción de Itatí y de su Imagen Milagrosa)” (1996). Ed. por Gabriel Enrique del Valle, Corrientes.
Todo esto es un error informativo o de interpretación, en base a cronistas que no han podido tener el don de conocer con exactitud -en el siglo XVIII- una materia tan general como la colonización misionera en el Río de la Plata.
Los jesuitas actuaron, en primera intención, después de proyectar Encarnación de Itapúa, en Apipé, pero jamás intervinieron en Itatí y la prueba la brinda el silencio de las Cartas Annuas jesuíticas, de las que se conocen centenares. Es la documentación histórica de la Compañía de Jesús(9).
(9) Pueden verse: “Documentos para la Historia Argentina” (1927), en el Instituto de Investigaciones Históricas, tomo XX, Iglesia, Cartas Annuas, 1604-1609. Ed. Buenos Aires. // Citado por Hernán Félix Gómez. “Nuestra Señora de Itatí (Historia Abreviada de la Reducción de la Pura y Limpia Concepción de Itatí y de su Imagen Milagrosa)” (1996). Ed. por Gabriel Enrique del Valle, Corrientes.
En la del Padre Diego González, fechada en Asunción del Paraguay el 19 de Enero de 1611, se habla de los comienzos de la obra de la Compañía de Jesús, de que sólo tenían tres reducciones, que progresaban, pero que se carecía de sacerdotes (p. 127), etcétera.
En otra (p. 137), del Padre Juan Romero al Padre Provincial Diego de Torres Bollo, sin fecha, pero a continuación de la anterior -que es de 1611- se informa de la guerra abierta por los indios, del peligro del Padre Marcial de Lorenzana (que estaba en San Ignacio Guazú) y que cuatro caciques guaraníes fueron a las tierras de los mahomas, los asaltaron y llevaron cautivos.
El Teniente de Gobernador de Corrientes, Salvador Barboza de Aguilar, dice avisó a Asunción, cuyo Teniente General envió a los P. P. Lorenzada y Francisco de San Martín para rescatarlos. Como estos fracasaron, se envió a una expedición de guerra, la que dio una gran batalla, cercana al puerto Yacuí, en el Paraná.
Agrega:
“El Padre, fray Luis Games, de la Orden de San Francisco, está en gran peligro en su reducción, porque algunos de ella tienen algunas hablas malas con los comarcanos, que no se quieren reducir y hacen gran daño a las doctrinas”(10).
(10) Fácil es advertir, se refiere -en 1610- a la Reducción de Itatí y a su fundador, el franciscano, fray Luis Games. // Citado por Hernán Félix Gómez. “Nuestra Señora de Itatí (Historia Abreviada de la Reducción de la Pura y Limpia Concepción de Itatí y de su Imagen Milagrosa)” (1996). Ed. por Gabriel Enrique del Valle, Corrientes.
Alude luego a los guaycurúes, que doctrinaban los P. P. Vicente Grifi y Roque González de Santa Cruz, con más de cinco mil almas. Le sigue otra carta, sobre el mismo asunto, del Padre Marcial de Lorenzana al Padre Diego González, fechada el 23 de Diciembre de 1610, año en que, fuera de duda, fue escrita la anterior, desde que Lorenzana fue protagonista en los sucesos y, recién en 1612, fue encargado del Colegio Jesuítico de Asunción del Paraguay.
Por último, en otra Annua (pp. 145, 163, etcétera) del Padre Diego de Torres Bollo, sobre sucesos de 1612, en el capítulo sobre “Misiones del Paraná”, se alude a los servicios rendidos por el Padre Roque González de Santa Cruz, apenas retirado Lorenzana de las reducciones.
Expresa que era un evangelizador nuevo pero eficaz, que recorrió las costas del Paraná y vio ruinas de pueblos indígenas abandonados; describe el culto religioso; etcétera. Se refiere a la reducción de San Ignacio y a la de Itapúa, las únicas organizadas y en función.
La tarea de rectificar los sucesos desde el punto de vista de la Reducción de Itatí no es necesario cumplirla, ni de aquél de la vida de su ilustre organizador, fray Luis de Bolaños(11). Eminentes biógrafos han centrado perfectamente su personalidad en los sucesos del Río de la Plata.