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La marcha al Uruguay

Ya desde el ataque a Corrientes la fuerza paraguaya esperaba en Pindapoi para unirse a la pelea. El mayor Pedro Duarte, consciente de las distancias en cuestión, suponía que en algún momento su Ejército de diez mil hombres recibiría la orden de dirigirse al sur para conectarse con el de Robles.

Los argentinos estaban perfectamente al tanto de su presencia, pero los irregulares del coronel Simeón Payba en las misiones era todo lo que disponían como defensa. A nadie se le pasaba por la cabeza que estas tropas tan débiles pudieran detener a Duarte una vez que se pusiera en marcha. Los brasileños estaban todavía demasiado lejos como para proporcionar apoyo. Sin embargo, para sorpresa de los aliados, el mayor paraguayo no avanzó.

El mapa del Nordeste argentino sugiere dos posibles estrategias para el Ejército de Duarte: en un escenario, podía atravesar la indefensa Misiones directamente a Rio Grande do Sul, probablemente a São Borja, y continuar al sur como una fuerza independiente hasta cruzar la frontera uruguaya.

En ese punto, blancos amigos se alzarían y ligarían sus operaciones a las del mariscal. Dada la disposición de las fuerzas imperiales, la mayoría de las cuales todavía estaban enclavadas alrededor de Montevideo, esta aproximación era más que recomendable.

Una estrategia aún más segura -aunque de mayor consumo de tiempo- implicaba hacer que la Fuerza de Duarte hiciera el movimiento del brazo de una tenaza gigante a lo largo de las provincias de Corrientes y Entre Ríos. Ello actuaría como un contrapeso con las Fuerzas de Robles, él empujando hacia el Uruguay al tiempo que las tropas del general hicieran lo propio hacia el Paraná.

En algún lugar, debajo de Laguna Iberá, las dos Fuerzas se encontrarían y destruirían cualquier remanente de unidades argentinas entre ellas y, a partir de allí, se moverían como una formación única hacia territorio amigo en el Uruguay. Ambas estrategias requerían un cronograma claro que sincronizara los movimientos de Duarte con los de Robles. Para alcanzar tal coordinación, Duarte debería haber comenzado su marcha antes del 13 de Abril. Pero permaneció inmóvil, nerviosamente esperando órdenes.

Más allá de avanzar en dirección de la Banda Oriental, Solano López no tenía un plan de operaciones para conseguir sus objetivos militares. Esperaba ser llevado de victoria en victoria mediante la bravura de sus tropas y la necia incompetencia de sus enemigos. La campaña de Mato Grosso había demostrado la vulnerabilidad de las Armas brasileñas. Pero allí los paraguayos gozaron de la ventaja de la sorpresa.

Aún así, Rio Grande probaría -según esperaba el mariscal- que incluso con suficiente tiempo para prepararse sus enemigos se derrumbarían a la llegada de su Ejército. Esta era una presunción peligrosa. La falta de un plan concreto por parte del mariscal es incomprensible para un hombre que había leído a Antoine-Henri Jomini y quien había hecho tanto para preparar a sus Fuerzas Armadas en entrenamiento y armamento.

En este caso, no solamente falló en sincronizar los movimientos de Duarte y Robles, sino que incluso relevó a Duarte a último momento y lo reemplazó por un inexperto teniente coronel. El nuevo comandante era Antonio de la Cruz Estigarribia, un alto y joven oficial sin una cana en la barba.

Aunque no particularmente rico, provenía de una familia bien conectada (uno de sus parientes había sido el médico personal del doctor Rodríguez de Francia) y había gozado de muchos privilegios en círculos de élite en los 1850. Pero tenía poca aptitud militar. Antes bien, le debía sus avances en el Ejército a conexiones y su infalible sumisión al presidente. Como uno de sus propios subordinados posteriormente observó, Estigarribia podría ser “un sargento con charretera de teniente coronel”, pero estaba siempre dispuesto a mantenerse a la sombra de Solano López(1).

(1) “Recuerdos del sargento mayor Justiniano Salvañach” (1888), p. 9, Asunción, en el Museo Histórico Militar, Asunción-Colección Zeballos, carpeta 141, Nro. 3. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Durante la mediación de este último entre Buenos Aires y la Confederación Argentina -en 1859- Estigarribia había actuado como su edecán militar. Al principio de la guerra con Brasil todavía servía como el edecán presidencial. Luego, en rápida sucesión, fue transferido al lejano sur para ejercer la Comandancia en Encarnación antes de llegar finalmente a Pindapoi, el 27 de Abril de 1865 para suplantar a Duarte, quien permaneció como segundo en el Comando(2).

(2) Juan Crisóstomo Centurión. “Memorias o reminiscencias históricas sobre la Guerra del Paraguay” (1987), tomo 1, p. 298, Asunción (cuatro volúmenes). Ed. El Lector. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Las tropas en las misiones tomaron el nombramiento de Estigarribia como un triunfo de las conexiones políticas sobre la eficiencia y eso no les gustó para nada. Duarte, a quien los hombres consideraban el soldado de los soldados, había estado con ellos desde el principio y había supervisado su entrenamiento y organización.

Si bien todavía estaban ansiosos por entrar en acción, con un comandante “político” como Estigarribia al frente de ellos se sentían mucho más incómodos acerca de la tarea que tenían por delante. Estigarribia, por su parte, no estaba más cómodo que sus hombres. Entendía mejor que ellos cuán insuficiente era su verdadera experiencia de comando y optó por compensarla ridiculizando a Duarte a sus espaldas. Hizo tan difícil la vida de su subordinado que incluso las comunicaciones escritas entre ambos se volvieron tensas, un hecho que más tarde aprovecharían los aliados(3).

(3) Pedro Rueda. “Biografía militar del general don Pedro Duarte, ministro de Guerra y Marina de la República del Paraguay” (1890), pp. 8-10, Asunción. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Aunque para fines de Abril la mayoría de los soldados en el Pindapoi ya estaba razonablemente bien entrenada, todavía había pocas armas en relación con las de sus compatriotas en el Paraná. Estigarribia podía contar solamente con cinco cañones, calibres 3 y 5, y un mortero calibre 10. Para una Fuerza a punto de montar una invasión, ésta era una infantería completamente insuficiente.

Los superiores de Estigarribia en Asunción evidentemente pensaban, sin embargo, que el peso de su Fuerza de diez mil hombres era más que suficiente para cubrir cualquier contingencia y que, de hecho, los aliados no tenían ninguna Fuerza armada comparable en los alrededores.

Lo más que los coroneles Payba e Isidoro Reguera podían hacer era seguir los movimientos de Estigarribia y tal vez robar parte del ganado que pastaba el costado del Pindapoi.

El 5 de Mayo de 1865, las primeras unidades paraguayas, organizadas en una “brigada” bajo el mayor Duarte, comenzaron un reconocimiento marchando a través de ondulantes colinas al sur. Cubiertas en parte por cerradas selvas, éstas estaban entre las mejores tierras del Nordeste. Suaves brisas mantenían el clima agradable, excepto en los meses más calurosos e incluso entonces eran más confortables que los valles de los ríos adyacentes.

Aparte de su belleza y sus aires placenteros, esta parte de las misiones impresionó a los paraguayos por lo deshabitada que estaba. Cuando creció la amenaza de la guerra en 1864, los pequeños agricultores y criadores de la región se mudaron más al sur. Ni los diminutos grupos de refugiados que vivían en las ruinas de las misiones jesuíticas estaban a la vista.

Los hombres de Duarte esporádicamente divisaban a algunos soldados de Payba, pero no hicieron contacto con ellos. El 7 de Mayo, los paraguayos alcanzaron el antiguo pueblo misionero de Santa María, ahora una ruina abandonada a no ser por una o dos familias que resultaron sumamente amistosas. Le informaron al mayor que no encontraría concentraciones de tropas correntinas o brasileñas antes de alcanzar Santo Tomé o el río Uruguay.

Duarte comunicó esta información a Estigarribia para que enviara refuerzos. El coronel, quien había permanecido detrás con la principal Fuerza paraguaya, inmediatamente despachó dos escuadrones de lanceros para auxiliar a Duarte a deshacerse de cualquier enemigo que pudiera encontrar. Usar lanceros como tropas de choque era ciertamente inconvencional, pero el mayor se alegró de recibir la ayuda, que elevó el tamaño de su comando a 664 hombres.

Las Instrucciones del mariscal indicaban a Estigarribia que se movilizase con toda su dotación a Paso de los Garruchos, un aislado recodo sobre el Uruguay, a cierta distancia de Santo Tomé. Solano López quería que el coronel evitara todas las áreas habitadas durante la primera etapa de la campaña.

El reconocimiento de Duarte, sin embargo, lo llevó 100 kilómetros al sur del punto indicado; gracias a ello pudo comprobar lo débiles que eran realmente las defensas aliadas, ya que había un falso rumor de que una división completa de infantería y caballería aguardaba agazapada.

El 9 de Mayo de 1865, habiendo avanzado 45 kilómetros a través de una zona boscosa desde Santa María, la brigada de Duarte avistó el río Uruguay brillando y curvándose gentilmente como una luna creciente en dirección de Buenos Aires. Al día siguiente ordenó a veintitrés de sus mejores jinetes seguir adelante hasta Santo Tomé.

Esto fue sólo una prueba, diseñada para buscar enemigos y determinar la disposición de cualquier Fuerza de porte; Duarte todavía pensaba que podría encontrar unidades aliadas considerables.

Para no ser escuchados, los jinetes recibieron órdenes de utilizar únicamente sus lanzas y evitar disparos de armas de fuego pero, al acercarse a la vera del pueblo, los paraguayos se abalanzaron contra una patrulla montada argentina, probablemente del comando de Payba. Cargaron instantáneamente contra ellos, mataron a un oficial y corrieron a los demás(4).

(4) Efraím Cardozo. “Hace cien años (crónicas de la guerra de 1864-1870)” (1968-1982), tomo 2, pp. 20-21, publicadas en el periódico “La Tribuna”, Asunción (trece volúmenes). Ediciones EMASA. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Los hombres de Duarte luego entraron a Santo Tomé, que encontraron desierto a no ser por varias ancianas y tres o cuatro comerciantes italianos. Uno de los soldados paraguayos retornó junto al mayor con la noticia y Duarte rápidamente trasladó al resto de sus tropas. Santo Tomé consistía apenas en dos o tres grupos de pequeñas casas de madera y adobe y techos de palma, y media docena de construcciones más sustanciales, parcialmente de piedra.

Cada casa tenía su propio jardín de naranjos, guayabos, limas y los omnipresentes mangos, bajo los cuales no podía crecer el pasto. El adormilado distrito portuario de Hormiguero estaba localizado un par de kilómetros al sudeste. Aunque todavía pequeño y subutilizado, estaba bien situado para controlar los confines altos del Uruguay.

Solamente São Borja, encima de la orilla opuesta, algunos kilómetros río abajo, podía jactarse de una mayor prominencia. Este pueblo estaba todavía en manos de las Fuerzas del emperador y Duarte no tenía idea de cuántas tropas enemigas había allí. El mayor estaba plenamente ocupado en evaluar la situación en Santo Tomé.

Mientras escribía un extensivo reporte a Estigarribia, sin embargo, se vio gratamente sorprendido por la llegada de varios uruguayos bien vestidos, oficiales del Ejército del ex régimen blanco. Estos hombres habían abandonado Montevideo y viajaban al Paraguay a través de las misiones para ofrecer al mariscal su apoyo en la expulsión de los brasileños de su tierra(5).

(5) Efraím Cardozo. “Hace cien años (crónicas de la guerra de 1864-1870)” (1968-1982), tomo 2, p. 24, publicadas en el periódico “La Tribuna”, Asunción (trece volúmenes). Ediciones EMASA. Desertores de la fuerza de Payba también llegaron hasta Duarte para pedirle protección en este período. Ver: Vicente Barrios a Solano López, Asunción, 10 de Junio de 1865, en el Archivo Nacional de Asunción, Sección Nueva Encuadernación, 2.824. // Todo citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Su arribo a Santo Tomé le agregó significación a la expedición de Duarte e insufló ánimo en sus hombres, quienes razonaban que debía haber muchos otros potenciales aliados en el Interior uruguayo y en Entre Ríos. Flores y los brasileños habían dedicado cinco meses a suprimir a los blancos, sin embargo, y un levantamiento general contra el nuevo orden era ahora muy poco probable.

Los hombres que llegaron a Santo Tomé asumieron una pose de heraldos de una nueva ronda de lucha en la Banda Oriental pero, de hecho, eran simplemente exiliados. Duarte, quien no tenía elementos para juzgar, los incorporó a su brigada, donde sirvieron fielmente durante los meses siguientes.

Fuertes lluvias retrasaron los movimientos tanto de los paraguayos como de los aliados por algunos días (pese a que, como era usual, había rumores de que miles de jinetes brasileños venían desde el Este). Cuando las lluvias abruptamente se detuvieron el 17 de Mayo de 1865, Duarte temporalmente volvió al norte a Santa María, deteniéndose en un pequeño campamento llamado Caazapava, donde ordenó a sus hombres cavar una serie de trincheras.

Los refuerzos de Estigarribia todavía no habían llegado y sus espías le habían revelado que varias unidades correntinas de caballería se habían logrado reconstituir finalmente para formar una Fuerza de combate de al menos mil soldados y que estos se estaban acercando rápidamente desde el sudeste.

Dada la presumida amenaza de las Fuerzas imperiales desde el otro lado del río, Duarte optó por retirarse y tentar a sus enemigos a un asalto frontal, ya que él tenía la ventaja táctica de una posición defensiva preparada(6).

(6) Fray Blas Ignacio Duarte al obispo Manuel Antonio Palacios, Pindapoi, 19 de Mayo de 1865. Natalicio González Collection, Spencer Library, University of Kansas, Lawrence, MS E222: b, pp. 49-50. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Fue una jugada sabia. Payba, de hecho, ya había arreglado que 500 brasileños de São Borja cruzasen el Uruguay para unirse a su avance hacia Santo Tomé. Cuando se enteró del retiro de Duarte, sin embargo, erróneamente concluyó que los paraguayos estaban regresando a Pindapoi. Al apurar la marcha para cortarles la retirada, perdió su encuentro con los brasileños(7).

(7) Augusto Tasso Fragoso. “História da Guerra entre a Tríplice Aliança e o Paraguay” (1957), tomo 2, p. 116, Rio de Janeiro. Ed. Biblioteca do Exército. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

La falta de coordinación entre los dos aliados hizo imposible un golpe decisivo a Caazapava. Cuando las distintas unidades trataban de reagruparse antes del ataque, descubrieron que Duarte había finalmente recibido refuerzos -452 jinetes y 385 infantes- y ya no podía ser derrotado sin serias pérdidas para los aliados(8).

(8) Estigarribia a Solano López, Pindapoi, 21 de Mayo de 1865, en el Archivo Nacional de Asunción, Colección Rio Branco I-30, 11, 63, Nro. 3; Loren Scott Patterson. “The War of the Triple Alliance: Paraguayan Offensive Phase. A Military History” (1975), p. 266, disertación doctoral, Georgetown University. Washington, D.C. // Todo citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Habiendo perdido la oportunidad, Payba se dirigió a Santo Tomé para planear sus próximos pasos. Mientras tanto, el 21 de Mayo de 1865 Solano López envió un mensaje a Estigarribia para continuar su ataque. Extrañamente, el mariscal expresó poco enojo al vacilante oficial; simplemente le reiteró sus previas órdenes.

Estigarribia debía mover su comando al sur del Uruguay, cruzar el grueso de sus Fuerzas en el Paso de los Garruchos y tomar São Borja. Una fuerza secundaria a lo largo de la margen derecha del río iba a proteger su línea de comunicación. Duarte comandaría esta última.

Como siempre, el mayor se puso en marcha primero, asegurando el cruce del río sin incidentes el 27 de Mayo, luego moviéndose para retomar Santo Tomé tres días después. Los correntinos se habían enterado del avance de los paraguayos por unos refugiados que escapaban al sur.

El coronel Payba, quien no tenía nada para equiparar los mil quinientos hombres enemigos, juiciosamente optó por evitar contacto, salvo un solo incidente en el que algunos de sus hombres intercambiaron disparos con la vanguardia paraguaya y hasta consiguieron hacerle volar de un tiro el gorro a Duarte(9).

(9) “Recuerdos de Pedro Duarte”, (1888), en el Museo Histórico Militar, Asunción-Colección Zeballos, carpeta 121, Nro. 2. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

La decisión de Payba de recluirse antes que salir al paso a la vera del río era perfectamente razonable, especialmente debido a que los brasileños todavía no habían aparecido. La ausencia de las Fuerzas imperiales preocupaba antes que aliviar al comandante paraguayo en Pindapoi. Pese a la urgencia de sus órdenes, Estigarribia todavía dudaba de comprometer la totalidad de su contingente, retrasando su partida hasta el 31 de Mayo de 1865.

Su “división Uruguay” ahora contaba con unos ocho mil hombres en ocho batallones de infantería de setecientos hombres cada uno, tres regimientos de caballería de seiscientos cada uno, un escuadrón de artillería con cinco cañones y varias unidades de ingenieros para manejar las canoas y cuarenta carros de suministros(10).

(10) Las fuentes discrepan sobre el número de tropas en la división Uruguay. Louis Schneider. “A Guerra da Triplice Aliança contra o governo da República do Paraguai” (1945), tomo 2, p. 228, São Paulo (dos volúmenes), da al total del poderío paraguayo doce mil hombres con seis anticuados cañones. Dado el número específico de unidades en las formaciones de Estigarribia y Duarte (sobre este punto no hay desacuerdo), diez mil hombres parece una estimación más razonable. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

En ese tiempo, los brasileños no tenían soldados al oeste del río Uruguay y dependían de esporádicos reportes de refugiados correntinos que huían de Santo Tomé para obtener alguna información de inteligencia. Esta gente aterrorizada siempre exageraba el tamaño de la Fuerza paraguaya, algunos situándola hasta en veinticinco mil hombres.

La ignorancia de la verdadera fortaleza del enemigo perturbaba a la milicia brasileña (y viceversa) pero, en vez de actuar con prudencia, las Fuerzas imperiales se burlaban de la aventura de sus oponentes. Estos riograndenses no habían peleado en La Batería y todavía miraban al mariscal y a su Ejército con desdén.

Un chismoso en Porto Alegre dijo que el verdadero comandante de las Fuerzas paraguayas era el napoleónico general Bosk (posible referencia a Ferdinando Bosco, quien había servido a Francisco II -de las Dos Sicilias- en su reciente campaña contra Garibaldi)(11).

(11) Ver el periódico “Diário do Rio de Janeiro”, del 29 de Julio de 1865. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Por sobre todo, nadie sentía que los paraguayos presentaran un serio desafío. El general David Canabarro, el grueso comandante brasileño de los límites norteños del río Uruguay, tenía la misma visión despreciativa hacia el Ejército paraguayo, que él pensaba llena de “niños y ancianos casi sin dientes”(12).

(12) Coronel Antonio Fernandes Lima a David Canabarro, Paso de Mbutui, 24 de Abril de 1865, en Walter Spalding. “A Invasão Paraguaia no Brasil” (1940), pp. 146-147, documentação inédita, São Paulo. Ed. Editora Companhia Nacional. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Como viejo jinete de la Rebelión de los Farrapos, tenía el usual menosprecio gaúcho por los soldados campesinos que caminaban en vez de montar un caballo, de los que nunca se podía confiar que obedecerían una orden(13).

(13) Ivo Caggiani. “David Canabarro de Tenente a General” (1992), pp. 163-185, Pôrto Alegre. Ed. Martins Livreiro. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

La caída de Corrientes no le decía nada, como tampoco el acercamiento de Estigarribia. Cuando llegara el momento, se sentía confiado en que los paraguayos se darían vuelta y correrían. La experiencia y habilidades con la montura de Canabarro, aunque ciertamente respetables, podían solamente llevarlo hasta donde había llegado y no más.

Podía burlarse ruidosamente del enemigo y decir palabras de humanidad y aliento a sus hombres, pero se daba cuenta, al mismo tiempo, de que sus propias unidades eran inexpertas y estaban bajo presión.

En 1864, cuando el Imperio lanzó su invasión a la Banda Oriental, envió a Paysandú solamente una Fuerza militar organizada en Rio Grande do Sul, una división de caballería bajo el general João Propício Menna Barreto. La partida de esta Fuerza expedicionaria dejó un incómodo vacío en las defensas provinciales. Los locales tenían que hacer la diferencia con reservas existentes.

Esto implicaba que una brigada de menos de cinco mil efectivos no entrenados de la Guardia Nacional tenía que defender el río en toda su longitud hasta Uruguaiana. Como individuos, estos guardias eran exactamente como Canabarro en su juventud: ingeniosos, acostumbrados a la vida dura y a vivir con una dieta sencilla, pero casi incapaces de actuar juntos como una unidad disciplinada.

Reconociendo esta debilidad en sus Fuerzas, Canabarro trató de atraer a la mayor cantidad de hombres posible a su comando. Patrulló el Interior buscando refuerzos de reclutas de otras unidades y enlistó a jóvenes adolescentes, incluso a esclavos. También trató de obtener refuerzos de otros comandos, con poco éxito.

Comandantes de otras áreas de Rio Grande do Sul estaban imposibilitados de ofrecer ayuda porque enfrentaban los mismos problemas que el general. Todos los guardias recientemente reclutados estaban familiarizados con mosquetes a chispa, pero nunca antes habían visto los rifles a percusión importados que se estaban incorporando. Tomaba bastante esfuerzo dominar la carga y el disparo de estas armas y los brasileños no tenían tiempo.

Había otro problema en relación con el reclutamiento de los Voluntários da Pátria. Cuando la idea de formar estas unidades inicialmente surgió en Enero de 1865, el Gobierno Imperial estableció plazos de enrolamiento de tres meses(14).

(14) En relación con este primer período de enrolamiento de voluntarios en São Paulo, ver: “Correio Paulistano”, Nro. 12, pp. 14-15, 17-18, São Paulo, del 22 de Enero de 1865; y Célio Debes. “São Paulo e a Delagração da guerra do Paraguai” (1966), en la “Revista do Instituto Histórico e Geográfico de Sáo Paulo”, Nro. 62, pp. 133-142. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Para Mayo de 1865, muchos voluntarios (que eran en su mayoría nacidos en el extranjero) habían cumplido su término y habían partido. Pocos mostraron interés en volver a enrolarse, especialmente debido a que las autoridades no les podían prometer ni pronta paga ni disponibilidad de equipamiento.

Solamente el Batallón 1 de Infantería de Voluntarios, entonces desembarcando en Rio Grande, respondió a un llamado de Canabarro. Rio Grande estaba a más de 300 kilómetros de distancia, sin embargo, y a esta hora tardía, únicamente con marcha forzada podía la unidad alcanzar São Borja antes que los paraguayos.

Estigarribia llegó a las inmediaciones de Santo Tomé el 7 de Junio de 1865, habiendo una vez más -sin razón discernible- eludido el Paso de los Garruchos. Dos días después, mientras sus ingenieros reparaban canoas para cruzar el río Uruguay, los exhaustos soldados del Batallón 1 de Infantería de Voluntarios del Brasil acamparon a trece kilómetros al este de São Borja.

La media mañana del 10 de Junio, piqueteros brasileños divisaron una gran columna de paraguayos acercándose al río Uruguay por el oeste. A la señal preacordada, los hombres de Estigarribia lanzaron las canoas al agua. Luego se embarcaron en grupos de veinticinco y pasaron a la otra orilla lo más rápido que pudieron. En este punto -el Paso de Hormiguero- el Uruguay tiene un ancho de alrededor de 500 metros y los paraguayos tuvieron que remar contra una fuerte corriente(15).

(15) Estigarribia al ministro de Guerra, San Borjita, 10 de Junio de 1865, en el Archivo Nacional de Asunción, Sección Nueva Encuadernación 3.269. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

El cruce de un río a la luz del día es por lo general desaconsejado. Estigarribia les ganó de mano a sus oponentes al enviar la noche previa un batallón de infiltrados. Estos hombres se mantuvieron ocultos en los pastizales y esperaron silenciosamente por el mismo disparo de cañón que había lanzado a sus camaradas al agua. Cuando las canoas se acercaron a la orilla este, los soldados escondidos tenían que salir por el flanco de los defensores brasileños antes de que pudieran responder(16)

(16) Sérgio Roberto Dentino Morgado. “O Combate de São Borja”, en la “Revista do Exército Brasileiro” (Enero-Marzo de 1992), volumen 129, pp. 1-40. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Los brasileños ya habían puesto cien hombres en posición en el Paso de Hormiguero. Cuando el cruce principal comenzó esa mañana, dispararon contra las canoas apenas se pusieron al alcance de sus rifles. El fuego brasileño probó ser efectivo. Los paraguayos se detuvieron y luego volvieron a la costa oeste para comenzar de nuevo, esta vez directo a un punto más al sur.

Para entonces, sus camaradas habían lanzado docenas de botes y flotadores al agua y estaban remando furiosamente hacia el este. Obviamente tenían en mente desembarcar en múltiples sitios.

El comandante de campo brasileño, mayor José Rodrigues Ramos, decidió una maniobra desesperada. Partió su pequeña fuerza en cuatro grupos y los envió a interceptar los distintos desembarcos individualmente. Esto hizo más difícil una defensa coordinada. Los bosques de la orilla este del Uruguay llegaban hasta el agua misma y sólo tenía un estrecho claro en el puerto, llamado San Borjita.

Los grupos de Ramos no pudieron atravesar la cerrada vegetación a tiempo para prevenir o incluso obstaculizar los desembarcos. Para peor, cuando los brasileños intentaban la maniobra, el batallón oculto de Estigarribia -quizás quinientos hombres- vino hacia a ellos inesperadamente desde el Norte(17).

(17) Augusto Tasso Fragoso. “História da Guerra entre a Tríplice Aliança e o Paraguay” (1957), tomo 2, p. 122, Rio de Janeiro. Ed. Biblioteca do Exército. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Al ver que sus hombres comenzaban a vacilar, Ramos aceptó lo inevitable y ordenó una retirada al pueblo de São Borja, a unos dos kilómetros de distancia. Su grupo más sureño fue interceptado y corría peligro de aniquilación cuando, a último momento, un cuerpo de la caballería brasileña llegó desde Itaqui y consiguió rescatarlo. Ambas unidades luego se unieron a Ramos en las afueras del pueblo(18). El repliegue brasileño permitió a Estigarribia desembarcar el total de su contingente en la orilla este(19).

(18) David Canabarro al ministro de Guerra (¿Itaquí?), 10 de Junio de 1865, en el periódico “Diário do Rio de Janeiro”, del 11 de Julio de 1865.
(19) “David Canabarro”, en el periódico “Jornal do Commercio”, del 5 de Enero de 1866. // Todo citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Las primeras unidades en cruzar fueron el batallón 17 de infantería y el regimiento 27 de Caballería que -juntos- totalizaban mil cuatrocientos hombres. Poco después, otros dos batallones de infantería y uno de caballería cruzaron también.

Los primeros paraguayos en la costa se dirigieron decididamente a São Borja. La misma unidad de caballería que había salvado al grupo de Ramos una hora antes, furiosamente atacó a los paraguayos por el flanco derecho; los hombres de Estigarribia retrocedieron levemente y en la confusión Ramos atacó el flanco izquierdo, causando varias bajas más. São Borja, estaba visto, no caería fácilmente.

El capitán José de Rosario López (que no era pariente del mariscal) fue el Comandante de Campo ese día. Todavía inseguro de cuántos brasileños saldrían al paso, decidió traer su artillería y bombardear el pueblo. Esto causó una demora de algunos minutos mientras sus unidades de vanguardia se movían para despejar el campo de tiro. Irónicamente, los defensores brasileños que lo enfrentaban en ese momento eran menos de cien y probablemente habrían sido superados sin mayores esfuerzos.

El retraso resultó costoso para López, ya que permitió al batallón 1 de infantería de Voluntarios del Brasil posicionarse junto a Ramos. Los paraguayos dispararon dos veces al pueblo, pero luego vieron asombrados que los voluntarios se les venían directamente encima.

Los tiradores de López pronto rechazaron la infantería brasileña con bajas menores. Para entonces, sin embargo, estaba claro que ni los brasileños ni los paraguayos podrían obtener una victoria ese día. Temiendo que su vanguardia terminase separada de la cabecera de puente, Estigarribia ordenó al capitán López salir hacia el río al atardecer(20).

(20) Algunos paraguayos estuvieron todavía intercambiando tiros con el enemigo hasta las 10:30 de la noche. Ver Paunero a Gelly y Obes, Cuartel General en marcha, 15 de Junio de 1865, en el Archivo General de la Nación, Buenos Aires, Documentos de la Biblioteca Nacional, Legajo 758, Doc. 15.535. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Este fue el final del día de lucha, que había durado cuatro horas. Veintidós brasileños habían muerto y otros sesenta y cuatro terminaron heridos. Paraguay reportó oficialmente tres muertos y veinticuatro heridos, aunque con seguridad fueron más(21).

(21) Osório Tuyuty Oliveira Freitas. “A Invasão de São Borja” (1935), p. 78, Pôrto Alegre. Edição Livraria do Globo. Ver también Lista de Muertos y Heridos, San Borjita, 10 de Junio de 1865, en el Archivo Nacional de Asunción, Sección Nueva Encuadernación 3.269. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

No hubo celebraciones a la noche ni en São Borja ni en el campamento paraguayo. Estigarribia quería expandir la cabecera de playa antes de que los brasileños pudieran montar un contraataque. Todavía creía que refuerzos enemigos pronto llegarían desde el Interior de Rio Grande do Sul.

En consecuencia, sus ingenieros trabajaron toda la noche y el día siguiente para transportar tropas, caballos, ganado y toda clase de equipamiento y equipaje a la margen oriental del río. Para el anochecer del 11 de Junio de 1865, Estigarribia había cruzado cuatro batallones de infantería, cuatro regimientos de caballería, toda la artillería y la mayor parte del ganado.

Esto dejó a Duarte en Santo Tomé con el remanente de dos mil quinientos hombres y las canoas. De ahora en adelante, la misión del mayor sería estar en contacto con la Fuerza principal de Estigarribia y seguir su movimiento en paralelo, de manera que ambas columnas marchasen al sur a lo largo de sus respectivos lados del río Uruguay(22).

(22) El propio Solano López posteriormente señaló que la misión de Duarte era “no otra que la de movilizarse por la orilla derecha del Uruguay para proteger los movimientos de Estigarribia (en ese flanco). Si es necesario, la columna de Duarte podría pasar a la izquierda y unirse a las Fuerzas principales si estas (son atacadas) por fuerzas superiores”. Ver Solano López a Resquín, Humaitá, 26 de Agosto de 1865, en el Archivo Nacional de Asunción, Sección Histórica 343, Nro. 15. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Resultó que los brasileños no tenían refuerzos. Pasaron una nerviosa noche evacuando civiles y heridos de São Borja. Algunas unidades del frente prendieron fogatas y asaron carne para dar a los paraguayos la impresión de que su número era todavía considerable(23).

(23) “Recuerdos del sargento mayor Justiniano Salvañach” (1888), p. 4, Asunción, en el Museo Histórico Militar, Asunción-Colección Zeballos, carpeta 141, Nro. 3. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Los comandantes brasileños se reunieron la mañana siguiente y concluyeron que, pese a todo el coraje que habían mostrado sus soldados, São Borja no podía mantenerse. Antes que perder más vidas, ordenaron a sus hombres abandonar las precarias trincheras y seguir a los civiles hacia el Este. Los paraguayos ocuparon São Borja la mañana del 12 de Junio e inmediatamente se dedicaron a saquear el lugar(24).

(24) Antonio Estigarribia al ministro de Guerra, São Borja, 12 de Junio de 1865, en el Archivo Nacional de Asunción, Sección Nueva Encuadernación 3.269. Ver también Estigarribia a Solano López, São Borja, 14 de Junio de 1865. “Diario Militar de Antonio Etigarribia”, en el periódico “O Diário do Rio de Janeiro”, del 6 de Diciembre de 1865. // Citado por Thomas L. Whigham. “La Guerra de la Triple Alianza (Causas e inicios del mayor conflicto bélico de América del Sur)” (2010), volumen I, Asunción. Ed. Taurus.

Las casas privadas, que eran en general bajas y cuidadosamente blanqueadas, todas tenían los marcos de las ventanas adornados como en Inglaterra. Sin excepción, cada una de ellas fue destruida y su aspecto limpio y sobrio quedó atrás en cuestión de una hora. Cada hombre, de Estigarribia para abajo, se sentía justificado, incluso estimulado, para realizar esta depredación.

Era la celebración que los paraguayos se habían perdido la noche anterior. No sabían que en el Paraná, justo debajo de Corrientes, su país acababa de sufrir una terrible derrota.

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