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Asesinato de Aberastain

El 11 de Enero de 1861, la Rinconada del Pocito fue teatro de sangrienta lucha. Las milicias del comisionado derrotaron a las insurrectas y cuatrocientos cadáveres cubrieron el campo del combate. “Nuestros valientes puntanos -escribió Saa a un sobrino- no han dejado nada que desear, pues a lanza seca rompieron el cuadro de infantería, penetrando por dos frentes(1).

(1) Saá. Carta (Enero 11 de 1861), en: Eudoro Carrasco, Gabriel Carrasco. “Anales de la Ciudad de Rosario de Santa Fe” (1897), p. 472. Ed. J. Peuser, Buenos Aires. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

Estas palabras se difundieron rápidamente y, desde entonces los adversarios designaron a Saá con el apelativo de “Lanza Seca”, apelativo de ignominia que lo siguió hasta su muerte. Al día siguiente, Aberastain -prisionero e inerme- fue bárbaramente muerto por orden del teniente coronel Francisco Clavero. “Teniendo fundados motivos para creer en un pronto alzamiento o fugas -dijo Clavero- para impedir un nuevo derramamiento de sangre, ordené su ejecución...(2).

(2) Clavero. Nota al coronel Carmen Domínguez (Enero 18 de 1861). Reproducción facsimilar en Juan W. Gez. “Historia de la provincia de San Luis” (1916), p. 158. Ed. J. Weiss y Preusche, Buenos Aires. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

Saá comunicó el hecho por medio de una simple carta, como restándole importancia, pero en todos produjo impresión terrible. La desesperación se apoderó de Derqui, que contempló convulsionado el país y ahogada su presidencia en el caos redivivo. Sarmiento renunció el Ministerio provincial; bajo el peso de dolor profundo, se sentía incapaz de continuar sus labores(3).

(3) Sarmiento. Nota al gobernador Mitre (Enero 31 de 1861), en: periódico “El Nacional”, Nro. 2.392, Febrero 7 de 1861. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

El sentimiento oficial se transparentó enseguida en graves resoluciones. El presidente dispuso el arresto de Clavero y su remisión a Paraná, así como el regreso a las respectivas provincias de las fuerzas no indispensables para mantener el orden, debiendo alejarse el propio comisionado tan pronto organizara un Gobierno provisorio con arreglo a la Constitución local; y como Saá -en cumplimiento de sus instrucciones- hubiese preguntado qué debía hacer con los prisioneros, ordenó con amarga ironía que se le contestara que la vista de un campo de combate donde quedaron cuatrocientos cadáveres excusaba la retención de aquéllos(4).

(4) Olmos. Nota al comisionado Saá (Enero 29 de 1861), en: “Memoria presentada por el ministro en el Departamento del Interior al Congreso Legislativo de la Nación Argentina en su sesión ordinaria de 1861” (1861), p. 26. Ed. Imprenta Nacional, Paraná. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

A fin de aquietar los ánimos, el presidente dispuso que estas medidas fuesen comunicadas a todos los gobernadores, junto con su promesa de que la Constitución y las leyes nacionales habían de salvarse de toda mancha, para lo cual haría caer sobre los delincuentes el peso de la Justicia(5).

(5) Olmos. Nota Circular (Febrero 1 de 1861), en: “Memoria presentada por el ministro en el Departamento del Interior al Congreso Legislativo de la Nación Argentina en su sesión ordinaria de 1861” (1861), p. 25. Ed. Imprenta Nacional, Paraná. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

El castigo anunciado quedó sin cumplimiento, porque Clavero se fugó al conocer las intenciones del Gobierno. ¿Por propia cuenta procedió Clavero cuando ordenó la muerte de Aberastain o por orden del comisionado?

La opinión de la época se inclinó hacia el último supuesto, inducida por el silencio de Saa, por la escasa importancia que atribuyó al hecho, por su intención de no procesar a Clavero ni de formar un simple sumario, y por la misma fuga de éste, no evitada ni contrariada, circunstancias todas que permiten aplicar al comisionado las reflexiones empleadas por Derqui en ocasión análoga: si no era culpable, había obrado con una excentricidad tal que se confundía con la culpa.

Entretanto, la efervescencia política crecía por momentos. El 30 de Enero, Riestra renunció la cartera de Hacienda, bajo el pretexto de que el peso del trabajo lo había agotado completamente(6).

(6) Riestra. Nota al presidente Derqui, en: “Boletín Oficial”, Paraná, Nro. 76, Febrero 1 de 1861. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

Los liberales comenzaban a apartarse de Derqui por animadversión hacia Saa; los federales empezaron entonces a encontrar menos repudiables los actos de éste.

El 1 de Febrero, el ministro de Guerra y Marina, general José María Francia, se dirigió a Saa para expresarle su satisfacción por el triunfo, aunque deploraba que hubiese existido necesidad del empleo de armas; y el 6 de Febrero renunció Pico, descontento por los términos de esa nota.

Abandonado por sus ministros liberales, Derqui los reemplazó con dos miembros del partido Federal. El gabinete volvía a quedar homogéneo.

El gobernador de Buenos Aires asumió -en la emergencia- una actitud oficial, dirigiendo al presidente su protesta contra los procedimientos observados en San Juan y a los gobernadores el pedido de apoyo solidario. Ahora parecía admitir Mitre de nuevo la procedencia de la intervención, aunque repudiaba la forma como se había realizado.

Expresaba, en efecto, que reconocía los motivos de conveniencia pública que pudieron impulsar a decretar la intervención, cuando la provincia se presentaba como a merced de una turba de asesinos que atentaban contra la vida de las mujeres y los niños. Su reclamo, enérgico y hasta violento, era contra los procedimientos empleados, propios para castigar al pueblo y no para protegerlo(7).

(7) Mitre. Nota al ministro Olmos (Febrero 6 de 1861), en “Correspondencia oficial del Gobierno de Buenos Aires con el Gobierno Nacional y los gobernadores de Provincia, con motivo de los sucesos que han tenido lugar en la provincia de San Juan” (1861), p. 10. Ed. El Comercio del Plata, Buenos Aires. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

El ministro Olmos, al contestar la protesta, demostró la actitud inconstitucional del Gobierno porteño, estableciendo que los gobernadores, en su calidad de tales, no pueden censurar los actos de la autoridad federal ni discutir sobre ellos sino en la parte que tengan relación inmediata y directa con los derechos peculiares de sus respectivas provincias.

Recordó además que el único juez de tales actos es el Congreso, donde no sólo se halla representado el pueblo con arreglo a su censo, sino también las soberanías de provincia(8).

(8) Olmos. Nota al gobernador Mitre (Febrero 17 de 1861), en: “Memoria presentada por el ministro en el Departamento del Interior al Congreso Legislativo de la Nación Argentina en su sesión ordinaria de 1861” (1861), p. 32. Ed. Imprenta Nacional, Paraná. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

Con esta tesis incuestionable, el ministro defendía los fueros del Gobierno Federal y cerraba todo debate dentro del terreno de la Constitución.

La circular dirigida por Mitre a las provincias obtuvo contestación favorable de los gobernadores de Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Jujuy y, desfavorable, de los de Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, La Rioja y Catamarca.

Al parecer, no fueron consultados José María Rolón, gobernador de Corrientes, ni Laureano Nazar, gobernador de Mendoza quienes, por distinto motivo, contaban con la aversión de Buenos Aires; pero sí fue consultado el gobernador de La Rioja, Ramón Angel, sobre quien continuaba pesando el desconocimiento del presidente.

De entre las contestaciones citadas ofrecen interés las de Entre Ríos, Catamarca y La Rioja, suscriptas respectivamente por el general Justo José de Urquiza, por Samuel Molina y por Ramón Angel.

Urquiza se manifestó adversario de la tesis sostenida por los liberales, de que corresponde a los jefes insurrectos reconstruir las autoridades de la Constitución. Rechazaba como principio general el de que el pueblo directamente delibere y resuelva por sí.

Ese solo motivo habría sido suficiente, en su concepto, para desconocer en el grupo de hombres que pretendió constituirse en Gobierno de una provincia el rango que sólo corresponde al que es elegido según la ley como representante de ella misma; y para que fuese permitido apelar al principio de la soberanía originaria del pueblo, sería preciso suponer que la Constitución Nacional había desaparecido, que el régimen establecido por ella había caducado, que todo el edificio nacional levantado a tanta costa, había sido convertido en escombros.

Ni eso había sucedido, ni existía el menor recelo de que pudiese acontecer; la ley estaba sobre todo y sobre todos. Pero aún en esa eventualidad quimérica, la soberanía del pueblo no podía extenderse hasta constituir en Gobierno a los criminales, porque eso sería establecer el crimen como ley y destruir en su base la sociedad misma(9).

(9) Urquiza. Nota al gobernador Mitre (Febrero 13 de 1861), en: “Correspondencia del Gobierno de Buenos Aires...”, p. 20. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

El gobernador Molina se expresó con un tono tan sereno que opiniones parecen las de un espectador alejado de los sucesos y las pasiones. Defendió la procedencia de la intervención y el derecho exclusivo del Gobierno Federal para juzgarla y desechó las doctrinas emitidas por el Gobierno surgido de la revuelta, según las cuales no procedía intervenir porque faltaba el pedido de la autoridad constituida, como si se pudiese sostener que la sedición, condenada por las leyes, dejase de ser un delito por el hecho de haber muerto a las personas autorizadas para formular el requerimiento.

Molina recordaba que no fue ésa la mente de la Convención de Buenos Aires, al proponer la reforma del artículo 6to., ni tampoco la de la Convención Nacional al aceptarla, pues la sanción de tal doctrina por el derecho o el hecho habría sido la destrucción del orden social.

Tales consideraciones le autorizaban a juzgar legítima y necesaria la intervención; y los excesos o delitos que en ella se hubiesen cometido, no debían mirarse como emanados de la autoridad suprema sino más bien como errores de sus agentes, sobre los cuales había que esperar que cayese el castigo ya anunciado por el Ejecutivo(10).

(10) Molina. Nota al gobernador Mitre (Marzo 9 de 1861), en: “Correspondencia del Gobierno de Buenos Aires...” etc., p. 49. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

La réplica de Ramón Angel, el gobernador desconocido precisamente en virtud de que una sedición lo había exaltado, fue a la vez irónica y severa. Angel informó que la provincia que tenía el honor de dirigir había enajenado, al confederarse, el derecho que se le invitaba a ejercer...

Más, como lo cortés no quita lo valiente, el mandatario gaucho se prestaba solícito a conducir la queja adonde correspondía y anunció que en la misma fecha elevaba al presidente la nota del Gobierno porteño, “en copia legalizada”, a fin de que fuesen atendidas las razones en ella expuestas(11).

(11) Angel. Nota al gobernador Mitre (Marzo 6 de 1861), en: “Correspondencia del Gobierno de Buenos Aires...”, etc., p. 44. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

Los procedimientos ulteriores de la intervención se cumplieron con rapidez y sin tropiezos.

Por decreto del 15 de Enero, el comisionado declaró reinstalada la Legislatura disuelta y restituidos en sus cargos los jueces y empleados, con lo cual cumplió estrictamente el precepto constitucional y satisfizo el deber impuesto por las primeras instrucciones del presidente.

Las nuevas instrucciones -despachadas el 14 de Enero- llegaron con gran tardanza a su destino y el presidente se vio forzado, por lo tanto, seguramente sin dolor, a respetar las resoluciones de su comisionado.

Derqui se disculpó ante Mitre, diciendo que el restablecimiento de la Legislatura era anterior a la llegada de sus instrucciones, que ordenaban la creación de un Gobierno provisorio hasta tanto la tranquilidad es restableciera por completo.

Arrepentido tal vez de su propósito anterior de presidir nuevos comicios, reducía ahora el alcance de aquella intención a prolongar el interinato sin reponer por el momento a las autoridades depuestas, pero sin tampoco sustituirlas por otras.

El presidente creía que de todos modos había de llegar al resultado de dejar interina, por algunos meses, la gobernación de San Juan(12).

(12) Derqui. Carta al gobernador Mitre (Marzo 9 de 1861), en: “Archivo del general Mitre” (1911), tomo VII, p. 84. Ed. Biblioteca del diario “La Nación”, Buenos Aires. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

Mitre aconsejó entonces establecer una autoridad provisoria bajo los auspicios del presidente, hasta tanto que el Congreso enviara una comisión de su seno para que presidiese la reconstrucción legal, porque sólo así podría entrar la provincia en sus carriles constitucionales, de los que estaba fuera hacía mucho tiempo(13).

(13) Mitre. Carta al presidente Derqui (Marzo 21 de 1861), en: “Archivo del general Mitre” (1911), tomo VII, p. 91. Ed. Biblioteca del diario “La Nación”, Buenos Aires. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

He aquí proyectado un programa que, con un poco de buena voluntad, puede contemplarse como el primero que se haya presentado en el país para garantir la forma republicana de una provincia y en el cual, sin alarde de doctrina y tal vez inconscientemente, se establece también la autoridad del Congreso para entender en tal materia.

Lo que Derqui sí pudo conseguir fue que la gobernación quedara interina. El 16 de Febrero, el comisionado levantó el estado de sitio y el 20 del mismo mes puso en posesión del cargo de gobernador interino al Jefe de Policía del Gobierno de José Antonio Virasoro, Filemón Valenzuela, electo para el caso por la Legislatura.

El 22 de Febrero, Saa se retiró de San Juan, con gran contento de la población, que había visto entrar sus milicias como en país conquistado. Los días de Febrero de 1861 fueron de terror para los que actuaron en los sucesos de Noviembre, abrumados bajo el peso de una ley dictada por la Legislatura, en la cual se fijaban medidas persecutorias contra ellos y se les declaraba asesinos alevosos, a más de infames y traidores a la patria(14).

(14) “Legislatura de San Juan”, sesión de Enero 31 de 1861. // Citado por Luis H. Sommariva. “Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias” (1931), tomo I, capítulo II: “El Gobierno de Paraná”. Ed. El Ateneo, Buenos Aires.

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