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Sheridan, Joaquín

JOAQUIN SHERIDAN

El 31 de Julio de 1955 nace, en Mercedes, Provincia de Corrientes, Joaquín Adán Sheridan. Pasa su infancia en el paraje “San Salvador” y a los 12 años empieza el aprendizaje del instrumento que será el canal expresivo de su vida: el bandoneón.

Un tío suyo le da las primeras lecciones, y luego su virtuosismo intuitivo hizo el resto. Casi todos sus hermanos son también músicos (cantan, ejecutan guitarra, bandoneón y acordeón).

Justamente, con sus hermanos, inicia los primeros pasos como profesional. En 1970 es convocado por Carlos Talavera y, en 1971, forma el conjunto “Los Cuatro de Mercedes”, con el dúo de voces y guitarras “Vera-Monzón” y Carlos Núñez.

Un año después, integra el grupo “Los Hijos del Paiubre”, de brillante actuación. En 1977, junto a Julio Cáceres y el ya famoso Roberto Galarza, inician el camino del conjunto “Los de Imaguaré”.

En esta agrupación logra sus más resonantes éxitos como intérprete y compositor. Con poemas de Julián Zini, el talento de Ricardo “Tito” Gómez, el “Gringo” Sheridan origina un estilo chamamecero, producto de la conjunción de talento y creatividad inusitada.

El decir y canto de Julio Cáceres también aporta lo suyo; para comprender este nuevo sendero musical, debemos sumar las ricas personalidades que lo conforman. Deja varios discos larga duración con “Los de Imaguaré”, que son un verdadero cofre de joyas musicales.

Desvinculado del conjunto, que queda en manos de Julio Cáceres, el “Gringo” se une a sus hermanos Miguel Angel “Michel”, Santiago “Bocha”, en voces y guitarras y, a ellos, se suman Ricardo “Tito” Gómez y Adolfo Billordo, para crear el “Quinteto Reencuentro”, que inicia sus actuaciones en Abril de 1986.

Actuaciones radiales, televisivas, peñas y festivales, cimentan un rápido y fulgurante éxito. Llegan al disco, dejando grabadas varias placas, que testimonian una manera renovada y vanguardista de encarar nuestra música.

Joaquín Sheridan ya ejecutaba con verdadero virtuosismo el bandoneón y sorprende a todos cuando pulsa un acordeón de “dos hileras” de teclas y nos conmueve con su toque “campiriño” y “montielero”.

Los duendes de la música lo inspiraban, y en el escenario se transformaba en un ser que dilataba emociones y transmitía sentimientos a raudales. Quizás el viento musiquero que ataba a sus instrumentos, desgastó su tiempo, un río-padre, el viejo Paraná, de tantos sueños, lo recibe en su seno el 8 de Septiembre de 1989 sin devolverlo jamás.

Los sones de su bandoneón de plata y las teclas de su acordeón de oro, siguen sonando en el tiempo. El río no apagó sus sonidos. La presencia del “Gringo” Sheridan se renueva en cada bandoneón chamamecero que ejecute su “Tiempo de Reencuentro”.

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