LA RUPTURA DEL PACTO EN 1927
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- Un año electoral
El año 1927 es un año electoral. Para el país, porque deberán definirse las alineaciones en que se polarizará la decisión ciudadana en miras a la consagración de la fórmula presidencial; y en la provincia porque en los primeros meses deberá realizarse la renovación de un tercio de la Cámara de Senadores y la mitad de la de Diputados.
En la Nación, las fuerzas se dividían básicamente entre radicales, conservadores y socialistas. Los primeros, que accedieron al poder en 1916 con la fuerza avasallante de su conductor, el doctor Hipólito Yrigoyen, venía sufriendo -desde 1924- una seria división que amenazaba no poder solucionarse pese a los empeños que algunos dirigentes de ambos sectores ponían para lograr la fusión.
Si ese partido iría o no unido para la elección presidencial de 1928 era una incógnita para muchos, aunque los indicios en favor de la unidad no eran muy alentadores. De ir unidos, no cabía dudas de que el radicalismo seguiría gobernando a la Nación.
Los conservadores, por su lado, no constituían una fuerza nacional orgánica y desde el advenimiento del radicalismo al Gobierno se habían retraído en sus reductos provincianos, desde donde observaban las alternativas de las diferencias de sus adversarios, esperando tal vez su oportunidad.
El socialismo era un partido organizado y fuerte sólo en la Ciudad de Buenos Aires, donde hallaba apoyo suficiente para obtener representación legislativa en el Congreso de la Nación y en el Concejo Deliberante de la ciudad.
Finalmente, la democracia progresista -que en su inicio fue creación de las fuerzas conservadoras- se hacía fuerte en la provincia de Santa Fe.
La ubicación de estas fuerzas en el Congreso marca una clara mayoría radical de 92 diputados sobre un total de 149, y 16 senadores sobre un total de 27. Pero la división producida unos años antes marcaba un esquema distinto, ya que en la Cámara Baja había 59 diputados radicales que se habían manifestado en abierta oposición al Gobierno del doctor Alvear, mientras que 33 de ellos -ya llamados antipersonalistas- apoyaban al presidente de la Nación.
Los restantes partidos no radicales alcanzaban 57 escaños en Diputados (31 conservadores, 19 socialistas y 7 demócratas progresistas). En el Senado, el radicalismo, de 16 bancas que poseía, sólo 4 eran personalistas y 12 eran antipersonalistas, mientras los conservadores tenían 9 y los socialistas 2.
En la provincia de Corrientes, la cosa era a la inversa, ya que el conservadorismo era mayoría ,representado por sus dos partidos tradicionales -liberales y autonomistas- que tenían en conjunto 19 diputados sobre un total de 26 que componían la Cámara y 7 senadores sobre un total de 13, los que actuaban de consuno ligados por un acuerdo político o pacto que tenía sus raíces en el siglo XIX y que había vuelto a adquirir vigencia en el XX desde el año 1909, dando Gobiernos de su signo pese al uso de todos los resortes oficiales nacionales -por parte del radicalismo- para desplazarlos, Intervenciones Federales mediante, lo que no impidió la consagración de los Gobiernos constitucionales de los doctores Juan Ramón Vidal, Mariano Indalecio Loza, Adolfo Contte, José Eudoro Robert y Benjamín Solano González.
Por ese motivo, eran las fuerzas radicales las que estaban a la expectativa de lo que pudiera ocurrir con el Pacto pues, ante una eventual fractura, cabía la posibilidad de arribar a acuerdos con alguno de ellos, especialmente en lo relativo al destino que tomarían los electores de presidente y vicepresidente, asunto aún no definido en la provincia.
- Enfrentamientos partidarios
Es oportuno señalar aquí que los enfrentamientos partidarios en Corrientes no tenían demasiado contenido ideológico y mucho de lo que se lee hoy sobre diferencias fundamentales entre dirigentes radicales y conservadores no le era de aplicación a los hombres de la provincia.
La gran mayoría de los dirigentes de los partidos actuantes eran de los mismos niveles y sectores, pudiendo afirmarse que todos provenían del común tronco liberal del siglo XIX, existiendo sólo matices diferenciadores ligados más a la prédica sobre la pureza del sufragio y a una reclamada moralidad administrativa por parte de los radicales, aspecto en el que no ofrecían flancos débiles en la provincia, porque nunca habían podido llegar al Gobierno, al menos con el título de radicales pues, de sus anteriores militancias, mucho habría podido decirse, lo que no es materia de este estudio, y que hacía aparecer risueña cierta prédica en contra del “régimen falaz y descreído”, expresión tan en boga entonces.
Así se comprende entonces verlos compartir en aquel tiempo sus esfuerzos y empeño como directores de entidades sociales, culturales, comerciales, bancarias, agropecuarias y deportivas(1), sin que sus diferencias políticas enturbiaran sus relaciones de otra naturaleza, siendo quizá la única excepción el Club Social, donde todos los miembros de la comisión directiva eran exclusivamente autonomistas(2).
(1) Por ejemplo, la Sociedad Correntina de Hacendados estaba presidida por el doctor Ramón A. Beltrán (autonomista); vicepresidente, doctor Martín Goitia (radical antipersonalista); secretario, doctor J. Bernardino Acosta (radical antipersonalista); prosecretario, Bernardino Cremonte (radical); tesorero, Ernesto Vaccaro (radical); vocales, doctor Ernesto Meabe (liberal), Eulogio Cabral (liberal), Carlos Vedoya (autonomista), Rodolfo Danuzzo (autonomista), J. Rodolfo de Llano (autonomista) y José B. Barreiro (radical). Periódico “El Liberal”, (Corrientes), edición del 10 de Enero de 1925.
* Universidad Popular de Corrientes: presidente, doctor J. Bernardino Acosta (antipersonalista); vocal, coronel Jorge Marfarquhar (liberal). Periódico “El Liberal”, (Corrientes), edición del 20 de Junio de 1925.
* Jockey Club: Guillermo A. Perrens (liberal), Enrique Maróttoli (liberal), Francisco Riera (autonomista), Pedro M. Amadey (antipersonalista), Eugenio Led (radical), Joaquín Raggio (autonomista), Juan R. Díaz Colodrero (liberal), Manuel Mora y Araujo (antipersonalista), José B. de la Vega (radical), Emilio Gallino (radical) y Carlos Abadie Acuña (liberal). Periódico “La Prensa”, (Buenos Aires), edición del 14 de Junio de 1926.
* Colegio de Abogados: presidente, doctor Eugenio Breard (autonomista); vicepresidente, doctor J. Bernardino Acosta (antipersonalista); tesorero, doctor Adolfo Mohando (liberal); secretario, doctor Oscar Sacheri (¿radical?); protesorero, doctor Antonio M. Ruiz (autonomista); vocales: Leopoldo Sosa (liberal), Martín Goitia (antipersonalista), Diomedes C. Rojas (autonomista), Blas B. de la Vega (radical), Ramón Díaz de Vivar (liberal). Periódico “La Prensa” (Buenos Aires), edición del 6 de Septiembre de 1926.
* Sociedad Industrial Ganadera de Corrientes S. A.: presidente, Rodolfo Danuzzo (autonomista); vicepresidente, Adriano Nalda (sin filiación política); secretarios: Diomedes C. Rojas (autonomista), Bernardino Cremonte (radical), Aníbal Cremonte (radical); vocales: Carlos Patricio Vedoya (autonomista), Juan Ramón Vidal (autonomista), Adolfo Contte (liberal), Ramón Beltrán (autonomista), Juan Francisco Torrent (autonomista), Mariano Llano (autonomista), Miguel Angel Amadey (radical), Rodolfo Llano (autonomista) y Augusto Abelenda (radical). Periódico “La Prensa”, (Buenos Aires), edición del 7 de Septiembre de 1926.
(2) Periódico “El Liberal”, (Corrientes), edición del 13de Julio de 1925.
// Todo citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Benjamín S. González al doctor Pedro Numa Soto. 1925-1935)” (1999). Ed. Dunken, Buenos Aires.
Tales circunstancias nos hacen afirmar que, para la provincia de Corrientes, no resultan de aplicación las afirmaciones de Sabsay y Etchepareborda(3), cuando expresan que “en cuanto a la integración de los cuadros de la Unión Cívica Radical es evidente la ampliación de sus bases populares.
“Si bien parte de la conducción mantendrá el carácter tradicional, a pesar de la sangría antipersonalista, la gran mayoría de los dirigentes metropolitanos y parte de la bancada legislativa provienen de la pequeña clase media. Son argentinos de primera generación y los nombres de origen hispánicos ya no conservan primacía.
“Muchos de los más destacados representantes del partido son autodidactas y provienen de hogares humildes. Se recuerda -dice- la incidencia parlamentaria relacionada al origen obrero del progenitor de Diego Luis Molinari, que provocó un agitado debate, al enrostrársele su oficio de carbonero”.
(3) Fernando L. Sabsay y Roberto Etchepareborda. “El Estado Liberal Democrático”, p. 215. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Benjamín S. González al doctor Pedro Numa Soto. 1925-1935)” (1999). Ed. Dunken, Buenos Aires.
- Conflicto latente en la coalición liberal-autonomista
El año 1927 se inicia en la provincia con la atención puesta en el conflicto latente entre los partidos de la coalición. Especialmente los liberales sienten la fuerte presión de muchos dirigentes y comités del Interior que consideran al accionar del Gobierno autonomista como encaminado expresamente a desprestigiarlos y provocar la desunión del partido a través de la búsqueda de colaboradores de filiación liberal no son propuestos por el partido.
La Ciudad de Goya será el asiento de la Convención General convocada para tratar una vez más la continuidad o la ruptura del Pacto. Algunos comités traen un mandato imperativo en este último sentido, mientras que la cúpula dirigente y especialmente “el grupo de los viejos” -como se los llamaba- con mayor prudencia procuraban hallar salidas conciliatorias que dieran satisfacción a todos.
Tuvo a su cargo la apertura de la convención el senador nacional Evaristo Pérez Virasoro, presidente del partido, que en un elevado tono principista señalaba que “en el estado de la civilización política que se ha alcanzado, no debían ocultarse las diferencias de criterio, sino que, por el contrario, debían ser exhibidas como una forma de llegar a la coincidencia final por medio del convencimiento”.
Siguió diciendo que “el partido no podría renunciar al contralor y al derecho de discusión de los actos de gobierno, que de la misma forma lo ejercitarían en el caso de tratarse de una situación puramente liberal en el Gobierno, como ya lo habían demostrado en las Administraciones de Valentín Virasoro, Juan Esteban Martínez o José Rafael Gómez, pero buscando siempre conciliar las prácticas libres e institucionales, los derechos y los deberes cívicos, con la situación de un partido que comparte la dirección de los destinos públicos y el Gobierno mismo de la provincia y, en tal caso, su prédica debía tender a corregir pero no a destruir”.
A su juicio, “la coalición debía ser preservada y robustecida por las mismas causas que llevaron a constituirla, razones que se han agravado dentro de la provincia y sobre todo frente a los grandes intereses nacionales que están contemplando la situación de Corrientes, que no debe dar la sensación de que rencillas internas hagan peligrar aquellas expectativas, sobre todo frente a la gran amenaza que se cierne sobre el país”, refiriéndose indudablemente -apuntamos- a la posibilidad de una nueva presidencia radical personalista el año entrante.
Fustigó también la facultad que se habían abrogado algunos comités en el sentido de indicar en forma imperativa los candidatos a posiciones administrativas, lo que consideró perturbador para la buena marcha del partido, coincidiendo en tal sentido con la postura adoptada por el gobernador de la provincia.
Terminó su medulosa exposición exhortando a la unión entre los liberales y a la franca solidaridad entre los partidos aliados, mientras fuera posible que éstos aseguraran la paz y el orden a la provincia.
Un joven convencional, el doctor Lorenzo Martínez, fundamentó su posición sobre la necesidad de la ruptura del Pacto, aludiendo a hechos internos que consideraba contrarios a los anhelos del partido, siendo replicado por la plana mayor partidaria a través de sus voceros más calificados, tales como Pérez Virasoro y Manuel Bermúdez y los doctores Ulises Alvarez Hayes, José A. Contte y Raymundo R. Meabe, quienes expresaron su posición contraria a la ruptura, propiciando en cambio la búsqueda de soluciones conciliatorias con ecuanimidad y tolerancia para corregir errores gubernativos y armonizar los procedimientos para arreglar las diferencias políticas.
El doctor Mariano Gómez fustigó el accionar del ministro de Hacienda, Fernández Serrano, formulando cargos a su gestión por actos que habían permitido al Gobierno excederse en sus facultades institucionales y legales en materia de gasto público, pidiendo que el partido le retirase su solidaridad.
Una salida menos drástica, pero sin duda afrentosa para el ministro fue la que se aprobó, decidiéndose llamarlo al seno de la Junta Ejecutiva para “darle un tirón de orejas”, que no otra cosa significaba hacerle saber que “en adelante, debía ceñir estrictamente su actuación al cumplimiento de la Constitución y las leyes, no debiendo suscribir acuerdos que autoricen gastos sino en aquellos casos en que el orden y la salud pública lo exijan perentoriamente”.
En igual sentido, y luego de darse un voto de aplauso a los legisladores por el cumplimiento de sus deberes de contralor, se les hacía saber que debían proceder con prescindencia del pacto político cuando se tratara de cuestiones constitucionales normadas por la Constitución y las leyes. Es decir, se llegaba a una solución de compromiso, que evitaría la ruptura del Pacto, circunstancia que fue jubilosamente celebrada por los principales órganos de la prensa porteña(4).
(4) Periódico “La Prensa”, (Buenos Aires), edición del 7 de Enero de 1927. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Benjamín S. González al doctor Pedro Numa Soto. 1925-1935)” (1999). Ed. Dunken, Buenos Aires.
La convención, además, eligió candidatos para los próximos comicios legislativos y entró a discutir el programa del partido en el que renovadas ideas fueron sostenidas por un grupo de jóvenes entusiastas, entre los que se destacaban Isidro Odena, Ulises Alvarez Hayes (h) y Alcibíades Z. Rojas.
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