Chamamecero, de Julián Gerónimo Zini
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CHAMAMECERO
Mírenlo, no importa el nombre;
pudo ser Joaquín, Ernesto,
Tránsito, Isaco, cualquiera
de nuestros chamameceros...
y es el dueño de la fiesta,
su callado bastonero;
sin querer todos le entregamos
las riendas del sentimiento.
Por eso la concurrencia
siente cosquillas adentro
y que le retoza el alma
ni bien abre el instrumento...
Fíjense. Vale la pena verlo,
de pie en su silencio,
destrenzando melodías
y como arrugando el viento...
Parece un rito sagrado;
se inclina el chamamecero,
cierra los ojos y elige
un chamamé bien de adentro
que es una víbora hermosa
que parece estar en celo
porque se enrieda y se enrieda
hasta clavar su veneno
en los tobillos del damo...
Y ya desde ese momento
el correntino va herido...
No baila, reza; sus gestos
hablan por él... mientras tanto,
mientras se va retorciendo,
se desangra por la cancha
la herida de su silencio...
Lleva arrastrando los pies
en sinuoso viboreo;
amaga, gira, se hamaca,
se planta en el zapateo;
y como el pavo real
va erguido, pomposo y lento,
con el porte cortesano
de un antiguo caballero.
¿De qué remoto pasado,
de qué sepultado imperio,
de qué pueblos incendiados
le viene ese sortilegio?
¿De dónde esa fuerza lenta
que se va agarrando al suelo?
¿De dónde esa gallardía
que tiene bailando el mencho?
Unos dicen que es herencia
y otros, cosa de amuleto:
la música está en el alma
de los hijos de este suelo;
se les subió por la sangre
de los talones al pecho,
y les brota por las manos
y les florece en el viento...
Tal vez por eso te usamos,
hermano chamamecero,
negándote ese lugar
que es tuyo y que te debemos.
Te aplauden y te ponderan,
pero ¿quién se tomó el tiempo
de llegarse hasta tu casa
a compartir tus desvelos..?
¿Qué sabemos de tu vida
y qué de tu pensamiento..?
¿Qué le contás a tu vino:
qué pena, qué amor, qué sueños?
Padre de nuestra alegría,
Señor del baile, ¡maestro!
no se te paga con plata,
¡lo tuyo no tiene precio..!
Ojalá no mueras nunca,
hermano chamamecero,
y haceme el favor, si un día
llego a morir, que no pienso,
tocame tu ‘Ajhá potáma’(1)
o ‘La Caú’(2), y te prometo
que me voy a levantar
camino del cementerio,
para quedarme a tu lado,
para ser tu guitarrero
y para cantar de oído
y a dúo, como en mi pueblo,
el chamamé más sentido,
el chamamé que hace tiempo
te anda llorando en el alma
y es tu voz, ¡¡¡chamamecero!!!
R. P Julián Gerónimo Zini
Notas
(1) aha: verbo irregular, que significa: voy; pota: sustantivo, que significa deseo, voluntad, intención; ma: es un sufijo verbal, de aspecto perfectivo. Ya.
aha potáma: “Me estoy yendo”.
(2) ka’u: borracha.