Algunos rasgos del sector ganadero
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La explotación ganadera, convertida en la principal actividad económica de Corrientes, dio lugar a la formación de un importante sector formado por estancieros, arrieros, acopiadores y comerciantes vinculados a la producción pecuaria.
Este sector, que creció y se consolidó en esta época, tuvo además un papel destacado en la gestión del Cabildo, impulsando sus avances en materia de tierras, delimitando las fronteras internas e interviniendo en las definiciones políticas de 1810.
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Dadas estas circunstancias, resulta de interés procurar una identificación más detallada del sector o al menos de sus principales figuras, a fin de comprender adecuadamente el papel que les tocó jugar en cada oportunidad.
Con tal propósito se ha redactado una extensa lista de personas vinculadas a la ganadería entre 1766 y 1810. En esos 54 años -en que este sector se ha consolidado y extendido- se ha identificado a los principales estancieros tomando como base un cierto número de fuentes en ausencia de una Catastro coetáneo de la propiedad rural(1).
(1) El primer Catastro de la provincia fue formado durante el Gobierno de Pedro Ferré quien, por decreto del 9 de Julio de 1827, dispuso la creación de un Registro de las propiedades rurales. Dicho libro existe en el Archivo General de la Provincia de Corrientes y contiene anotaciones precisas sobre este tema hasta 1860. Incluso, muchos Títulos de tierras realengas adquiridas en los últimos años del siglo XVIII. // Citado por Ernesto J. A. Maeder. “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.
Las fuentes tomadas en cuenta han sido las siguientes:
* la lista de embargos hecha a los comuneros de 1766;
* el Informe de propietarios de tierras de 1772;
* los Protocolos que registran compras o ventas de estancias particulares;
* los expedientes o anotaciones que indican adquisición de tierras realengas;
* los testamentos y las cartas dotales en que constan bienes de esta naturaleza;
* las guías de ventas de animales;
* los remates de diezmos donde figuran los adquirentes de la cuatropea de cada lugar; y, por fin,
* todo tipo de constancia individualizadora de la calidad de estanciero, criador o hacendado.
En base a estos ocho registros se han logrado identificar 635 nombres de los cuales 243 eran -con seguridad- estancieros (37 %)(2).
(2) Las fuentes anotadas utilizadas son: la lista de 1766, en el Archivo General de la Nación, Sala IX, Cuerpo 3, Armario 3, Nro. 7; la de 1772, en el Archivo General de la Provincia de Corrientes, Documentos de Gobierno 18 (1771-1773); las ventas y testamentos, en los Protocolos de escribanos, en sus años respectivos, Archivo General de la Provincia de Corrientes; los remates de diezmos; las constancias individualizadoras -generalmente en anotaciones marginales de las guías- o en documentos circunstanciales. El procedimiento para identificar a los estancieros fue la posesión de campos. Con respecto a la documentación sobre los diezmos correspondientes al obispado de Buenos Aires, se conserva casi totalmente en el Archivo General de la Nación, en los Legajos Sala IX, Cuerpo 13, Armario 3, Nro. 5 a la Sala IX, Cuerpo 13, Armario 3, Nro. 7. Los correspondientes al distrito correntino cubren el período 1638-1814 aunque con algunas omisiones. De ellas, el período 1588-1606, 1613-1620 y 1660 se conservan muy deteriorados en el Archivo General de la Provincia de Corrientes y fue publicado por la “Revista del Archivo de la Provincia de Corrientes” (1909), tomo I, pp. 180-183; 259-261; y 512-513, Corrientes. A su vez, las cifras de 1613-1640 se conocen a través de un “Libro Real donde se asientan los Novenos que a S. M. pertenecen fecho por Francisco Ramírez, Oficial Real desde el año de treze”, en el Archivo General de la Provincia de Corrientes, Documentos de Gobierno 2 (1616-1648). La cifra de los novenos permite calcular con suficiente aproximación la suma de los diezmos, si se toma cuenta el sistema entonces vigente. Para la distribución por tercios (1622-1772), la fórmula es: (2/9 x 9) / 2 x 3; la distribución por cuadrantes (desde 1772 en adelante) es: 2/9 x 9. // Citado por Ernesto J. A. Maeder. “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.
La lista así formada, con todas las lagunas y limitaciones que derivan de estos testimonios es, de todos modos, la única posible que puede formarse a esta altura de las investigaciones. La lista comprende la nómina de propietarios rurales de esa época, las fechas en que desarrollaron su actividad, ciertas precisiones sobre sus inmuebles y ganados, el tipo de actividad en que se especializaron y, también, el rango social y la ubicación política que alcanzaron en aquella sociedad.
En el primer caso y tomando en cuenta las ventas de animales en pie que realizaron los ganaderos entre 1780 y 1797 puede formarse el siguiente cuadro, según los volúmenes de animales vendidos por cada uno de ellos.
Esta lista no incluye a un crecido número de estancieros (más de 100), de menor importancia, cuyas ventas de animales fueron inferiores a 250 cabezas anuales. De los restantes no hay en las guías indicación de que hayan realizado operación alguna.
De todo ello se deduce que, si bien estos documentos proporcionan una pista muy útil es, asimismo, seguro que una cantidad de operaciones se realizaron sin que conste en las guías o en los protocolos o porque sólo se registró el nombre del intermediario que los compró y llevó a destino.
Por otra parte, la falta de guías desde 1798 en adelante impide seguir este proceso hasta 1810.
Nómina de ganaderos clasificados según el número
de animales vendidos anualmente entre 1780 y 1797
Más de 2.000 cabezas:
Manuel de Bedoya, José Ignacio Beláustegui, José Baltasar de Casajús, Felipe Díaz Colodrero, Nicolás Esquivel, Juan García de Cossio, Vicente de Goitía, Miguel Gerónimo Gramajo, Ciprián de Lagraña, León Martínez de Ibarra, Juan de Migoya.
Entre 1.000 y 2.000 cabezas:
Urbano de Araujo, Fulgencia Báez, Leandro Encinas, Antonio Insaurralde, Juan de Lagranja, Félix de Llano, Francisco Márquez Caballero, Juan Esteban Martínez, Antonio Luis Poysón, Ignacio Rolón.
Entre 500 y 1.000 cabezas:
Pedro Cano, Francisco Xavier de Casajús, José Vicente Godoy, Manuel Gómez de Cossio, Isidoro Martínez y Cires, Pedro Pérez Serrano, José Rodríguez, Eugenio Serrano, José de Silva.
Entre 250 y 500 cabezas:
Julián del Aguila, Gerardo Alegre, Sebastián Alegre, Francisco Almirón, Antonio Arce, Francisco Arce, Francisco Ayala, Bernardo Báez, Gregorio Baranda, Tomás Castillo, Martín Colla, Francisco Xavier Fernández, Mateo Godoy, José González, José Pablo Insaurralde, Santiago Lescano, Gabriel Núñez, José Obregón, Pedro Paz, Miguel Gerónimo Portillo, Domingo Rolón, Silvestre Romero, Pedro J. Segovia, Fernando Soberón, Juan Bautista Solís, Luis Soto, Francisco Xavier Valenzuela, Santiago Vallejos, José Verón de Astrada, Juan Bautista Vilches.
Las ventas consignan, principalmente, arreos en pie de vacunos y, en mucha menor cantidad, cueros, grasa, sebo o lana. Estos tres últimos rubros corresponden, sobre todo, a los ganaderos chicos. Con mulas operaron León Martínez de Ibarra, José Rodríguez, Eugenio Serrano, Ignacio Benítez; con caballos y yeguas: Leandro Encinas, José Bautista Casajús, Juan V. Díaz, Juan Esteban Martínez e Ignacio Rolón.
En lo que se refiere a sus bienes y rango social cabe señalar que la mayoría de los propietarios rurales se dedicaba exclusivamente a la ganadería como actividad productora. Otros han llegado a ella como una forma de invertir sus bienes de modo rentable, ya fueran ganancias o herencias de sus mayores.
Así, por ejemplo, varios comerciantes, como Francisco Vilela, Bartolomé Varela y Montoto, Isidoro Martínez y Cires, Francisco Xavier Barberán, Juan A. Pérez; algunos eclesiásticos, como Antonio de la Trinidad Martínez de Ibarra, José Verón de Astrada, José Baltasar de Casajús; algunos funcionarios, como José Fernández Blanco, Esteban Perichón, José Ponciano Rolón.
En cuanto al desempeño de cargos de gobierno, muchos de ellos participaron activamente en la gestión pública. Juan García de Cossio y Miguel Gerónimo Gramajo fueron Tenientes de Gobernador en 1771-1784 y Comandante de Armas en 1795-1801, respectivamente, así como también Alcaldes en varias ocasiones.
Felipe Colodrero y Vicente de Goitía también alcanzaron la vara algunas veces y fueron, asimismo, Procuradores de la Ciudad, mientras que Manuel de Bedoya añadió, a ambas magistraturas, la de Juez Hacedor de Rentas Decimales por largos años.
Sin llegar a funciones tan principales pueden hallarse con facilidad muchos de estos nombres en las listas de Alcaldes de ese período como Urbano de Araujo, Ciprián de Lagraña, León Martínez de Ibarra, Manuel Gómez de Cossio, Isidoro Martínez y Cires; de Procuradores, José Ignacio Beláustegui, Pedro Pérez Serrano, Francisco Solano, Bartolomé Cabral, Carlos José de Añasco, Domingo Rolón, Sebastián de Almirón, Manuel Gómez de Cossio, Silvestre Báez, José Rodríguez, Bartolomé Varela y algún otro; en cargos de preeminencia estuvieron por largo tiempo Juan Esteban Martínez, Félix de Llanos, Francisco Xavier de Casajús. En la lista de Alcaldes de Hermandad pueden hallarse otros veinte apellidos de hacendados.
En definitiva, durante este período de mayor interés en la expansión de tierras, la composición del Cabildo estuvo integrada, en su mayoría, por hombres vinculados a la explotación ganadera. Si a ello se añade la presencia de un Teniente de Gobernador igualmente activo, como García de Cossio, es fácil percibir la gravitación política del sector ganadero en la expansión de la frontera interna y la consolidación de las estancias.
Vinculados a la ganadería, pero sin que conste específicamente su condición de productores o propietarios de campos, existen otros 393 nombres. Todos ellos han sido individualizados en las guías como poseedores de arreos en tránsito para distintos mercados.
Sin duda una buena parte de ellos son compradores que han venido del Paraguay, ya que el escribiente ha colocado, no pocas veces, en el margen del Libro de Guías, anotaciones que dicen: “Para el gasto de su casa”, “para poblar estancia que tiene” o “para su obraje”(3).
(3) Algunos nombres rescatados de este modo son apellidos de cepa paraguaya: Mariano Bogarín, Juan Quiroz, José Sixto Sarza, José A. Talavera, Martín Yedros, etcétera. // Citado por Ernesto J. A. Maeder. “Historia Económica de Corrientes en el Período Virreinal. 1776-1810” (1981), Buenos Aires. Academia Nacional de la Historia.
Otro tanto ha ocurrido con los compradores de Misiones.
En lo que hace a los arreos para Entre Ríos, Santa Fe o Buenos Aires consta también que una buena cantidad lleva los animales “para hacer cuerambre”. Sin embargo, figuran entre ellos muchos apellidos correntinos que pueden ser ubicados en este sector, según la importancia y frecuencia de los arreos que transportan.
En el cuadro siguiente, se han anotado los nombres que aparecen con arreos de 100 a 250; 250 a 500; y de más de 500 animales.
Nómina de propietarios o vendedores de ganado clasificados
según el número de animales despachados anualmente
Más de 500 cabezas:
Sebastián de Almirón, José Antonio Corvalán, Bernardo Gómez, Juan Bautista Lascurain, Baltasar Martínez, Julián Núñez, Juan E. Ortiz, Juan E. Reyes, Fernando Rodríguez Valdivieso, Ignacio Rolón.
Entre 250 y 500 cabezas:
Juan Luis Acosta, Francisco Antonio Benítez, José Ignacio Benítez, Juan Esteban Benítez, Ildefonso Cuenca, Vicente Delgado, Juan A. Elías, Miguel Esquivel, Juan Manuel Gómez, Marcelo Leguizamón, Gaspar López, José Lotero, José R. Morales, Pedro J. Pesoa, Antonio Platón, José G. Rodríguez, Marcos Rodríguez, Mateo Ruiz, Félix Silva, Juan Cruz Silva.
Entre 100 y 250 cabezas:
León Aguirre, Agustín Amarilla, Juan A. Caballero, Francisco Xavier Cáceres, Julián Casco, Bartolomé Castillo, Francisco Xavier Corrales, Miguel Chávez, Juan P. González, Juan Manuel Llanos, Roque J. Maciel, José A. Paniagua, Manuel A. Rolón, Francisco A. Romero, Francisco Antonio Solís, Sebastián Vallejos.
A estos nombres corresponden agregar los de quienes, habiendo participado de estas operaciones, también intervinieron en los remates del diezmo de la cuatropea, lo que indica su vinculación con la ganadería. Entre ellos figuran Silvestre Báez, Eugenio Balbastro, Antonio Bernal, Bartolomé Cabral, Juan Francisco Escalante, Angel Escobar, Manuel Ferragut, Vicente Gómez de la Fuente, José Jalencas, Manuel Victoriano de León, Francisco Moral, José Navarro, Francisco de Orduña, Francisco de Paula, Miguel Pérez, José Perugorría, Francisco Antonio Silva, José Sisi, Juan A. Uriarte y Francisco Valdés. Algunos de los nombrados, como Balbastro y Bernal, eran comerciantes; Sisi, tenía una embarcación; Jalencas, era curtidor; Escobar y Miguel Pérez, residían en Buenos Aires.
Otra parte de las anotaciones registra a aquéllos que sólo participaban de la actividad ganadera vendiendo o acopiando cueros, grasa o lana para su venta fuera de Corrientes. La mayor parte de las personas así individualizadas no hacen este tráfico exclusivo sino que acopian, además, productos agrícolas o artesanales.
Pero de todo lo anotado, a través de esta muestra se deduce que el sector ganadero estaba integrado por un número significativo de productores (un tercio del conjunto), una proporción más elevada de intermediarios (compradores y vendedores de arreos) y un núcleo de acopiadores de cueros y derivados residentes en Corrientes y fuera de ella.
Esta participación en el tráfico de los animales o en la venta de los cueros incorpora al sector comerciantes, fleteros, arrieros e intereses de Buenos Aires que, seguramente, habilitaban con capital y medios a sus agentes locales.
La ganadería, en suma, constituida en la principal producción correntina, fue articulando gradualmente esos intereses que guardaban estrecha relación con el destino futuro de la economía provincial.