Fracasan las gestiones de unidad radical. Nuevas fricciones pactistas
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El mes de Abril de 1926 va a resultar definitorio para las gestiones que se venían realizando en pro de la fusión radical y por el Congreso Nacional pasará el meridiano de sus desencuentros. Hasta ese momento, la obstrucción que el radicalismo venía ejerciendo por acción de intereses partidarios encontrados, impedía el normal funcionamiento de las Cámaras, al extremo de que el presidente Alvear se había visto obligado a retirar los asuntos sometidos a las sesiones extraordinarias.
Aún se esperaba que las gestiones de unión que realizaba el personalismo permitirían destrabar ese inconveniente y posibilitar al Poder Legislativo cumplir su labor institucional.
Pero la solución no vino por ese lado, pese a que en un intento desesperado se llegó a desautorizar al diputado nacional, doctor Diego Luis Molinari, que había pedido el juicio político al presidente de la Nación, desautorización que fue hecha por el propio doctor Hipólito Yrigoyen al expresar que no perturbaría jamás al Gobierno salido de su seno.
La elección de las autoridades de las Cámaras mostró que las soluciones se inclinaban hacia otro lado. En efecto; en Diputados se eligió presidente al doctor Miguel Sussini, radical antipersonalista correntino, con el voto de los legisladores de su partido y de los conservadores y socialistas, consagrándose vicepresidentes de la misma manera a José Arce -conservador- y Héctor González Iramain -socialista-, mientras que en el Senado se nominaba vicepresidente 1ro. al doctor Leopoldo Melo -antipersonalista- y vicepresidente 2do. al doctor Juan Ramón Vidal -autonomista-, repitiéndose en este caso la elección del año anterior.
El doctor Vidal continuará siendo elegido vicepresidente 2do. del Senado hasta 1930 inclusive, año en que se disuelve el Poder Legislativo como consecuencia de la insurrección del 6 de Septiembre de 1930, lo que nos da una idea de la importancia que este político correntino había adquirido en el escenario político nacional(1).
(1) “El Parlamento Argentino. 1854 - 1947” (1948), p. 416. Ed. Imprenta de la Cámara de Diputados de la Nación Argentina, Buenos Aires. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Benjamín S. González al doctor Pedro Numa Soto. 1925-1935)” (1999). Ed. Dunken, Buenos Aires.
Pero el golpe definitivo a esas expectativas de conformar un partido radical unificado lo recibirán con las decisiones tomadas por el antipersonalismo que, luego de constituir formalmente su Comité Nacional con la presencia de los delegados de Buenos Aires, Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe, Santiago del Estero, San Luis, Catamarca, La Rioja, Tucumán y Jujuy -bajo la presidencia provisional del doctor Miguel Sussini y, posteriormente, las definitivas del doctor Tomás Le Breton (ex ministro de Alvear)- reiteró la necesidad de enviar la Intervención Federal a la provincia de Buenos Aires y emitió un fuerte manifiesto redactado por los doctores Leopoldo Melo, Vicente Carmelo Gallo y Miguel Sussini en que se declaraba rotundamente que todo personalismo era una traición al partido, al mismo tiempo que se solidarizaba con la política del Poder Ejecutivo Nacional y con la de los Gobiernos provinciales surgidos de esa tendencia(2).
(2) Raúl A. Molina. “Presidencia de Marcelo T. de Alvear”, capítulo XVI de “Historia Argentina Contemporánea” - tomo I de “Historia de las Presidencias. 1898-1930” (1963), p. 307. Ed. El Ateneo, Buenos Aires. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Benjamín S. González al doctor Pedro Numa Soto. 1925-1935)” (1999). Ed. Dunken, Buenos Aires.
“¡La suerte estaba echada..!”, dice el doctor Molinari(3), y se refiere a los debates de las sesiones preparatorias en que se trataron los diplomas de los diputados impugnados, en los que los socialistas actuaron de péndulo entre los conservadores y antipersonalistas -que votaban unidos- y el personalismo que mantenía decididamente una intransigencia definitiva.
(3) Diario “El Liberal”, (Corrientes), edición del 23 de Abril de 1926. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Benjamín S. González al doctor Pedro Numa Soto. 1925-1935)” (1999). Ed. Dunken, Buenos Aires.
Allí se aprobó el diploma del diputado nacional por la minoría de Corrientes, doctor Justo Díaz de Vivar, desechándose la impugnación formulada por los candidatos radicales, doctores Héctor Lomónaco y Ricardo Andreau.
Los gruesos epítetos de que se hizo gala en aquellas jornadas le hacen decir al autor ya citado que “fue la primera manifestación de la rotura de las normas tradicionales de respeto vigentes en el parlamento argentino, porque comenzó en él el uso de un lenguaje soez e injurioso que se conserva desde entonces”.
- Nuevas fricciones pactistas
Mientras tanto, en la provincia de Corrientes surgían algunas dificultades para poner en práctica los acuerdos logrados entre los partidos del Pacto y ello ocurría en mayor medida por la actitud decidida del gobernador González queriendo hacer respetar su investidura y las facultades inherentes a ella.
Para dar término a lo convenido, el partido liberal había nombrado una comisión integrada por Manuel Bermúdez, doctor José A. Contte y -por renuncia de éste- al doctor Carlos Abadie Acuña, y el doctor José Eudoro Robert, mientras que, por su parte, los autonomistas nombraban a Edmundo Resoagli, Ramón M. Gómez y el doctor Diomedes C. Rojas los que, coincidiendo en las soluciones arribadas, debían trasladarlas al Primer Mandatario para que éste las hiciera efectivas.
La reunión realizada duró más de tres horas pero, a su término, las cosas aún no habían quedado resueltas. El gobernador seguía firmemente decidido a defender su programa de no hacer gobierno de comités.
Los grandes diarios de Buenos Aires seguían con atención el pleito político de Corrientes y sus columnas editoriales fustigaban la conducta de ambos partidos y las condiciones del Pacto que los unía. Señalaban que el Gobierno del Estado, a quien se hallan subordinados todos los intereses de la colectividad, no debía ser un simple ejecutor de las decisiones de los comités políticos que lo hubieren exaltado a la Primera Magistratura, considerando razonable que la autoridad sólo guardara consecuencia con el partido en cuyas filas se militaba, pero no para convertirse en ciego instrumento de ese partido o de su aliado, porque ello diría muy poco en favor del funcionario.
También fustigaba los términos del convenio político aunque pudiera contar con el mayor arraigo, expresando que lo exponían al fracaso cuando se tiene por base el reparto de posiciones y no el propósito desinteresado de trabajar por el progreso del Estado. Decía que ninguna objeción habría de merecer un convenio por el cual un partido comprometido a robustecer con su concurso la acción de cualquier Gobierno, exigiera su participación en el mismo para fiscalizar su desenvolvimiento y asegurarse de que ha de mantenerse dentro de las orientaciones que decidieron aquella conjunción de voluntades.
“El Pacto de los partidos de Corrientes no es de ese tipo -afirmaba- porque reconoce la autoridad y personería de los comités para proponer al gobernador los candidatos llamados a desempeñar los cargos reservados a sus miembros”. Consideraba que éste era un procedimiento que deprimía las facultades constitucionales del Primer Mandatario de la provincia, haciéndolo instrumento de los intereses exclusivamente personales que persiguen los partidos a los que se hallaba vinculado(4).
(4) Diario “La Prensa”, (Buenos Aires), ediciones del 2 y 5 de Mayo de 1926, y “Tribuna Popular”, (Buenos Aires), edición del 1 de Mayo de 1926. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Benjamín S. González al doctor Pedro Numa Soto. 1925-1935)” (1999). Ed. Dunken, Buenos Aires.
En realidad de verdad, más allá de las críticas apuntadas, la situación había llegado a este extremo como una consecuencia lamentable de las disidencias entre los liberales para consensuar los nombres de los funcionarios a proponer, produciendo serias demoras en perjuicio del servicio público, pues a través de sucesivos Gobiernos no habían surgido mayores dificultades y nunca se había pretendido pasar por encima de la natural facultad gubernativa de elegir sus colaboradores.
- Vidal soluciona los inconvenientes
La llegada del doctor Juan Ramón Vidal de regreso de la Ciudad de Buenos Aires, con el prestigio y gravitación que le daba su larga trayectoria cívica, posibilitaría la solución de los problemas. Y tan rápidamente como se habían formado se alejaron los nubarrones, continuándose el Gobierno de coalición.
Así, la Cámara de Diputados de la provincia pudo reunirse finalmente, aprobar las elecciones realizadas para renovar un tercio de sus miembros, incorporar a los electos sorteados y elegir su Mesa Directiva y de la misma manera procedió a hacerlo el Senado Provincial(5).
(5) Fueron sorteados e incorporados a la Cámara de Diputados: Benjamín Galantini, Santiago Esquivel y Paniagua, Pedro Vidal y Marcelo Maciel (autonomistas); Fernando Valenzuela, Leandro Caussat y Evaristo Aguirre (liberales); Pedro Gallino Hardoy (radical personalista); y José León Guerrero (radical antipersonalista). // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Benjamín S. González al doctor Pedro Numa Soto. 1925-1935)” (1999). Ed. Dunken, Buenos Aires.
Las autoridades elegidas en el Senado fueron: vicepresidente 1ro., Antonio Solari (autonomista); vicepresidente 2do., doctor Ernesto Meabe (liberal); y, en Diputados, presidente, el doctor Antonio Ruiz (autonomista); vicepresidente 1ro., el doctor Fernando Valenzuela (liberal); y vicepresidente 2do., Carlos Moreno (autonomista).
Nuevamente funcionaba el Pacto. Así pudo finalmente el gobernador leer su mensaje, con un mes de atraso, lo que en rigor de verdad no parecía demasiado si se tiene en cuenta que en el orden nacional el presidente no pudo hacerlo hasta el mes de Julio.
En su mensaje, el gobernador hacía referencia a la labor desarrollada hasta ese momento y con respecto a la política de coalición consideraba que la misma debía ser preservada, reiterando los términos del programa inaugural que al asumir presentó a las Cámaras en el que expuso los principios e ideas generales de gobierno que guiarían sus actos, “sobre los que nada tiene que agregar ni sustraer, pues constituyen una senda de antemano trazada”. ¡Comenzaba a tener sentido muy claro aquella afirmación de que establecería una línea de separación entre el Gobierno y los comités políticos!
Y resulta oportuno transcribir aquí las palabras pronunciadas por el presidente Alvear al leer su mensaje de apertura del Congreso Nacional el 1 de Julio. Allí expresó su opinión rotunda de “mantener la autoridad del poder majestuoso de la presidencia por encima de todos los apasionamientos, anhelos e intereses de las agrupaciones políticas, para no perder la tranquilidad indispensable que requiere el campo de la política que impone limitación a las aspiraciones de los grupos afines o alejados del Gobierno”.
Sería su obra inmediata -decía- dar una mayor ilustración a las masas y un desarrollo moral al gobierno de las instituciones y que velando por el progreso de la Nación, esperaba tranquilo que el pueblo lo juzgara(6).
(6) Raúl A. Molina. “Presidencia de Marcelo T. de Alvear”, capítulo XVI de “Historia Argentina Contemporánea” - tomo I de “Historia de las Presidencias. 1898-1930” (1963), p. 308. Ed. El Ateneo, Buenos Aires. // Citado por Ricardo J. G. Harvey. “Historia Política Contemporánea de Corrientes (del doctor Benjamín S. González al doctor Pedro Numa Soto. 1925-1935)” (1999). Ed. Dunken, Buenos Aires.
En esos días perdía la ciudadanía correntina a un político prestigioso ligado al partido autonomista, cuya vicepresidencia había ejercido, nos referimos a Edmundo Resoagli, quien se había desempeñado como vicegobernador en la gestión del doctor Adolfo Contte (1919 - 1921) y ministro de Hacienda durante todo el período gubernativo del doctor José Eudoro Robert, habiéndose mencionado su nombre como uno de los posibles candidatos a gobernador de la provincia.
Parece iniciarse por fin una etapa de tranquilidad política. El Poder Ejecutivo envía a las Cámaras una serie de proyectos relativos a aspectos sanitarios de la provincia, continúa sus visitas a pueblos vecinos para interiorizarse de sus necesidades, tarea que cumple acompañado por funcionarios pertenecientes a ambos partidos.
Los ataques a su gestión van a venir -por ahora- de la oposición. El senador radical antipersonalista Manuel Farizano, pide la interpelación del ministro de Gobierno para que informe acerca de indultos concedidos y acerca de la habilitación de la Colonia Penal Abierta de Nueva Valencia y, el diputado de la misma tendencia, José León Guerrero, requiere informes sobre acuerdos de ministros autorizando diversos gastos al Poder Ejecutivo durante el receso de las Cámaras.
Por su parte, el gobernador invitaba a los legisladores a una reunión particular con el objeto de informarlos acerca de algunos proyectos de carácter financiero que se proponía enviar a la Legislatura y, especialmente, el relativo a la contratación de un empréstito por cinco millones de pesos oro para la cancelación de la deuda provincial y la ejecución de algunas obras públicas.
En la interpelación llevada a cabo en Diputados, los ministros explicaron las facultades constitucionales y legales en virtud de las cuales se crearon Oficinas (entre ellas el Departamento del Trabajo), puestos y erogaciones fuera de presupuesto. Correspondió al joven diputado liberal, doctor Mariano Gómez, fundar la interpelación, afirmando con dureza que el Poder Ejecutivo había transgredido disposiciones constitucionales y que seguía transgrediéndolas, por lo que de allí podría surgir un juicio político y que a la Cámara de Diputados correspondía iniciarlo.
El doctor Gómez, expresando que sólo lo movía como propósito el de velar por la vigencia de la Constitución y las leyes, recordaba implícitamente al gobernador que el Poder Legislativo también cumplía una función en la tarea de gobernar y que estaba dispuesto a hacer respetar las facultades que le eran inherentes.