Caballo (Equus ferus caballus)
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Caballo: animal indispensable para la explotación ganadera(1).
(1) Citado por Isabel de Asuad en el libro de su autoría: “Esto es Corrientes”.
El caballo criollo, de gran resistencia, ha sido cruzado -con muy buen resultado- con razas europeas y árabes. Los Departamentos de Goya, Mercedes y Curuzú Cuatiá son los de mayor producción equina de la provincia
El caballo (Equus ferus caballus) es un mamífero perisodáctilo domesticado de la familia de los équidos. Es un herbívoro solípedo de gran porte, cuello largo y arqueado, poblado por largas crines.
Equus ferus caballus
A la hembra del caballo se le llama yegua y a las crías -si son machos- potros o potrillos y, si son hembras, potras o potrancas.
La cría y utilización del caballo por parte del hombre se conoce como ganadería equina o caballar y su domesticación se remonta a unos 3.600 a. C., en la región de Kazajistán(2).
(2) Un análisis cuidadoso de los compuestos químicos presentes en suelos de un yacimiento arqueológico de la Edad del Cobre, en el norte de Kazajistán, ha permitido obtener nuevas evidencias de caballos domesticados hace 5.600 años. El descubrimiento, hecho en 2006 gracias a una presencia mayor de lo normal de fósforo en los suelos analizados dentro de lo que parecen ser vestigios de corrales para caballos, al lado de antiguas chozas (reconocibles como tales por la parte de las mismas que se excavaba en tierra), corresponde a lo que se esperaría de la tierra enriquecida por estiércol de caballo. El yacimiento arqueológico de Krasnyi Yar estaba habitado por personas de la cultura Botai de la estepa eurasiática, que dependían mucho de los caballos para transporte, alimentación y enseres.
Hay poca evidencia directa de domesticación del caballo en fechas tan remotas. Ello se debe a que hace 5.600 años no había ninguna silla de montar, ni piezas de metal, cuyos restos pudieran ahora ser encontrados. Previsiblemente, elementos tales como bridas, correas y maniotas (trabas) fueron confeccionados con tiras de piel de caballo y deben haberse descompuesto hace mucho tiempo. Por otra parte, los caballos físicamente han cambiado poco como resultado de la domesticación, al contrario que los perros o el ganado. Así que los huesos antiguos de caballo no revelan con facilidad los secretos de la domesticación.
El equipo de Sandra Olsen, una arqueóloga e investigadora de la domesticación del caballo en el Museo Carnegie de Historia Natural en Pittsburgh, tomó un rumbo diferente de investigación. Ella y sus colegas buscaron evidencias circunstanciales de que los pobladores de ese antiguo asentamiento alojaban y mantenían caballos. Una de sus estrategias de estudio fue inspeccionar los suelos de Krasnyi Yar con instrumentos para detectar sutiles irregularidades eléctricas y magnéticas. Gracias a esto, pudieron identificar la antigua ubicación de 54 chozas y docenas de conjuntos de restos de lo que un día fueron postes clavados verticalmente en el terreno. Algunos de estos conjuntos de restos de “raíces” de postes estaban colocados circularmente, como sería lo más práctico para un corral.
Luego, el geólogo Michael Rosenmeier -de la Universidad de Pittsburgh- recolectó muestras de tierra de dentro del área cercada y de fuera del asentamiento humano en las cercanías del lugar. Las muestras se analizaron para medir concentraciones de nitrógeno, fósforo, potasio y sodio. Los análisis fueron efectuados por Rosemary Capo, geoquímica de la Universidad de Pittsburgh, y sus colaboradores.
El estiércol del caballo moderno es rico en fósforo, potasio y, sobre todo, en nitrógeno, comparado con las tierras no perturbadas por la concentración de animales. El nitrógeno, no obstante, debido a su notable movilidad en las tierras, puede perderse en aguas subterráneas o ser transferido a la atmósfera por procesos orgánicos e inorgánicos. El fósforo, en cambio, puede fijarse en el lugar gracias al calcio y al hierro y es más probable que sea conservado en las tierras durante milenios. Significativamente, la tierra dentro del supuesto corral ha resultado tener hasta diez veces la concentración de fósforo de las tierras de fuera del asentamiento. Grandes cantidades de fósforo pueden también indicar un emplazamiento fijo de hogueras domésticas para cocinar y calentarse, pero ese fósforo normalmente está acompañado por mucho potasio y ese no es el caso en el corral de Krasnyi Yar. Las tierras del corral también tienen bajas concentraciones de nitrógeno, reduciendo la probabilidad de que el fósforo proviniera de estiércol más reciente.
- Taxonomía
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Mammalia
Orden: Perissodactyla
Familia: Equidae
Género: Equus
Especie: E. ferus
Subespecie: E. f. caballus(3)
(3) Descripto -en 1758- por el científico, naturalista, botánico y zoólogo sueco Carlos Linneo.
- Etimología
El término latino utilizado para denominar al caballo era equus, mientras caballus, que derivó en la palabra “caballo”, es un término del latín tardío, posiblemente de origen celta, que significa “caballo castrado”.
“Yegua” procede del femenino de equus, “equa”. A los animales jóvenes en general se les denominaba pullus, textualmente “pollos”, que originó la palabra pulliter, pullitri que derivaría en “potro” o “potrillo”.
Linneo clasificó a los caballos domésticos en 1758 en la especie Equus caballus. Al demostrarse que los caballos domésticos actuales y su antepasado silvestre extinto, clasificado como Equus ferus (caballo salvaje), pertenecían a una misma especie, debía asignársele un único nombre científico.
Generalmente en casos como éste se aplicaría el principio de prioridad usado en la nomenclatura científica, que establece que debe permanecer como nombre específico el primero en haber sido registrado, siendo caballus el más antiguo.
Pero la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica determinó -en 2003- en la opinión 2027(4) que los caballos actuales, al igual que otras 17 especies domesticadas, debían nombrarse como su variedad salvaje extinta, Equus ferus, para evitar la paradoja de que los linajes anteriores, los silvestres, fueran nombrados como subespecies de sus descendientes.
(4) La opinión 2027 es una norma de la Comisión Internacional de Nomenclatura Zoológica que establece una excepción en el principio de prioridad para que prevalezcan los nombres específicos de 17 animales silvestres frente a sus descendientes domésticos. La opinión 2027 se emitió en el año 2003 en respuesta al Caso 3010 y el debate que originó.
Especies afectadas: los nombres de las 17 especies animales afectadas son:
Bombyx mandarina
Bos gaurus
Bos mutus
Bos primigenius
Bubalus arnee
Camelus ferus
Canis lupus
Capra aegagrus
Carassius gibelio
Cavia aperea
Equus africanus
Equus ferus
Felis silvestris
Lama guanicoe
Mustela putorius
Ovis orientalis
Vicugna vicugna
Sentido[editar]
Estas 17 especies de animales salvajes son los ancestros de algunos de los animales domésticos más relevantes y por ello habían recibido su nombre con posterioridad al nombre de sus variedades domésticas por lo que -según el principio de prioridad- desde el momento en que se demostrara que ambas variedades son una sola especie su nombre específico tendría que desaparecer. La norma se establece para evitar la paradoja de que los linajes más antiguos, los silvestres, sean nombrados como subespecies de sus descendientes. Por ello dispone que si se demuestra la proximidad suficiente entre las poblaciones de animales salvajes y sus descendientes domésticos para que sean considerados una misma especie, el nombre binomial que debe aplicarse a ambos es el que tuviera la variedad salvaje.
Por lo tanto, el nombre específico que prevalece para los caballos actuales es Equus ferus, quedando el término caballus como nombre trinomial que designa a la subespecie doméstica.
Los caballos se clasifican dentro del orden de los Perisodáctilos, perteneciendo a la familia de los Equidos, a la que también pertenecen los asnos (Equus africanus), el onagro o el kulán (Equus hemionus), el kiang (Equus hemionus kiang) y las cebras, en la que están estrechamente emparentados al pertenecer todos al único género superviviente, Equus.
- Evolución
La evolución del caballo puede seguirse a través del registro fósil hasta llegar a Hyracotherium (también llamado Eohippus), un pequeño mamífero herbívoro que vivió durante el Eoceno, hace 55 millones de años, en América del Norte.
Esquema resumido de la evolución del caballo.
Se supone que de él descienden todos los équidos posteriores, incluido el género Equus. Hyracotherium tenía un tamaño que oscilaba entre los 20 y los 40 centímetros de altura, con cuatro dedos en las extremidades anteriores y tres en las posteriores, terminando cada uno en una uña (no en un casco, como las especies actuales). A primera vista era similar a un perro pequeño.
La evolución posterior de Hyracotherium le hizo aumentar su altura hasta los 115 centímetros y perder sus dedos hasta hacerse monodáctilo, es decir, con un solo dedo. Poco a poco, su único dedo se endurecería mediante mutaciones, hasta desarrollar cascos que les permitían huir de los depredadores.
En esa época aparecieron a la vez en Norteamérica y Eurasia diversas especies y géneros relacionados. Parece ser que las especies euroasiáticas desaparecieron; sin embargo, las especies americanas dieron lugar -durante el Oligoceno- al género Mesohippus, del tamaño de una gacela, que tenía sólo 3 dedos en las patas delanteras y que ya presentaba pies con forma de casco.
Algo más tarde, en el Mioceno, a Mesohippus le sucedió Hypohippus y Anchitherium; se cree que ambas especies colonizaron después Eurasia desde América del Norte.
Otros descendientes de Mesohippus fueron Miohippus y Merychippus; este último género desarrolló dientes con coronas muy altas lo que le permitió, a diferencia de Hyracotherium, que pastaba hierba, ramonear las hojas y brotes de árboles y arbustos.
Entre los descendientes de Merychippus estaba Hipparion, que durante el Plioceno se desplazó y expandió desde Norteamérica hasta Eurasia, y Pliohippus (primer antepasado de un solo dedo), antecesor de Pleshippus y de su sucesor, el caballo moderno, es decir, el género Equus, que apareció hace 5 millones de años.
Se cree que durante el Pleistoceno, hace unos 15.000 años, el género Equus extendió su área de distribución desde Norteamérica a Eurasia y Africa cruzando el puente de Behringia.
Hace unos 10.000 años los caballos se extinguieron en Norteamérica, por causas aún desconocidas, quizá por algún cataclismo climático que modificó los ecosistemas americanos.
Diversos hallazgos en cuevas de Europa indican que el caballo era un animal muy abundante durante la Edad de Piedra en dicho continente; se han encontrado suficientes restos de esqueletos de caballos dentro y en los alrededores de estas cuevas como para afirmar que eran consumidos por el ser humano
El número de caballos disminuyó en el neolítico, cuando Europa estaba cubierta por bosques en su mayor parte. Se han encontrado restos de la Edad del Bronce, embocaduras y piezas de arneses, que demuestran que el caballo ya estaba domesticado en esta época.
Esta domesticación permitió siglos más tarde -tras el Descubrimiento de América- que los caballos fueran reintroducidos por los conquistadores españoles en el continente que los vio surgir.
- Anatomía
* Porte
La altura de los caballos, como en los demás cuadrúpedos, se mide hasta la cruz, donde encuentran las escápulas, es decir el punto donde se une el cuello con el lomo del caballo. Se elige como referencia este punto por ser una altura estable que no puede subir o bajar como la cabeza o el cuello.
Anatomía externa del caballo.
El tamaño de los caballos varía considerablemente entre las distintas razas y también está influido por la nutrición. Según su porte las razas de caballo suelen dividirse en tres grupos:
- pesados o de tiro;
- ligeros o de silla;
- ponis y razas miniatura.
La altura de los caballos de silla o ligeros suele oscilar entre 142 y 163 centímetros y su peso oscila entre 380 y 550 kilogramos. Los caballos de silla más grandes tienen una altura a partir de 157 centímetros y llegan hasta 173 centímetros, pesando alrededor de 500 a 600 kilos.
Las razas de tiro o pesadas miden generalmente de 163 a 183 centímetros y pueden pesar entre 700 y 1.000 kilos.
El ejemplar de caballo más grande registrado en la historia se llamaba Mammoth, probablemente era un shire, que nació en 1848. Medía 220 centímetros y se estima que llegó a pesar 1.500 kilos.
El caballo que actualmente ostenta la marca de menor altura se llama Thumbelina, es una yegua miniatura adulta afectada de enanismo. Mide 43 centímetros de alto y pesa 27 kilos.
- Ponis
Se denominan ponis a muchas razas de caballo de pequeño porte, aunque el baremo varía ligeramente según los lugares. El límite que establecen generalmente los países que usan el sistema anglosajón de unidades para considerar a un caballo como un poni es que no supere 147 centímetros de altura en la edad adulta, aunque en Australia el tope es de 142 centímetros.
El tamaño de las distintas razas de caballos puede variar considerablemente, como puede observarse en estos dos caballos adultos.
La Federación Ecuestre Internacional, que usa el sistema métrico, establece la altura de corte entre caballos y ponis en 148 centímetros sin herraduras y 149 centímetros con herraduras. Algunas razas que producen individuos tanto por encima como por debajo del límite no son consideradas ponis a pesar de su altura.
En cambio algunas razas de ponis pueden producir individuos que sobrepasen el límite sin perder la denominación de poni.
La diferencia entre ponis y caballos no es simplemente de altura, sino también de fenotipo, conformación o apariencia, además de temperamento. A menudo los ponis presentan pelaje más denso en crines, colas y cubierta en general.
Además tienen patas proporcionalmente más cortas, con cuerpos más robustos, huesos más pesados, cuellos más cortos y cabezas cortas con amplias frentes. Suelen tener temperamentos calmados.
De hecho, la talla por sí misma no es un factor determinante para la definición de un caballo como poni: mientras que el poni de las Shetland tiene una media que sobrepasa los 102 centímetros, los Falabella y otros caballos miniatura, que no sobrepasan los 86,4 centímetros (la talla de un perro grande) no son considerados ponis en sus respectivos estándares genealógicos.
- Estructura ósea
Un caballo tiene 205 huesos. Su columna vertebral está compuesta por 51 vértebras. Una diferencia importante entre el esqueleto del caballo y el del humano es que aquél carece de clavículas, los miembros anteriores se unen a la columna mediante poderosos músculos, tendones y ligamentos que sujetan las escápulas. Las patas y los cascos de los caballos también son estructuras únicas.
La disposición y proporciones de los huesos de sus patas son muy diferentes a las de los humanos. Por ejemplo, la parte del cuerpo llamada “rodilla” en los caballos en realidad está formada por los huesos del carpo, que se corresponden con la muñeca humana. Mientras que el corvejón contiene huesos equivalentes al tobillo humano.
Los huesos inferiores de la pata del caballo se corresponden con los huesos de la mano o el pie humanos y los denominados nudillos del caballo son los huesos sesamoides entre la caña (un único hueso equivalente al metacarpo) y las falanges proximales de los dedos, es decir los nudillos humanos.
En las extremidades delanteras, el cúbito y radio se han fusionado dando lugar a un único hueso, al igual que ha sucedido con la tibia y el peroné, lo que impide que pueda girar lateralmente las manos y pies.
Además un caballo no tiene músculos en sus patas por debajo de las rodillas y corvejones, sólo tiene piel, tendones, ligamentos, cartílago y huesos y un tejido córneo especializado para absorber impactos que forma los cascos.
Todas estas diferencias son adaptaciones de sus extremidades a la carrera, como la reducción del número de dedos de las extremidades a uno solo, rodeado de un material córneo llamado casco.
Los huesos de la cabeza del caballo son largos y los de la cara tienen el doble de longitud que los del cráneo. La mandíbula también es larga y posee una superficie ancha y aplanada en la parte inferior de la zona posterior.
- Cascos
Los cascos son fundamentales para la estructura de las patas de los caballos. Los cascos de los caballos en las falanges distales, el equivalente a las puntas de los dedos en los humanos, en el interior están recubiertas de cartílago y otros tejidos blandos especializados ricos en sangre como el tejido laminar.
El exterior de los cascos está formado por un tejido córneo similar al de las uñas de los humanos. El resultado final es que un caballo que pesa una media de 500 kilos es capaz de desplazarse sobre los mismos huesos que cuando un humano va de puntillas.
La razón por la que a los caballos se les ponen herraduras es que en cautividad desgastan más rápidamente los cascos, por la dureza del pavimento y por el sobrepeso que llevan, que en libertad desplazándose por la tierra. Los cascos crecen continuamente y en estado natural se desgastan solos, pero necesitan ser recortados cada cinco o seis semanas en los caballos herrados.
- Dientes
Los caballos han adaptado sus dientes para pastar hierba. Los caballos tienen un mínimo de 36 dientes (12 incisivos y 24 molares). Un caballo adulto tiene 12 incisivos, adaptados para morder y arrancar la hierba y demás vegetación, en la parte frontal de la boca.
Tienen 24 dientes adaptados a masticar, los premolares y molares, en la parte posterior de la boca. Los machos adultos tienen cuatro dientes adicionales justo tras los incisivos denominados “colmillos” y que no les saldrán hasta que tengan cuatro o cinco años de edad.
Algunos caballos, tanto machos como hembras, pueden desarrollar de uno a cuatro dientes vestigiales muy pequeños delante de los molares, que generalmente se les quitan porque pueden interferir con el bocado. Este espacio entre incisivos y premolares está vacío y es donde se coloca el bocado del arreo del caballo.
Los dientes de los caballos continúan creciendo durante la mayoría de su vida para que puedan pastar correctamente.
Los incisivos presentan distintos patrones de crecimiento y desgaste según las edades de los caballos, además del ángulo que presentan las superficies de mordedura, por lo que pueden ser utilizados para medir de forma aproximada la edad del caballo, aunque la dieta y los cuidados a los que son sometidos varían notablemente en las tasas de desgaste.
- Aparato digestivo
Los caballos son herbívoros con un aparato digestivo adaptado a consumir una dieta de hierba y otros materiales vegetales durante la mayor parte del día. En comparación con los humanos tienen un estómago relativamente menor pero unos intestinos mucho más largos que permiten un flujo continuo de nutrientes.
Un caballo de 450 kilos come entre 7 y 11 kilos de comida diariamente y en condiciones normales bebe de 38 a 45 litros de agua. Los caballos no son rumiantes, por lo que sólo tienen una cavidad en su estómago, a diferencia de las vacas o las ovejas que tienen cuatro cavidades.
Pueden digerir la celulosa de la hierba gracias a que poseen un ciego muy desarrollado, por el que la comida pasa antes de llegar al intestino grueso. A diferencia de los humanos, los caballos no pueden vomitar, por eso los problemas digestivos pueden provocarles cólicos que les pueden ocasionar la muerte.