Virasoro, Juan Asencio
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- La sangre vasca que nutre a la familia Virasoro
En la actualidad se consideran generalmente como siete las regiones vascas (Navarra, Bizkaia, Alava, Guipúzcoa, Lapurdi, Baja Navarra y Zuberoa) y de ahí el lema que designa la unión de todas ellas Zazpiak-Bat, las siete una, o sea, las siete unidas.
El nombre con que se denomina al país vasco en el idioma propio, es decir en euskera, es Euskal Herria o Euskadi, nombre este último que en los tiempos actuales ha sido ya conocido por el mundo entero(1).
(1) Isaac López Mendizábal. “El País Vasco” (1946), p. 5. Editorial Vasca Ekin S. R. L., Buenos Aires. // Citado por Roberto Gustavo Pisarello Virasoro y Emilia Edda Menotti. “Los Virasoro en la Organización Nacional” (Septiembre de 1997). Ed. Talleres Gráficos Gráfica Integral, Buenos Aires.
Dentro del variado mosaico que ofrece España, la región vasca está constituida por las provincias de Guipúzcoa, Vizcaya, Alava y Navarra. En Francia, en la parte septentrional del Pirineo, están las regiones de Lapurdi Labourd), Baja Navarra (Basse Navarre) y Zuberoa (Soule). Tanto las regiones peninsulares como las continentales se destacan por su indiscutible personalidad e individualidad.
El país vasco peninsular, donde nacieron Juan Asencio Virasoro, sus padres, sus abuelos, sus hermanos, donde aún viven quienes llevan su sangre y comparten sus orígenes, se encuentra entre Cantabria y los Pirineos, limitado por la depresión del Ebro, al norte de España, mirando a un mar proceloso y violento. Constituyen las regiones que lo integran el lugar donde se produce el asentamiento de una fuerte comunidad humana, con caracteres diferentes de los del resto del solar hispano.
Los caracteres distintivos que les brinda a los vascos su unidad cultural e histórica arrancan de la prehistoria; incluso reúnen rasgos raciales peculiares que se consolidan con el tiempo.
En el año 1945, el investigador argentino Miguel Angel Etcheverry descubrió que el Factor Rh negativo otorga a los vascos una “característica individualidad sanguínea”, en razón de su elevado porcentaje.
- El pueblo vasco
“El origen del pueblo vasco -dice De Gandía- es uno de los más complicados de la prehistoria europea. Todos los métodos de la Antropología, de la Arqueología y de la Lingüística han fracasado en sus esfuerzos ... para explicar el enigma milenario del pueblo vasco.
En otro capítulo de su obra “Orígenes Prearios del Pueblo Vasco”, el doctor Enrique de Gandía expresa:
“El geógrafo (Jacques Elisée) Reclus opinaba que los vascos eran el pueblo viviente más antiguo de Europa. El vizconde de Belsunce, en 1847, en su “Histoire des basques depuis leur établissement dans les Pyrénées Occidentales jusqu’a nos jours”, hacía llegar a los vascos desde el Cáucaso y los fijaba en España hasta la aparición de los celtas.
“Al mismo tiempo, Joseph Augustin Chaho sostenía una tesis contraria, compartida por Justin Édouard Mathieu Cénac-Moncaut: los vascos eran autóctonos de España y parte de ellos había emigrado a la Iberia asiática.
“Ladislao de Velasco y Fernández de La Cuesta, en “Los éuskaros de Alava, Guipúzcoa y Vizcaya”, en 1879, no admitía el origen asiático de los vascos y los suponía descendientes de los primitivos íberos. Marcelino Menéndez y Pelayo creyó a los vascos de origen turco (Turquestán).
“El marqués de Nadaillac era de esta misma opinión: los íberos -a su juicio- procedían de la gran familia turca y habían llegado a España por el sudoeste del Cáucaso, el norte de Italia y el litoral del Mediterráneo. Los arios los habrían arrinconado en el sur de España y los fenicios los habrían hecho refugiar entre los Pirineos.
“Ricardo Becerro de Bengoa decía, en 1871, que el nombre de los vascos /euskal-dunak/ significaba procedente del sol (‘eguzkia’, sol y ‘aldunak’ procedente de), o sea, del Cáucaso.
"En los Pirineos habrían vivido entre los bosques y por ello se habrían llamado vascos, de basoak, es decir, ‘de los bosques.
“Un año más tarde, Miguel Rodríguez Ferrer juzgaba a los vascos de raza jafética, descendiente de los íberos que se hallaban entre el mar Caspio y el Ponto Euxino (mar Negro). El Padre Fidel Fita Colomé, en un estudio sobre ‘El Gerundense y la España Primitiva’ comparó el vascuence con la lengua íbero-oriental o georgiana y sostuvo que los vascos eran de origen caucásico.
“El origen oriental de los vascos fue repetido por Pascual Madoz, Alcalá Galiano y Vicente de la Fuente. Estanislao Labayru Goicoechea -basado en Joan Margarit, “el Gerundense”, historiador de fines de la Edad Media, y en el Libro VI de Prisciano, estaba convencido de que loa íberos españoles habían salido de la Iberia asiática, entre la Armenia y la Cólquida, y que habían creado el nombre del río Ebro.
“El nombre de este río, a su vez, dado por los íberos orientales, habría originado el nombre de Iberia. Miguel Cortés y López, en el Prólogo a una traducción de Apiano Alejandrino sobre “Las Guerras Ibéricas”, hacía venir a los íberos desde la Caldea y la Babilonia, guiados por Túbal, por el Norte de Africa, hasta la región de Tartéside, donde habrían fundado la Turdetania. La Península primero se habría llamado Thobella, luego Sphanla y, por último, Iberia.
“En el siglo XVI, Andrés de Poza afirmaba que los vascos habían salido de la Armenia y que de las llanuras de Sanaa habían pasado a España"(2).
(2) Enrique De Gandía. “Orígenes Prearios del Pueblo Vasco” (1943), p. 12. Editorial Vasca Ekin S. R. L., Buenos Aires. // Citado por Roberto Gustavo Pisarello Virasoro y Emilia Edda Menotti. “Los Virasoro en la Organización Nacional” (Septiembre de 1997). Ed. Talleres Gráficos Gráfica Integral, Buenos Aires.
- El medio físico
La particular personalidad del pueblo vasco -dice la geógrafa profesora Lilia Juanita Osuna- fue el resultado de los caracteres del medio físico que influyeron en la idiosincrasia del grupo humano allí asentado:
“Desde el punto de vista del relieve, esta región presenta una forma accidentada, con un fondo montañoso que ofrece mayores y menores ondulaciones -los montes vascos- los Pirineos y la cordillera Cantábrica. Algunos la denominan montañas vasco-cantábricas y otros depresión vasca, pues suponen una depresión en la línea de cumbres del norte de España, entre los Pirineos al oriente y la Cantábrica al poniente.
“Las montañas que atraviesan el país vasco peninsular no registran grandes alturas; llegan a los 1.500 metros pero manteniéndose dentro de un nivel de 700 a 1.000 metros, en proporción con la pequeñez de su territorio y definiendo un perfil que dibuja la concavidad de un arco.
“Topográficamente son un conjunto de colinas y montañas laberínticas e inconexas que sólo muestran alineaciones claras de Este a Oeste -como los Pirineos- y otra, de Noroeste a Sudeste, como la Ibérica.
“Un alto número de fallas complican la estructura del país; no obstante pueden destacarse tres cadenas:
“a.- Los Pirineos occidentales atraviesan la región, extendiéndose desde el Pic du Midi de Bigorre, donde comienza a rebajarse, hasta el Cabo Higuer, donde se hunde en el Golfo de Vizcaya;
“b.- Desde el punto de vista tectónico, estructural, no puede dudarse que las montañas vascas son fundamentalmente de origen pirenaico. En ellas se reúnen los pliegues de los prepirineos franceses y los españoles".
"La porción septentrional de los mismos es la continuación de los Pirineos franceses; en tanto la mitad meridional forma parte de las unidades prepirenaicas españolas. Estos pliegues pirenaicos van perdiendo progresivamente su importancia, para desaparecer en el bloque asturiano;
“c.- La pendiente cantábrica está formada por valles transversales que se orientan perpendicularmente a la costa y cortan la estructura que muestra una dirección general de Este a Oeste.
Esta dirección muestra importantes desviaciones, aunque el relieve se ha modelado muy uniformemente”.
- Amplía su descripción Lilia Osuna:
“Estas características de su topografía se aprecian desde la costa hacia el sur, a lo largo de unos 40 kilómetros. Precisamente, en dirección austral, se halla la Sierra de Aitzgorri (1.151 metros) en la región de Vizcaya, el punto más elevado de Guipúzcoa y los Montes Aralar (1.300 metros). Ambos son blancas cuestas calizas que, formando un arco, se extienden entre el Duranguesado y Navarra, limitando la amplia cabecera del Orla.
“En dirección sur, internándose en el territorio, se halla la zona de sierras que constituye la divisoria atlántico-mediterránea. El relieve más elevado de esta zona corresponde a un nivel de cumbres que oscila entre los 700 y 800 metros. La suavidad de sus formas pone en evidencia una penillanura parcial, que se extiende desde el pie de los cerros Aralar y Aiztgorri hasta más allá de la actual costa cantábrica. Ensamblando en esta penillanura aparecen otros niveles -entre los 620 y 680 metros de altura- y otros entre los 400 y 500 metros, en la pendiente occidental.
“En el interior de este relieve ondulado se formaron recientemente valles transversales; ellos se orientan perpendicularmente hacia la costa y descienden suavemente hacia el Cantábrico.
“Entre la vertiente atlántica y los relieves de la divisoria hidrográfica, el límite lo constituye una cuesta de composición caliza que supera los 500 metros. Esta formación cárstica está en continua actividad erosiva como consecuencia de la gran pluviosidad de la zona. Las plataformas superiores del Aralar están carcomidas, formando hoyos, colinas, valles, en los cuales desaparecen importantes caudales, para resurgir después de muchos cientos de metros de recorrido subterráneo.
“En la región de Aiztgorri es bien conocido el sumidero de Aranzazu, que da origen a un curso de agua de corto recorrido y que se desplaza por debajo de la tierra”.
- Concluye la profesora Osuna:
“Estas montañas constituyen la divisoria atlántica mediterránea y ostentan una forma fuertemente dentada que muestra la lucha enconada que debieron realizar los ríos que llevan sus aguas al Atlántico o al Mediterráneo.
“La región ha pasado por numerosos ciclos erosivos que la fueron modelando en el transcurso de los mismos, como lo revela la presencia de sus valles, recorridos por las redes hidrográficas del Bidasoa, Urumea, Orla, Deva y Nervión. Estos ríos, de corto recorrido como consecuencia de la misma topografía del terreno, presentan una pendiente pronunciada pues se desplazan por un relieve accidentado”(3).
(3) Lilia Juanita Osuna. Profesora Adjunta de Geografía, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional del Nordeste. Colaboración. // Citado por Roberto Gustavo Pisarello Virasoro y Emilia Edda Menotti. “Los Virasoro en la Organización Nacional” (Septiembre de 1997). Ed. Talleres Gráficos Gráfica Integral, Buenos Aires.
Las características climáticas de la región, muy lluviosa, determinan que los caudales de estos ríos sean grandes y constantes y se aprovechen para generar energía y constituirse así en el motor impulsor del movimiento fabril.
Las copiosas lluvias -influencia atlántica- tornan agradable a su clima y dan un colorido verdoso a sus campos y montañas. Destacan las laderas cubiertas de una variada vegetación arbórea. En la parte alta de la montaña y en la umbría dominan las hayas, abedules y arces; en la solana, los robles y las encinas. También se aprecia la presencia de pinares y castaños, alisos, fresnos y álamos.
- La costa vasca
Consecuencia de su relieve accidentado que termina abruptamente frente al mar, la costa vasca, que vio nacer a Juan Asencio Virasoro y a sus familiares directos, presenta una singular belleza, enmarcada por el colorido que le brindan las montañas, la vegetación y el verde azul del mar que se pierde en la mirada.
La costa es recta, alta, escarpada, con acantilados de naturaleza cretácea; sufre continuamente los embates de su bravío mar y del ímpetu con que se estrella contra ella. Dada la violencia y el encrespado de sus olas que culmina en las temibles y frecuentes galernas -vientos huracanados que agitan las aguas- la costa es objeto de una intensa erosión litoral.
Las rías, amplios valles donde el mar ha penetrado, y aquellos otros labrados por la erosión de los ríos en su camino hacia el mar, y la presencia de bahías amplias y espaciosas, son accidentes geográficos naturales que se constituyeron en lugares especiales para la instalación humana.
El carácter aislacionista del paisaje ha contribuido, en gran manera, a reforzar la tendencia de la población vasca a no agruparse en forma de grandes núcleos urbanos. Las aldeas y los caseríos son los centros vitales de la población.
En esta obra reproducimos el caserío de Oroluz que aún perdura enhiesto en Aia, núcleo humano, aldea pequeña, lindante con Orio. En el viejo caserío nacieron y vivieron los Virasoro, padres y hermanos de Juan Asencio, quien vivió junto a ellos hasta su partida a América.
Los poblados lindantes o cercanos con la costa, por su ubicación y características físicas, cuentan con una larga tradición marinera que es posible apreciar en su género de vida, costumbres, estructuras e instalaciones urbanas. Ostentan una inveterada vida dedicada a la pesca, caza de ballenas, construcción de barcos y, en general, a todo aquello relacionado con el mar.
Los montes vascos, enclavados entre los Pirineos y la cordillera Cantábrica, destácanse por sus volúmenes y por su indescriptible belleza y constituyen la columna vertebral de la región vasca.
Toda esta configuración le brinda a la región un paisaje montuoso, suavemente plegado en torno de numerosos valles, una costa de un verde intenso en forma de vegetación, recortada -como dijimos- frente a un mar bravío y violento.
Este es el marco paisajístico de un pueblo de recia personalidad que ha orientado a sus hijos a la aventura del mar.
Juan Asencio Virasoro, el vasco que supo vencer los mares y las distancias con el coraje que le dio su tierra, fue el padre de los gobernantes y militares que actuaron marcadamente en la provincia de Corrientes en pos de su libertad, por la libre navegación de sus ríos, por la protección de su riqueza, de su personalidad, por el respaldo al esfuerzo de hombres y mujeres de su patria.
Sus hijos Benjamín, José Antonio, Cayetano y Pedro condujeron los Ejércitos libertadores, junto a Urquiza, en la trascendente batalla de Caseros, antesala de nuestra Organización Nacional.
Valentín cayó, anteriormente, en el holocausto de Pago Largo y Miguel, cuando se preparaba el Ejército Grande, luchando por la misma causa.
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