Las artesanías textiles en los inicios
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Las manufacturas textiles no constituían en Corrientes una verdadera industria, sino una labor casera. Se atendía con ella las necesidades familiares y, eventualmente, quedaban excedentes para la venta y extracción a las provincias meridionales.
Se contaba para ello con materias primas como el algodón y la lana. Ambas se remitían para ser hiladas y tejidas en los pueblos de Misiones o de Itatí. En el resto de Corrientes, salvo la producción doméstica, no se fabricaban lienzos(1).
(1) Así lo afirmó el Cabildo en Acta del 24 de Julio de 1809: “En este pays no hubo fabricas de lienzos, ni las hay hoy y los que se merecían eran introducidos de los pueblos de Misiones Guaranís, a permutas de efectos de este pays”. Archivo General de la Provincia de Corrientes, Actas Capitulares 20 (1807-1810). // Citado por Ernesto J. A. Maeder. “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.
La tejeduría de Itatí, aunque decaída hacia fines del siglo XVIII, constituía una verdadera manufactura en el sentido de que el pueblo poseía los telares en un salón a propósito y sus mujeres hilaban allí el algodón, provisto generalmente por vecinos o mercaderes correntinos(2).
(2) El beneficio del hilado correspondía por partes iguales al proveedor de la materia prima y al pueblo. El tejido, en cambio, sólo dejaba al pueblo un 10 % a 15 % del lienzo como compensación. Archivo General de la Provincia de Corrientes, Documentos de Gobierno 26 (1785), Copiador de Notas. // Citado por Ernesto J. A. Maeder. “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.
En los Inventarios del pueblo consta que en 1772 había 18 telares, de los cuales en 1785 sólo 12 eran útiles. En 1817 se describe ese taller como “un salón que sirve de texeduria con 7 telares con todo apero y 2 palas de tejer ponchos, 2 urdidores grandes, uno con argollitas de fierro y una caja grande de guardar hilo”(3).
(3) Archivo General de la Provincia de Corrientes, Inventarios de Itatí, en Documentos de Gobierno 18 (1771-1773); 26 (1785); y Expedientes Administrativos 4 (1817). // Citado por Ernesto J. A. Maeder. “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.
Aunque no se conocen detalles del trabajo correntino, es posible imaginar su analogía con los telares paraguayos descriptos por Aguirre:
“Sus ideas para el beneficio hasta tejerlo son las mas sencillas ... Entre dos cilindros se desmota; con un arco se esponja, al huso se hila, y los telares no pueden ser mas triviales. Los indios son generalmente los tejedores aún en las casas de familia, donde ella ha hilado para su vestido”. Aguirre menciona tres tipos de lienzo: grueso u ordinario; mediano; y fino para pañuelos y vestuarios(4).
(4) Juan Francisco Aguirre. “Diario del capitán de fragata de la Real Armada D ...” (1949-1951), en la “Revista de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires”, tomo II, primera parte, pp. 378-379, Buenos Aires. En igual sentido, Félix de Azara. “Viajes por la América Meridional” (1923), dos volúmenes, tomo I, p. 96, Madrid, describe esas telas como bastas, útiles para camisas de esclavos y pobres. // Citado por Ernesto J. A. Maeder. “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.
Pero si los lienzos o el pabilo constituían una producción específica de Itatí o de los pueblos misioneros, la manufactura de otros tejidos era resultado de la elaboración correntina doméstica.
Desde 1760, al menos, y hasta principios del siglo XIX, todos los informes coinciden en señalar estas labores como trabajo habitual de las mujeres en el hogar. “Los hombres visten pobremente de los que trabajan las mujeres, hijas, madres y hermanas que sin cesar laborean todo el día tejiendo ponchos, ligas, ceñidores, jergas, pellones y otras manufacturas con que se mantienen a si propias y a los dichos zánganos”(5).
(5) Diego de Alvear. “Diario de la segunda Subdivisión de Límites española entre los dominios de España y Portugal en la América Meridional por el segundo comisario y geógrafo, don Josef María Cabrer”, en Melitón González. “El Límite Oriental del Territorio de Misiones” (1882-1886), tres volúmenes, tomo III, pp. 341-358, Montevideo-Buenos Aires. El editor atribuyó este texto de Alvear a Cabrer. En Marzo de 1784, Juan Francisco Aguirre advirtió el trueque de cintas “y frioleras de quincallería en cambio de los cinchones, ponchos y otras especies de géneros que vendían las correntinas...”, en “Diario del capitán de fragata de la Real Armada D ...” (1949-1951), en la “Revista de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires”, tomo I, p. 375, Buenos Aires. // Citado por Ernesto J. A. Maeder. “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.
Según esos mismos Informes se trabajaban telas de algodón tales como gasas, cotonías, muselinas lisas y rayadas, lienzos finos y ordinarios, listadillos (telas con rayas azules y blancas) y los tejidos de trama muy abierta, como el aopoí. Con la lana se hacían bayetas y bayetones, ponchos, frazadas y cubrecamas, picotes, gorros y varias partes del apero de montar, como jergas, cinchones, cinchas y cojinillos(6).
(6) Una prolija nómina en el Informe de Martínez y Cires en “El Telégrafo Mercantil”, tomo I, pp. 365-366. // Citado por Ernesto J. A. Maeder. “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.
Algunos trabajos más delicados como manteles, servilletas, paños, colchas y ropas terminadas salían de los mismos talleres. Por los Informes se advierte que conocían y utilizaban tinturas adecuadas para obtener el azul (añil), el rojo (grana o cochinilla), el anaranjado (vui) y amarillo (palo mora y tatativa)(7).
(7) En el Informe de Martínez y Cires en “El Telégrafo Mercantil”, tomo I, pp. 365-366. Además, referencias más detalladas sobre las tinturas en Martín Dobrizhoffer. “Historia de los Abipones” (1967-1970), tres volúmenes, tomo I, pp. 483, 505, 510-513, traducción de E. Werniche y Clara V. de Guillén, bibliografía de Guillermo Furlong S. J., advertencia de Ernesto J. A. Maeder, Resistencia, UNNE; y Félix de Azara. “Viajes por la América Meridional” (1923), dos volúmenes, tomo I, pp. 88 y 99, Madrid. EC. // Citado por Ernesto J. A. Maeder. “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.
Las Guías permiten conocer con más detalle la variedad y cantidad de la producción destinada a la exportación. Entre 1780 y 1797 algunos rubros sólo alcanzaron cifras insignificantes: 40 pellones, 91 paños de manos, 6 alfombras, 12 cojinillos, 5 manteles, 124 frazadas y cubrecamas. Otros rubros, en cambio, apuntan a una producción más sostenida:
Salida de manufacturas textiles
Quinquenios
Cinchas
Ponchos
Jergas
Calzoncillos
1780-1784
36
1785-1789
330
9
594
1790-1794
1.631
24
200
5.441
1795-1797
844
600
1.387
Con algunas variantes esos mismos rubros se mantienen, en el quinquenio 1805-1809, en el que han desaparecido los pellones, las alfombras, ponchos, frazadas y manteles.
Años
Cinchas
Fajas
Jergas
Calzoncillos
1805
578
300
258
490
1806
268
100
283
121
1807
151
238
1808
377
570
80
1809
2.261
234
La lectura de estas últimas cifras indica, por una parte, las manufacturas con salida regular, sus cifras modestas y las alternativas de algunos bienes que declinan, como las fajas y calzoncillos, mientras que otros se mantienen y aún aumentan sus volúmenes de exportación.
Aunque se carece de cifras posteriores, la situación se agravó en 1810, ya que según el Informe del diputado al Consulado, Angel Fernández Blanco, las tejedoras de Corrientes “por la abundancia de manufacturas extrangeras con que se ha abarrotado el Reino, no solo han tenido que abandonar estas labores y mucha parte de sus texidos caseros, sino que hasta el único renglón que les había quedado de cinchadores y xergas, con que proveían el Reino, tiene el desconsuelo de saber que también lo traen ya los mismos extrangeros”(8).