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Municipio Itatí

Esta población, que es cabecera del Departamento del mismo nombre, significa en guaraní “punta de piedra”, de ita (piedra) y tĩ (punta)(1).

(1) Antonio Emilio Castello. "Historia Ilustrada de la provincia de Corrientes" (1999).

En el lugar en que se levanta, que eran tierras del cacique Yaguarón, se detuvo Sebastián Caboto cuando buscaba las Sierras de la Plata.

En los primeros años del siglo XVII una gran cantidad de indios belicosos fueron vencidos y se sometieron a los españoles en un paraje conocido con el nombre de Tabacué (en guaraní significaba “pueblo que fue”, de táva, pueblo, y kue, que fue); luego fueron puestos en reducción junto a la Cruz del Milagro y, años después, junto con otros indios sometidos, formaron la población de la Reducción de Itatí.

No hay datos concretos sobre la fecha de su instalación, pero se cree que fue el 7 de Diciembre de 1615 y, el encargado de llevarla a cabo fue, para los historiadores Manuel F. Mantilla, Hernán F. Gómez y Federico Palma, el Padre franciscano fray Luis de Bolaños y, para Labougle, fue fray Luis Gámez.

Bolaños la denominó “Reducción de la Pura y Limpia Concepción de Itatí”. Cuando estaba al frente de ella el sacerdote paraguayo fray Juan de Gamarra, cuarto sacerdote de la serie iniciada con Bolaños, la Reducción fue trasladada al lugar que ocupa actualmente el pueblo y al antiguo asiento se le dio la denominación de Tabacué.

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El pueblo de Itatí, con Gobierno Municipal, es capital del Departamento de su nombre. Se encuentra edificado sobre el río Alto Paraná, contando con un puerto cómodo que corresponde al Km. 1276 de esa arteria fluvial(2).

(2) Citado por Hernán Féliz Gómez. “El Municipio de Itatí” (1942), Buenos Aires.-.

Hasta pasada la segunda década del siglo XX, Itatí conservó el sello colonial de su edificación, con sus casas bajas, de amplios corredores. Aquella uniformidad ha desaparecido; muchas casas de sello moderno le están imprimiendo un aspecto nuevo en correspondencia con la magnífica Basílica en construcción, en honor a N. S. de Itatí. Se asegura que por sus líneas arquitectónicas y su magnífica rotonda, la Basílica será única en su género, en el continente, y la séptima en el orden de los monumentos cristianos.

Las calles de la planta urbana de Itatí no están pavimentadas. Cuenta con una avenida, de cemento armado, que arranca del Santuario yendo hasta el muelle de pasajeros para facilitar el acceso de los millares de peregrinos que lo visitan y vienen por la ruta fluvial.

Por tierra se encuentra articulada a la ruta nacional Nro. 12 y cuenta con un camino carretero que lo une a la capital de la provincia, con servicio diario de ómnibus.

Cuenta con todos los servicios públicos de la Administración del Estado Provincial, con oficinas de correos y telégrafos nacionales y su puerto realiza todas las operaciones de la navegación de cabotaje.

Dentro de su modesta sociabilidad, cuenta con centros sociales, biblioteca pública y establecimientos de educación común. Además de la Escuela Graduada Provincial, y de la Escuela Nacional Nro. 276 situada en su planta urbana, funciona la Escuela Parroquial emplazada a cuadra y media del río Paraná, en una suave loma, con declive al cauce de dicho río; por el sur, esta loma se pierde en los terrenos bajos de la Colonia Oficial.

- El lugar geográfico

La zona geográfica, cuyo centro ocupa el Municipio Itatí, es una de las más fértiles de la provincia. Sus tierra flojas, arenosas, son fáciles al trabajo, circunstancia que arraigó desde los tiempos precolombianos a tribus agricultoras, de nación guaraní, cuyos implementos agrícolas rudimentarios podían hacer maravillas en aquella región fértilísima.

Si el núcleo de población buscó siempre el cauce del Alto Paraná, que garantizaba comunicaciones fáciles y abundante pesca, las tareas agrícolas desarrollábanse al sur de la zona.

Ella se encuentra dividida, de E. a O. por la gran cañada Ipucú que corre paralela al cauce del Alto Paraná. La parte N. es seca, de grandes espinillares, carece de lagunas, apenas tiene formaciones esterales; es la región ganadera por excelencia. La parte al sur del Ipucú es de terrenos arenosos, humíferos, con gran cantidad de lagunas de agua dulce; es la región agrícola, cuya producción de frutas (naranjas y sandías) es famosa.

Como siempre esta zona ha sido la predilecta y, como Itatí data del siglo XVII, la propiedad está muy dividida; el aprovechamiento continuo de estas parcelas las está empobreciendo.

Frente a Itatí, en el cauce del río Alto Paraná, existen grandes piedras (en guaraní = itá) que obstruyen la navegación, visibles en las bajantes del río. A las extremidades salientes de las piedras denominaban los guaraníes itatí, piedra de punta, de ita, piedra; y ti, punta.

Según uno de nuestros eruditos historiadores, el paraje fue habitado por una tribu guaraní denominada Itatiguá y, por simplificación, itatis, que equivale a “vecinos de las piedras de punta (M. F. Mantilla).

El doctor Benjamín T. Solari, a quien hemos solicitado dictamen sobre la denominación del paraje, a mérito de su ilustración notable sobre el gran idioma guaraní, sostiene que la forma correcta de Itatí es; itá-tig, cuya traducción cierta sería; el pedregal.

La versión aparecería confirmada por las características geológicas del lugar, desde que si abundan las piedras en el río, como en gran parte del cauce del Alto Paraná, existen en la zona formaciones líticas de diversa especie, incluso calcáreas y arcillosas.

Esto no fue misterio para las tribus indígenas del período precolombiano que debieron encontrar en el paraje el material útil para sus armas e instrumentos de trabajo. Precisamente, la arqueóloga A. B. de Stern ha escrito sobre un instrumento lítico interesante.

En el año 1940, durante la construcción del camino al Este de Itatí, el encargado de la obra distinguió, entre la arena removida, piedras de forma curiosa. Eran tres hachas, según el descubridor, de forma y tamaño idénticos.

Desgraciadamente, los obreros de la construcción consideraron demasiado interesante el hallazgo y se apropiaron de él. “En su conocimiento y siguiendo su pista, tuve la suerte -dice- de dar con una de ellas durante una excursión arqueológica en el pueblo de Itatí. El hacha, lamentablemente partida en dos, tiene las siguientes características:
Es una pieza delicada, de forma perfecta, hermosamente pulida, de cuarzo color gris-verdoso. Representa la forma clásica del hacha neolítica. Sus medidas son:

largo 93 mm
ancho en la parte marcada “A” 37 mm
ancho en la parte marcada “B” 42 mm
ancho en la parte marcada “C” 22 mm

Se encuentra un ejemplar semejante entre los instrumentos líticos de los chiriguanos, como también entre las hachas de piedra del Estado de Río Grande do Sul.
Este interesante lítico encontrado en la provincia de Corrientes, pertenece probablemente a la zona de influencia de las culturas guaraní, ya que Outes, al describir los caracteres de la cultura netamente guaraní, habla de la presencia de ‘hachas pulidas’”.

En cuanto al siglo XIX, la cal, en piedras, que existe en la zona, fue usada por el químico fray Juan Nepomuceno Alegre para reconstruir la iglesia de Itatí, en 1857. Así lo anota De Moussy en su interesante obra. Además, la arcilla plástica que existe en la región dio origen a una industria alfarera que fue famosa hasta fines del siglo XIX. Se le daba color con areniscas amarillas, vueltas rojas por la cocción del horno; luego se alisaban y lustraban las piezas con fricciones de semilla de la planta llamada caruguary.

Esta significación de la voz Itatí aparece confirmada por el estudio filológico de otro erudito guaranizante, el doctor Luis G. Zervino, quien dice:

Correctamente, la grafía de esta palabra puede ser:
1.- ita- tí(n); 2.- Itatig.
1.- La forma: Itatí(n) ofrece dos acepciones:
a.- itá = piedra, tí(n) = blanco. Traduc.: piedra blanca;
b.- itá = piedra; tí(n) = punta.
Las dos acepciones se escriben de idéntica manera. Sí bien a todo lo que tiene punta se puede decir: iti(n), por analogía con la nariz, con mayor propiedad deben usarse los calificativos: apïgra, racu (n) á, hacu (n) á. Así: pococá apïgra, pococá racu (n) á, serán: la punta del bastón. No sería correcto expresarse: pococá ti(n).
Por eso, entre estas dos acepciones, la correcta es la primera, o sea: piedra blanca.
2.- La forma: itatig, viene de: itá = piedra; tig = lugar en que abunda. Traducción: pedegral”.

- El Itatí prehistórico

El día 28 de Febrero de 1528 un bergantín y una goleta comandados por Sebastián Caboto, el primer español que navegó el Paraná, anclaron en este paraje, tierras entonces del cacique Yaguarón, quien proveyó al navegante de alimentos y lo informó del origen de los adornos de oro y plata usados en la tribu.

También le advirtió de las dificultades que el río ofrecía para la navegación, con sus rápidos numerosos y el salto más lejano del Apipé. Caboto cambió de rumbo; descendió el Alto Paraná en busca de la boca del Paraguay y la ruta al Potosí.

Las crónicas de este viaje de exploración, del primer navegante castellano que circuló la red fluvial del Plata, llamaron al lugar “casas de Yaguarón”, y anticiparon el natural bondadoso de los hombres que lo poblaban.

Como la conquista de Castilla tomó como eje de penetración los cauces del Paraná y Paraguay, hasta la Ciudad de Asunción, que se convierte en centro de la misma, la zona del Alto Paraná siguió alejada de las operaciones que se realizaban. Pero apenas transcurrida una década, se sintió la necesidad de asegurar el tráfico terrestre que, desde Asunción (Paraguay), se hacía con el Río de la Plata, buscando la orilla del Océano.

A ese efecto se echó mano a la conquista espiritual y, según uno de los más veraces e informados historiadores del Litoral, el doctor Ramón B. Contreras, Itatí fue el centro de irradiación de las misiones franciscanas. Habría sido organizada en “doctrina” entre 1538 y 1570, antes de la fundación de la Ciudad de Corrientes (1588), aprovechándose el natural pacífico de las tribus guaraníes que la poblaron, vinculadas a los “carios”, los guaraníes de Asunción.

- El Itatí de la colonia

Cuando se emprendió, por los españoles de Asunción (época del Adelantado Vera y Aragón), la conquista de los territorios al oriente del río Paraná, en base a la fundación de la ciudad de Corrientes (1588), el avecinamiento indígena de Itatí ya estaba incorporado al plan colonizador.

Tal resulta de cartas dirigidas al rey de España por Hernando Arias de Saavedra, cuyo conocimiento debió ser directo; este famoso caudillo de la conquista trajo -desde Asunción del Paraguay- por tierra, las haciendas y elementos pesados destinados a la fundación de Corrientes, en 1588.

Conforme al archivo de la Orden Franciscana, que realizó la fundación de la Pura y Limpia Concepción de Itatí, ésta se remonta al 7 de Diciembre de 1615. Fue uno de sus gestores el beato, fray Luis de Bolaños, varón ilustre por su virtud y su consagración a redimir al indio. Se trasladó expresamente del Paraguay, donde ejercía sus funciones como misionero, cediendo a las sugerencias de Hernandarias, al tanto de su espíritu organizador. Habría fundado la reducción en la fecha indicada con una base de 100 indios guaraníes.

Tres años después, en 1618, quedó terminado el primer templo, modesto “rancho” de estanteo con techo de paja. Cuando Bolaños se retiró a Buenos Aires con el fin de vivir en reposo los últimos días de su vida, fue reemplazado por fray Luis Gámez, sacerdote que murió años después en Itatí. Sus sucesores fueron fray de Ciruga y fray Juan de Gamarra, este último paraguayo.

Según la tradición, fray Luis de Bolaños y su compañero, fray Alonso de San Buenaventura, trajeron de la desembocadura del Pyquyry (eminencia de piedra, en guaraní itatí) una Imagen de N. S. de la Pura y Limpia Concepción. El culto, como el poblado, se establecieron exactamente en el lugar llamado Tabacué (pueblo que fue), al Oeste del actual municipio, donde aún se conservan ruinas que se afirma pertenecieron al primer establecimiento.

Dicha Imagen era considerada, por la tradición, como hermana de la esfigie de N. Señora de Capiatá, que se venera en ese pueblo del Paraguay. Dicha tradición está muy esparcida entre las antiguas familias de Areguá, Itá, Yaguarón y muchos otros pueblos paraguayos.

Sostiene otra tradición documentada a fines del siglo XIX, por relatos del ex archivero de la provincia, el estudioso don José Alsina, que la Imagen de N. S. de Itatí habría sido hallada sobre una de las muchas piedras que existen sobre el río Paraná, a poca distancia de la costa de Corrientes, como a dos leguas abajo del pueblo de Itatí; que la recogieron de sobre la piedra, y trataron de hacerle su iglesia unos frailes franciscanos, en la costa del Paraná, en dirección a la piedra en donde se la había encontrado; que se trabajaron los cimientos de piedra, para la iglesia, en ese punto, que era una pequeña población de indios cristianos, pero que había desaparecido de allí la Imagen en dos ocasiones, encontrándosela siempre en el paraje en donde se le hizo por fin su iglesia, y se fundó el pueblo de Itatí, quedando extinguida la primera población.

A esta tradición oral parece adherirse Martín de Moussy, al decir: “Fray Luis de Bolaños estableció en Itatí la devoción de la Virgen, cuya estatua se encontró llevada, no se sabe ni cómo ni por quién, en el pueblo”.

Naturalmente, que toda esta tradición resulta un tanto difusa si no la vinculamos a circunstancias históricas coincidentes. Tres años antes de la fundación de la ciudad de Corrientes, y con el rol de servir de centro a la penetración y conquista del Gran Chaco, se fundó -al occidente del río Paraguay- sobre las márgenes del río Bermejo, la ciudad de Concepción de la Buena Esperanza.

Rodeada de tribus hostiles y alejada de la ruta Paraná-Paraguay, la joven ciudad, gemela de la de Corrientes, sufrió levantamientos y ataques de las naciones autóctonas, en su totalidad nómades. Desde 1630, sus vecinos empezaron a abandonarla, contrariando las disposiciones de su Cabildo, en forma furtiva. A esas emigraciones, que buscaban amparo en la ciudad de Corrientes o a la emigración del resto del vecindario, en masa, ocurrida en 1635, cuando Concepción de la Buena Esperanza del Bermejo fue tomada e incendiada por las tribus, pudo corresponder el transporte de la Imagen, cuya canoa debió naufragar quedando, aquélla sobre una de las piedras del cauce, tal vez salvada por el último de sus devotos.

Afirma en esta hipótesis la circunstancia de que la ciudad destruida, como la de Itatí, tienen la misma Patrona -la Pura y Limpia Concepción- y que la talla delicada y artística no es de origen americano sino español. Pudo ser traída de España por el Adelantado Juan Torres de Vera, y entregada para la fundación de la ciudad de la Concepción del Bermejo, que se hacía por su orden, al capitán y fundador, Alonso de Vera y Aragón, sobrino del Adelantado.

Lo exacto es que en el año 1619 cambió de lugar la doctrina de Itatí por orden de fray Juan de Gamarra, siendo trasladada al punto donde actualmente se levanta el pueblo.
Una vez que la reducción hubo tomado mayor importancia, aumentando el número de indios con la radicación de poderosos caciques de Corrientes, Apipé y aún del Paraguay, se hizo necesario un nuevo templo, obra terminada en 1620 y que prestó servicios hasta finalizar el siglo.

La pequeña iglesia de Itatí ha sufrido, hasta llegar a nuestros días, numerosas modificaciones, pero conserva mucho de su antiguo encanto. Su estructura actual, con sus dos torres graciosas que se levantan sobre una amplía plaza llena de árboles seculares, data del Gobierno del Dr. Pujol.

En el interior se halla colocada la Virgen sobre el altar, en un gran nicho luminoso, con las manos juntas y el rostro pleno de bondad. Junto a esta modesta iglesia, se construye la enorme basílica de nuestros días.

Estos acontecimientos coinciden con lo que dice el doctor Juan Pujol Vedoya en su libro “Provincia de Corrientes (su pasado, su presente y su porvenir)”, editado en París en 1883: “Fue fundada el 7 de Diciembre de 1615; tres años después, fue erigida la primera iglesia; la segunda, el 14 de Agosto de 1624 y, la tercera, de 1626 a 1627. El templo fue reconstruido en 1853 por el R. P. franciscano Juan Nepomuceno Alegre”.

Aún cuando temporariamente Itatí estuvo a cargo de la Orden de la Compañía de Jesús, originariamente y en la mayor parte de su existencia perteneció a las reducciones de la de San Francisco. A esa circunstancia se debe el que dicha reducción hubiese accionado articulada a las autoridades administrativas, políticas y militares de la ciudad de Corrientes.

La autoridad local era el Cabildo indígena, que actuaba como subalterno del de la ciudad de Corrientes, la misma dependencia que tuvo (en la tenencia de gobierno de Buenos Aires) el Cabildo de Luján con respecto al de la ciudad de Buenos Aires. Las actas del Cabildo de Itatí han sido publicadas por el P. E. de Corrientes.

Cabe dejar constancia que la Reducción de Itatí recién aparece mencionada en los libros capitulares del Cabildo de la ciudad de Corrientes en 1637, con motivo de traerse indios de su emplazamiento para las obras públicas urbanas. Pero ya aluden a una reducción organizada, dentro de cuyo recinto viven indios encomendados a vecinos de Corrientes.

Sin perjuicio de la propiedad privada de las cosas muebles, Itatí vivió un régimen de comunidad que fue disuelto de acuerdo a la ley de 14 de Septiembre de 1825.

- El municipio actual

Por la ley del 14 de Febrero de 1825, el Congreso de la provincia declaró extinguida la comunidad del pueblo de Itatí y el régimen de acuerdo al cual se había gobernado hasta ese entonces. Atribuyó el derecho, a toda familia oriunda del mismo, a recibir medio solar urbano y un cuarto de legua en cuadro, al poniente del pueblo.

Comprendióse en tal derecho, además de los vecinos, a las familias oriundas que se encontraran dispersas, a las que debía consultarse. Se disponía que los excesos de las propiedades de la comunidad, después de asignados estos lotes, se venderían en remate, debiendo el importe integrar un fondo para implementos y subsistencia de dichas familias naturales.

Reglamentando esta ley, el gobernador Pedro Ferré, en los primeros días de Mayo de 1826, dispuso el replanteo del pueblo y la asignación de tierras a los vecinos, encargando de las operaciones al técnico Narciso Parchape a quien, en recompensa del trabajo, se le entregarían tierras entre los parajes llamados Limosna e Iribú-cuá.

El decreto señalaba por ejidos del pueblo una extensión de mil metros hacia el O., debiendo la línea E. llegar al arroyo San Juan.

Desde estos dos puntos, señalados sobre la costa del río Alto Paraná, debían tirarse dos líneas al sur hasta los confines de los Quebrachales y Algarrobales, o sea, hasta la cañada Ipucú. Fuera de estos éjidos, debían indicarse las suertes de chacras, en extensión que en cada caso se determinaría, y prohibición de venta durante los cuatro años siguientes. Los mismos derechos se reconocían a las familias no indígenas que se habían avecinado en Itatí.

El Congreso aprobó este decreto y su ejecución, por ley del 18 del mismo mes y año y, advirtiendo que del inventario hecho resultaban numerosas alhajas innecesarias al culto, dispuso su venta y la inversión de los fondos en reedificar el templo.

Como el gobernador Ferré, en su decreto, había proveído contrariando los arts. 2 y 3 de la ley de Febrero 14 de 1825 de que hemos hecho mérito, creyó oportuno informar al Congreso al saberlo ocupado del asunto, el cual, por otra de la misma fecha (18 de Mayo de 1826) aprobó su conducta y el plan que se había trazado el P. E.

El técnico Narciso Parchape ejecutó el replanteo, cuyas actuaciones se encuentran en la Dirección de Tierras, archivadas bajo la letra P, números 1 a 17, pero el transcurso del tiempo y destrucción de los mojones obligó a reavivar las señales cuando, al promediar el siglo XIX, hecha la paz con la organización del país, se acentuó el progreso de Itatí.

Era entonces cura párroco del mismo el patriota virtuoso, fray Juan Napomuceno Alegre, quien delineó el pueblo y sus calles como la zona de ejidos.

La indeterminación sobre las líneas perimetrales de estos últimos y denuncias en compra de fracciones fiscales hechas por Carlos Medina, dieron pie a una mensura del agrimensor Zacarías Sánchez, de 1887, operaciones que fueron aprobadas por decreto del 1 de Julio de 1890.

Se dispuso alguna venta de terrenos fiscales, reservándose el situado al oeste de las líneas determinadas por los puntos D. V., hasta tanto se determinaran los límites de las propiedades de los naturales del pueblo de Itatí, y toda el área, de seis millones setecientos cinco mil setecientos ochenta y nueve metros con setenta decímetros cuadrados, que correspondía al polígono F. G. T. V. H. S. m. n., que se destinó para pastos comunes y ejidos del pueblo de Itatí.

Esta reserva fue reiterada por decreto del 4 de Agosto de 1899, disponiéndose elevar el asunto a la Legislatura con el mensaje y proyecto de ley acordado, la cual, por ley del 19 de Julio de 1900, aprobó esa reserva.

Como era necesario dar un destino definitivo a esa tierra, la ley del 30 de Julio de 1906 la destinó a ensanche de los ejidos del pueblo y organizó en ella una colonia o centro agrícola dándole un régimen especial interesante.

Aún cuando la ley de 1906 dispone la intervención en la expresada colonia de la autoridad municipal, el P. E. ha estado entendiendo directamente en ella, sin recordar que integra los ejidos del municipio.

- El culto de N. S. de Itatí

La expresión característica del municipio es el culto de N. S. de Itatí, que está en todas las motivaciones del existir. Al homenaje integral que le rinde el vecindario, está el que le tributa toda la provincia y la zona occidental y norte del río Paraná, traducido en peregrinaciones numerosas que le llevan su adoración y tributo.

La iglesia actual de Itatí fue la reconstruida por fray Juan Nepomuceno Alegre, bajo el Gobierno del doctor Juan Gregorio Pujol. Martín de Moussy, en su “Descripción de la Confederación Argentina” ya alude a ella, elogiando la habilidad de aquel sacerdote que hasta hizo la cal necesaria con las piedras de la región.

Consistió aquella iglesia en un gran recinto cuadrangular (el mismo del templo de nuestros días), de grandes paredes anchas, hasta de metro y medio, con un techo a dos aguas. En el frente, dos pequeñas torres siguiendo la línea de las grandes paredes, tenían su bóveda y en la parte superior las cruces correspondientes.

Apenas transcurrida más de una década, el Padre Palacios, virtuoso franciscano y gran latinista, a cargo de la parroquia de Itatí, se puso al frente de los trabajos para imprimir al templo un mayor sello de grandeza. Dirigió los trabajos el constructor Grosso y, en 1873, quedaba la obra terminada; se sustituyó el techo de dos aguas por una bóveda y se rehicieron las torres de nuestros días, colocándoseles en la parte superior las viejas cruces de la iglesia del Padre Alegre.

Actualmente se construye la monumental basílica que corresponde a la Patrona de la Diócesis de Corrientes.

El 16 de Julio de 1900 se realizó, en la ciudad de Corrientes, la solemne Coronación de la Virgen por el Obispo Diocesano Dr. Rosendo de la Lastra.

Con motivo de la bendición del actual camarín de la Imagen de la Pura y Limpia Concepción de N. S. de Itatí, el 23 de Abril de 1918, fue ésta proclamada Patrona y Protectora de la Diócesis. Presidió el acto en que se prestó el juramento público de acuerdo al ritual, el Obispo de Corrientes, Dr. Luis María Niella. Labró el acta, el escribano Adolfo Decoud.

- Acontecimientos históricos

La historia del municipio registra los siguientes sucesos memorables:

28 de Febrero de 1528. La expedición de Caboto, de exploración del río Paraná, hace pie en Itatí, donde el cacique Yaguarón, de tribus agricultores, le da subsistencias y lo determina -avisándole la existencia de saltos en el río Alto Paraná- a volver y explorar el Paraguay.

8 de Diciembre de 1810. Los españoles de Asunción atacan el pueblo, saqueándolo, como represalia a su colaboración a la expedición que el general Belgrano comandó al Paraguay.

10 de Julio de 1818. El general Artigas no miró sin alarma el movimiento.popular del 24 de Mayo de ese año pues, aún cuando Corrientes buscaba su neutralidad en la lucha con Buenos Aires, podía en cualquier momento intervenir en la guerra y tomarlo por la espalda. Sin otros elementos para tentar la reconquista de su influencia, dispuso que el Comandante General de Misiones, Andrés Artigas, avanzara con sus fuerzas, quien llega en la fecha, en marcha silenciosa, hasta las inmediaciones de Itatí. De ahí marchó hacia General Paz.

4 de Octubre de 1848. Uno de los episodios más característicos del existir por el pueblo de Itatí, fue la revolución iniciada en la fecha por el coronel Vallejos (a) “el Pájaro”, contra el gobernador Benjamín Virasoro, de la situación federal. El coronel Vallejos levantó la bandera unitaria, buscando su preeminencia en el Departamento con una visión curiosa del existir político.

Las fuerzas que acaudilló resistieron con valentía a las tropas regulares del oficialismo pero, vencidas al fin, hubo de emigrarse al Paraguay. El coronel Vallejos fue con sus soldados y el vecindario íntegro, que llevó en andas a la milagrosa Imagen que reverenciaba, a la cual instalaron en el paraje Laureles del Paraguay.

Durante mucho tiempo quedó en el país hermano la emigración y la Imagen de N. S. de Itatí, donde los paraguayos la conocieron y apreciaron sus milagrosos favores. De aquella época data un “curioso” decir popular, que implicaba comparación entre la eficiencia de la Imagen milagrosa de Itatí y la Imagen de Caá Cupé, vecindario paraguayo. Se consideró por entonces que las dos vírgenes eran hermanas. Dice así el curioso decir popular:

Tupásí Itatí
ha tupásí Caá Cupé
o yo poti reí bara (n) yohé

Su traducción líbre es:

La Virgen de Itatí
y la Virgen de Caá Cupé
discutirán inútilmente por su mayor eficiencia

19 de Febrero de 1866. Fuerzas paraguayas, en número de tres mil hombres, cruzan el Paraná y asaltan el pueblo de Itatí, que saquean. La Guardia correntina que sostuvo un ligero tiroteo, hubo de retirarse ante el número. El vecindario se refugió en Ramada Paso.

PLAZAS Y CALLES DE ITATI

Plazas: Gobernador Pujol y Fray Luis de Bolaños.
Calles:
de N-S: Coronel Manuel Serapio Sánchez, Benigno Garay, Coronel Manuel Vallejos, Fray Juan de Gamarra, Bartolomé Mitre, Coronel Castor de León, Fray Juan Nepomuceno Alegre y 12 de Octubre;
de E-O: Roque González de Santa Cruz, Obispo Dr. Luis María Niella, Coronel Desiderio Sosa, Avenida San Luis del Palmar y Belgrano.

Avenida San Luis del Palmar - Bartolomé Mitre - Manuel Belgrano - Benigno Garay - Coronel Castor de León - Coronel Desiderio Sosa - Coronel Manuel Serapio Sánchez - Coronel Manuel Antonio Vallejos - Doce de Octubre - Fray Juan de Gamarra - Fray Juan Nepomuceno Alegre - Fray Luis de Bolaños - Gobernador Pujol (Dr. Juan Gregorio) - Obispo Dr. Luis María Niella - Roque González de Santa Cruz -

MONUMENTOS Y LUGARES HISTORICOS

1.- Itatí.- Municipio, capital del departamento de su nombre. El pueblo es como una prolongación del culto de la “Pura y Limpia Concepción de la Virgen Nuestra Señora de Itatí”(3).

(3) Citado por “Hernán Félix Gómez. “El Municipio de Itatí” (1942). Impreso en Talleres Gráficos San Pablo, Buenos Aires.

Además de su ya histórico templo, son expresiones históricas y artísticas de este culto:

a.- La Imagen de la Virgen de la Concepción de Itatí. Su culto empezó en 1589. Los orígenes de la Imagen no están aclarados, ni las reproducciones corrientes, que la presentan vestida con lujo votivo, contribuyen a establecerlo. Su factura es de talla, preciosísima, de 1,20 de alto y digna de un estudio técnico. Su más antiguo antecedente cierto es el de su traída del lugar del Pyquyry.

Hacia 1896, un presbítero Resónico, a cargo en ese entonces del Santuario de Itatí, mandó hacer un nicho para la Imagen. Concluida la obra, resultó chica para el tamaño de la misma. El famoso Resónico cometió el delito de serrar la talla histórica seccionando la parte inferior, a la altura de los tobillos.

Debido a esta causa, se la presenta vestida a la veneración pública, para restablecer el tamaño proporcional de la figura y ocultar el agregado que tuvo que hacerse a la base, sacrificando el vestido tallado que completa la obra artística.

Resónico abandonó poco después los hábitos, cruzó al Paraguay, y fue muerto en el episodio de un baile popular en el paraje “Lomas de Pedro González”.

b.- Confesionarios.- Son dos, tallados preciosamente, de estilo barroco. Uno tiene 2,80 metros por uno y, el segundo, 3,20 por 1,20.

c.- Bancos.- Son cuatro, artísticamente tallados, de 3,77 metros de largo.

d.- Armarios.- Son dos, con tallados magníficos, de 2,50 y 2,80 metros de alto respectivamente.

e.- Imágenes.- Además de la de N. S. de Itatí, se encuentra una “Dolorosa” -de un metro de alto- y un “San Juan”, del mismo tamaño.

f.- Pila.- De 1,50 metro de alto.

g.- Vitrina.- De 1,60 metro de alto, magníficamente tallada.

h.- Cruz histórica.- Se encuentra guardada dentro del templo. Según tradición, es la Cruz que presidió la fundación, en el lugar de Tabacué. Cuando el pueblo fue trasladado a su lugar de hoy, se la erigió en el cementerio y, cuando éste fue clausurado -organizándose el actual- el leño histórico fue llevado al recinto de la iglesia.

Los efectos artísticos referenciados son de evidente factura local, indígena, no existiendo consignación de los nombres de sus ejecutores ni de las fechas en que tales obras se realizaron.

Cabe dentro de la posibilidad que algunos de ellos daten de la época en que el pueblo indígena fue atendido por los Padres de la Compañía de Jesús, en cuyo caso habrían influido en su factura los artistas guaraníes de la Reducción de Candelaria.

Pero ésta es sólo una hipótesis, desde que los indígenas de Itatí tuvieron su cultura artística pura, documentada, en cuanto a la época de 1802 por las referencias del cronista José María Cabrer.

Se destacó en ese movimiento artístico el cultivo de la música.

* Existen en el Departamento los siguientes lugares históricos que la tradición destaca como vinculándolos al culto de la Virgen:

2.- Tabacué. El primer entablamiento del pueblo, con la motivación del culto de la Pura y Limpia Concepción, se hizo en este lugar, de donde fue trasladado al Itatí de nuestros días. Tabacué es entonces el sitio de “las casas de Yaguarón”, encontradas por Caboto; de ahí su nombre de Yaguarí, transformado en el Tabacué de nuestros días.

En este lugar, sobre la barranca del río Paraná, se encuentra un cimiento de piedra, a flor de tierra, de diez metros por veinte que, según tradición, perteneció a la primera iglesia de la Virgen de Itatí.

Poco antes de 1615, la Imagen de la Virgen habría “desaparecido’’ de su altar, siendo hallada en las barrancas del actual Itatí (a unos doce kilómetros más o menos de Tabacué).

Considerándose una expresión de voluntad de la Patrona, a este suceso, que no pudo ser explicado, se efectuó el translado del vecindario.

3.- Ramada Paso. Vecindario del Departamento de Itatí. En las inmediaciones está la cañada del Ipucú, de la cual es único paso; su topografía es la de un terraplén natural, flanqueado de mogotes.

Durante la guerra con el Paraguay y en el período de las luchas civiles, la población se refugió en este asilo natural -levantado en el mogote sur-, una ramada que les servía de mirador, para indicar la necesidad de ampararse en los refugios y defenderse.

Restablecido el orden, el lugar continuó poblado, obligando a la construcción de una modesta capilla dependiente de la parroquia de Itatí.

En la capilla de Ramada Paso se encuentran los implementos del culto que antiguamente fueron usados en el Santuario, así como una Imagen de San Antonio, tallada en piedra. Su mejor joya es el viejo Altar Mayor de la iglesia de Itatí de factura indígena.

4.- Pozo de las Misiones.- Está situado en los ejidos, al este de la planta urbana de Itatí. Según la tradición, estando el Padre Bolaños dirigiendo a sus neófitos en el laboreo del bosque que cubría el lugar, el calor y las tareas pesadas los puso sedientos.

Por la maraña que impedía el tránsito hacia el río y las altas y escarpadas barrancas que habrían imposibilitado llegar a su cauce, el reclamo de agua fue violento.

El Padre Bolaños, a manera de Moisés, habría tocado con su bastón el suelo, originando un manantial abundante.

La versión ha sufrido naturalmente las transformaciones propias de toda voz popular; tal vez por ello el lugar es llamado por unos “Pozo Bolaños” y, por otros, “Pozo de las Misiones”.

5.- El Atajo.- Según tradición corriente, en el siglo XVII, hacía su cuarta década, coincidiendo con el levantamiento general de los indios yaros y charrúas, de la zona del Iberá, avanzó, sobre Itatí, una ola de guerreros indígenas.

La magnitud del levantamiento, que coincidió con una invasión de indios abipones, del Gran Chaco, está documentada con la destrucción, en la zona sur de la Ciudad de Corrientes, de los vecindarios de Ahoma y Santiago Sánchez (más o menos en el actual Empedrado).

El vecindario de Itatí reclamó el amparo de su Patrona y se aprestó a la defensa. Cuando los invasores llegaron a las inmediaciones de una torrentera, cercana a Ramada Paso, un violento temblor de tierra abrió un profundo zanjón que detuvo el avance y permitió a los defensores parapetarse y diezmar a los indios, que se dispersaron, retornando a sus tolderías de origen.

El foso del Atajo conserva su sentido histórico en las prácticas populares; los peregrinos que llegan a Itatí a caballo, inician en ese lugar su marcha a pie hasta el Santuario.

6.- Curuzú.- Lugar de la Segunda Sección del Departamento de Itatí, antes denominado Yacarey.

En 1866, una fuerza paraguaya de 600 hombres fue atacada, lanza en mano, por el coronel Manuel Vallejos (a) “el Pájaro”, al frente de 60 hombres, quien, luego de un feroz encuentro, se retiró llevando como trofeo el pellón del recado del jefe enemigo.

“El Pájaro” se hizo terrible al invasor. En homenaje a los caídos, se levantó una cruz (kurusu, en guaraní) que dio nombre al paraje.

- El Itatí actual

Esta localidad, ubicada a 70 kilómetros sobre la RN 12, rumbo hacia la provincia de Misiones, es el centro de la religiosidad del Nordeste argentino(4).

(4) Material extraido de la obra del arquitecto Andrés Alberto Salas, “Corrientes, Calles, Plazas y Túneles (otra mirada -desde 1588 a la actualidad-)” (2006). Edición del Autor.

La imponente Basílica de grandes proporciones se avizora desde varios kilómetros de distancia, lo que la convirte en un genuino faro para los innumerables promeseros que la visitan durante todo el año.

Pero es el 16 de Julio cuando la convocatoria suma miles y miles de peregrinos que, a pie o en precarios carros y carretas, convergen de todo el Nordeste para agradecerle los favores recibidos.

Procesiones multitudinarias que duran una semana, reviven el mundo descrito por los hermanos Robertson en sus relatos de 1817. Y una notable y emotiva ceremonia es la de ese día 16, cuando llega -cruzando el río Paraná- la Virgen de Caa Cupé, del vecino Paraguay, acompañada en ambas orillas por innumerables embarcaciones y seguida desde la costa por la multitud, con sus cantos y rezos.

Una profunda fe de los correntinos mantiene viva esta devoción que, año tras año, crece e incrementa la presencia de sus fieles. De esta manera, desde Chaco, Misiones, el Paraguay y otras provincias argentinas, innumerables grupos y familias acuden a visitar a su Madre en el camarín.

Ubicada al lado de la Basílica, la antigua Parroquia, hoy convertida en Museo de Arte Sacro, permite comprobar buena parte de la historia de este lugar, al mostrar el antiguo mobiliario, los ex votos y tantas herencias tangibles e intangibles que caracterizan a esta correntinidad tan devota, la que se expresa en ese mundo material y en el universo de canciones y oraciones, que ya son parte de la idiosincrasia de la población.

Este Museo, recientemente recuperado, es de una notable calidad en su montaje, en las piezas expuestas y en lo didáctico de su contenido, quizás único en toda la región.
En cuanto al nombre, de origen guaranítico, su traducción significa piedra (ita) blanca (ti), debido a la presencia de yacimientos de cal en la costa del río, y su historia se remonta a 1856, cuando se construye el primer templo para alojar a la Virgen.

Desde entonces se irán erigiendo otras edificaciones a cargo de sucesivos sacerdotes, hasta la actual Basílica, fruto de la visión del santo Don Orione quien, al visitar este lugar, en 1937, decide la ejecución de esta obra, cuya construcción continuará hasta 1950, cuando se habilita formalmente.

La Imagen de la Virgen es motivo de controversias sobre su origen pues, según algunos autores, sería de procedencia hispana, llegada al lugar con las embarcaciones de los primeros navegantes. Otros autores consideran que es una talla local (“cuerpo de timbó, carita de nogal”), que a lo largo de su historia sufrió distintos retoques y mutilaciones, según se desprende de abundantes leyendas.

Actualmente situada en su camarín, cuenta con sus “camareras”, es decir aquellas mujeres encargadas de cuidarle la ropa, vestirla y atender su cuidado, tarea que se transmite de madres a hijas.

Tan importante es la presencia de la Virgen, que anualmente esta Basílica, de acuerdo con los datos de la Secretaría de Turismo de la Nación, es visitada por más de tres millones de personas, y en su día convoca procesiones que superan los trescientos mil asistentes.

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