El Cardenal Amarillo
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EL CARDENAL AMARILLO
Esta composición es una clara evidencia de la transmisión oral de una melodía arcaica, de carácter anónima, derivada de la zona rural de la Provincia de Corrientes.
En el hallazgo de una poesía musicalizada, de antigua vertiente literaria y tradicional, convergen varios aspectos, dignos de destacar. En primer término, el hecho de identificar una composición literaria que fue transmitida a través de los años, en una secuencia de tiempo que es muy difícil de cuantificar.
En segundo lugar, el sentido rítmico que marca la melodía encontrada, y que responde a la típica estructura del ritmo 6/8 que se asemeja y, por analogía, la encuadramos dentro de “La Habanera”, pero que, conforme con la actualización rítmica, hoy la podríamos encauzar dentro de la rítmica determinada para el “Rasguido Doble”.
La recopilación de “El Cardenal Amarillo” se debe a Nerea Avellanal de Ambrogio, quien la escuchó cantar a la hija de Amparo Barboza de Lezcano, residente en el paraje Alem Cué, Departamento San Martín, y su origen se pierde en el tiempo.
El texto de la poesía coincide con un “compuesto” encontrado en el Departamento General Paz, en el Paraje Villanueva, y que fuera cantado por Secundino Segovia, de 83 años, acompañándose con guitarra criolla, expresándolo en ritmo de chamamé.
Las dos versiones incluyen versos musicalizados y aquí se las transcribe para su mejor comprensión.
La pautación en el pentagrama se debe a la profesora Olga Piñeyro de Piñeiro, puesta de manifiesto para que esta hermosa melodía no se pierda en el olvido.
Se han integrado ambas versiones: La arcaica melodía de Barboza de Lezcano, en su primera parte; la segunda parte de la melodía, o “estribillo”, está extraído de la versión cantada por Segovia, que fue escuchada y pautada finalmente en el pentagrama.
Se produce, de esta manera, el rescate de una expresión musical que integra también la poesía de factura anónima. Se establece, así, una ejemplificación muy clara de la vitalidad que poseen estas canciones que, a pesar del tiempo transcurrido, han mantenido su estructura melódica y poética intacta, y vale la pena volver a escucharlas.
Ella nos habla del sentir propio de un ave, cuyas características tienen un evidente tono romántico, pensado por el hombre.
Estas manifestaciones literarias, de carácter eminentemente popular, son de diversa factura y se hallan dentro de lo que se conoce en Corrientes como “compuesto”, y cuyo ejemplo más notable y conocido es, quizás, “El Carau”.
Lógicamente, en “El Cardenal Amarillo” existe una variedad rítmica que la distingue del “compuesto” original citado, pero que consigna una validez que hay que destacar. Involucra el sentimiento auténtico del “paisano” correntino, cuya evidencia más sustantiva la expresa en los versos, de trasfondo sencillo, pero elocuentemente romántico.
Se menciona al cardenal amarillo, porque es su costumbre estar en soledad, buscando siempre el amor perdido. Estas referencias ornitológicas se hallan entroncadas en el alma y el sentir popular, y sirven para representar un hecho, una vivencia del criollo que emplea, por analogía, las costumbres de las aves, para representar de manera clara una situación amorosa.
Las versiones de “El Cardenal Amarillo”
Primera Versión: Amparo Barboza de Lezcano.
“Soy el Cardenal Amarillo,
de pluma fina y dorada.
Soy el ave destinada
a vivir bajo el presidio...
Sufro miles de martirios,
sin mi libertad dorada.
Por eso lloro muy triste
y mi vida ya perdida...”.
Segunda Versión: Secundino Segovia.
Primera parte:
“Soy el Cardenal Amarillo,
de pluma fina y dorada.
Soy el ave destinada
a sufrir el desconsuelo.
Sufro miles de martirios,
sin la libertad soñada.
Por eso lloro, muy triste,
y mi vida así perdida...”.
Segunda parte:
“Siempre vuelo en mi soñar,
porque no tengo destino,
porque no tengo camino
para encontrar el amor...
“Tengo ganas de volar,
por el cielo blanquecino
y vagar así, distante,
más allá de mi destino,
que es vivir sin un amor...”.
Bis primera parte.
Bis segunda parte y Fin.